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De la 'revancha' al musical, la Guerra Civil en el teatro español
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el teatro de la memoria hoy

De la 'revancha' al musical, la Guerra Civil en el teatro español

Las obras ambientadas en la contienda y la posguerra proliferan bajo una nueva mirada lejos de estereotipos pero abordar el tema no es tan fácil como parece

Foto: Pablo Messiez dirige 'La piedra oscura' en el Teatro María Guerrero (MarcosGpunto)
Pablo Messiez dirige 'La piedra oscura' en el Teatro María Guerrero (MarcosGpunto)

La novela histórica es la que más se vende. Sin embargo, lo histórico en el cine español tiene el sambenito de guerracivilista. ¿Y en el teatro? ¿Cómo es elteatro de la memoria que se hacehoy y cómo se ha tratado la Guerra Civil y la posguerra en los escenarios de la democracia?Hoy, en este siglo XXI, la generación de "los nietos"retoma con renovadas ganas nuestra historia para subirla a las tablas con unamiradamás poliédrica, conciliadora y distante. Miranal pasado no para evocarlo sino para revisarlo, cuestionarlo y entenderlo. Y el humor, e incluso el musical, es hoy una arma tan válidacomo cualquier otra. Eso sí, sigue siendo un tema que no se ve tanto como debería.

“No se ha abundado mucho si lo comparamos con otros países de Europa. Se empieza a tratar ahora probablemente porque la generación de los nietos somos los que estamos escribiendo”, asegura la dramaturga y director Laila Ripoll, autora de varios montajes sobre la memoria histórica, el último El triángulo azul que se estrenó la temporada pasada. “Se hacen muchos textos pero el teatro está viviendo la época más oscura y siniestra de su historia y eso hace que no se puedan hacer obras ni de memoria ni de nada. El teatro hoy es un desierto”, afirma.

Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, también coincide en ese diagnóstico sobre la imposibilidad de hacer hoy montajes con amplios elencos. “Todavía tenemos grandes lagunas en la memoria de lo que es nuestra historia”, prosigue.

Se hacen muchos textos pero el teatro está viviendo la época más oscura y siniestra de su historia y eso hace que no se puedan hacer obras ni de memoria ni de nada. El teatro es hoy un desierto

“Echo en falta relatos de los nietos con una mirada con más distancia y objetividad. Hay una tendencia a mirar esos 40 años sombríos de Franquismo desde un lugar excesivamente ideologizado, con prejuicios y estereotipos. Y eso hace que las visiones a veces no sean todo lo realistas que pretendidamente pretende ser. El problema es que la memoria se ha utilizado muchas veces y se ha contado la historia como un tebeo o para convencidos. Se ha distorsionado la historia y la historia es una cosa muy seria”, explica.

José Luis Alonso de Santos, dramaturgo, director teatral y presidente de la Academia de Artes Escénicas, añade un dato nuevo: La distancia “ayuda a abordar el tema con mejores ojos y más madurez” pero no hay que olvidar que la guerra y la posguerra “son un tema ajeno y lejano para las nuevas generaciones. A los jóvenes les suena hoy como la guerra de Napoleón”.

placeholder 'El triángulo azul', dirigida por Laila Ripoll
'El triángulo azul', dirigida por Laila Ripoll

Lo que sí parece cierto es que en la actualidad “hay un cierto interés por activar la memoria histórica y desenterrar esta etapa que quedó silenciada. Y si no ocurre lo suficiente, debería”, reflexiona José Sanchis Sinisterra, autor, entre otros, de ¡Ay, Carmela! y Terror y miseria en el primer franquismo. “Es muy necesario que hubiese una verdadera revisión de cómo hemos llegado hasta aquí, porque mucho de lo que nos ocurre hoy no se explica si olvidamos los 40 años de dictadura y que en 1939 no se firmó la paz sino la venganza de los vencedores. Los vencedores se han comportado como si el país fuese un botín de guerra. La corrupción a mansalvaque practican hoy los políticos sigue los hábitos de sus padres y abuelos, que a la sombra del Franquismo usaron el país como un botín de guerra", añade.

