El cine español busca su 'Blade Runner'

Rápido, piense en una película de ciencia ficción española. Seguramente a bote pronto no salga ninguna, aunque sí que ha habido algún valiente que se ha atrevido con un género normalmente olvidado por nuestro cine. Directores como Nacho Vigalondo, Kike Maíllo o los hermanos Pastor han probado suerte, aunque la taquilla no suele respaldar las propuestas de nuestra industria en este género.

El último en intentarlo es Gabe Ibáñez, que cuatro años después de su ópera prima, Hierro, estrena este viernes Autómata. Un filme cuya base está en los principios de la robótica de Isaac Asimov y que ha tenido un padrino de lujo: Antonio Banderas.

Su presencia en tareas de producción (y reservándose el papel del proptagonista) ha hecho que el filme contara con un presupuesto poco común en el cine español (más de cinco millones de euros) y con un reparto internacional que incluye a la expareja del actor, Melanie Griffith.

Ibáñez confies a El Confidencial que sin Banderas este proyecto hubiera sido “imposible” de producir. O al menos siendo fieles al guion que escribió el propio Ibáñez junto a Javier Sánchez Donate e Igor Legarreta. “Antonio no sólo ha producido, sino que la ha hecho tal como era. En EEUU me ofrecían producirla, pero modificando sustancialmente el guion, y quedaba otra película. Ha sido fiel a las intenciones iniciales, que era hacer ciencia ficción clásica, con un componente filosófico”, explica el realizador.

Y es que a Banderas le gusta el riesgo. “A Antonio le atrajo que era poco habitual y que era en español. Él tiene la vocación de hacer mejor al cine español. Es valiente, porque se lo puede permitir”, cuenta Ibáñez sobre la implicación del actor.

Western, sí. Blade Runner, no

En Autómata hay una mezcla de influencias y clásicos de la ciencia ficción claramente reconocibles. Todo espectador que vea una ciudad del futuro oscura, con edificios amenazantes y grises, un ambiente plomizo y una lluvia constante, pensará inmediatamente en Blade Runner.

Una referencia que parece molestar a Gabe Ibáñez. El realizador reconoce la influencia de Asimov y el western, pero cree que, aunque es inevitable que el espectador piense en el filme de Ridley Scott, esto es producto de un desconocimiento de los clásicos del género.

“Es inevitable que te sugiera Blade Runner, sobre todo si no has visto muchas películas de inteligencia artificial antes, que es lo que le pasa a la gente. Pero el gran referente es el cine de ciencia ficción de los años 60, que era clásica y que se basaba en un cine para adultos, con tramas entretenidas, a modo de thriller o de western, pero que tenían un trasfondo filosófico. Películas como El planeta de los simios, o Colosus, o La amenaza de Andrómeda. La gente ha visto poca ciencia ficción aparte de Blade Runner”, explica.

Y es que el director del filme cree que este género, especialmente su versión más clásica, no está destinado a un gran número de espectadores. "Va a grupos muy concretos, no es para todos los públicos, no a todo el mundo le gusta. En España es muy difícil que financies una película de ciencia ficción en español para verse sólo aquí. Necesitas dedicarte al mercado internacional", añade Ibáñez.

Su filme ya ha podido verse en países como Rusia, Tailandia y EEUU. Para concebir el filme Ibáñez ha trabajado cuatro años. Ya en las presentaciones de su anterior trabajo empezó a escribir el guion de Autómata, y así surgió un proyecto al que se ha dedicado en cuerpo y alma.

"No sabes cuántas películas vas a hacer en tu vida. Dirigir una peli es un esfuerzo muy grande, es una apuesta vital, porque dedicas muchos años de tu vida y es muy importante estar satisfecho con lo que has hecho o con lo que has intentado hacer. Una cosa que aprendes cuando eres director es que sacar proyectos es tan complicado y tan incierto, es tan difícil que las cosas salgan adelante, que el proyecto en sí tiene que valer la pena que sea desarrollado", explica a este periódico.

Una pasión que le ha llevado a levantar un filme de ciencia ficción en una cinematografía sin tradición en el género y en la que le gustaría seguir trabajando, aunque tiene claro que irá donde le llamen.