El punto de inflexión

Nuestra historia se ha paseado por los escenarios con un tono muy dispar. Desde ese teatro de derechas, triunfalista y revanchista que se hacía bajo el yugo del Franquismo, cuando las obras de los exiliados no llegaban a España y las que se hacían dentro del país eran silenciadas por la censura, hasta el auge en la Transición y la llegada de obras como ¡Ay, Carmela! (1985 y estrenada en 1987), de Sanchis Sinisterra, o Las bicicletas son para el verano (1977 y estrenada en 1982), de Fernando Fernán-Gómez. Ambas suponen un cambio en la mirada y el lenguaje escénico, cuya estela hoy sigue vigente en las nuevas dramaturgias.

Aunque el estreno de El tragaluz (1967), de Antonio Buero Vallejo, fue el punto de inflexión en el tratamiento de nuestro pasado. Con esta obra apareció la memoria colectiva y el costumbrismo, las consecuencias compartidas e incluso la distancia como nuevas formas de contemplar un pasado que entonces era muy presente.

“Lo importante de la ficción sobre la guerra no tiene tanto que ver con el dato histórico, porque para eso están los historiadores y los sociólogos, sino con lo humano. La historia está ahí y se juzga por lo que fue pero el teatro tiene que dejar lo politizado y ser una ocasión de encuentro con el otro. Lo importante de esta generación es que no tiene tanto miedo a nombrar ciertas cosas y lo hace desde la compasión y la distancia, no desde el panfleto”, ejemplifica Alberto Conejero, cuya obra La piedra oscura se acaba de estrenar en el Teatro María Guerrero, sobre el nuevo tono del teatro de la memoria.

Es muy necesario que hubiese una verdadera revisión de cómo hemos llegado hasta aquí, porque mucho de lo que nos ocurre hoy no se explica si olvidamos los 40 años de dictadura y que en 1939 no se firmó la paz sino la venganza de los vencedores

Hoy esa mirada sigue consolidándose y probablemente la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007, y la apertura de las causas de los desaparecidos del franquismo por el juez Garzón un año después han sido los dos revulsivos de esta proliferación de textos y montajes sobre la guerra y la posguerra vistos desde la idea de confrontación histórica. No se busca la revanchasino cotejar de forma rigurosa el pasado para entender el presente.

“Hay un antes y un después con la aparición de la Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica. En la literatura es un tema que lleva presente mucho tiempo pero en el teatro es importante la aparición de esta asociación y saber que hay más de mil muertos en las cunetas. No podemos ser indiferentes ante esto”, dice Ripoll.

Ella, rememora, hizo su primera obra –La ciudad sitiada (1996)- en plena guerra de Yugoslavia y recién llegada de Centroamérica. “Me sorprendió cómo hablaban de la guerra y el horror como de algo cotidiano y me recordó a mis abuelas. De eso va la obra, de cómo una situación anormal se convierte en algo cotidiano. Cada uno escribe de lo que le duele y le rodea y esta situación de injusticia tan manifiesta que se da en este país a mí no me deja indiferente”.

Lo cierto es, analiza Francisco Gutiérrez Carbajo, profesor de Literatura en la UNED, que “el teatro que se escribe en la actualidad alcanza cotas semejantes a las del teatro español de las mejores épocas. Y en el tratamiento de este asunto no es ninguna excepción. Destaca por su compromiso político, social y muy especialmente por su compromiso con el texto”.

Si bien la Guerra Civil despierta interés en los dramaturgos, “hoy los autores teatrales atienden también a otros temas bélicos más recientes como la Guerra de Irak, los atentados de las Torres Gemelas o el 11M. Las obras de algunos dramaturgos más representativos de nuestros días como Juan Mayorga, César López Llera y Alfonso Vallejo son buenas muestras de ello”. Lo que sí deja claro Gutiérrez Carbajo es que el tratamiento de la contienda civil en el teatro de hoy “no presenta grandes diferencias con las obras de Fernán-Gómez o Sanchis Sinisterra” a excepción de los musicales que van apareciendo adoptando un “tratamiento mucho más lúdico”.

Un tono nuevo más saludable

La distancia y el abandono de los clichés es pues la tónica general del teatro de la memoria que se hace hoy pero también se están abriendo nuevos caminos, hace décadas impensables, como el musical. Dos buenos ejemplos son Hendaya, el musical, reestrenada el pasado sábado en el Teatro del Barrio, y La princesa roja, un musical centrado en la figura de José Antonio Primo de Rivera cuya intención es verse esta temporada, tal y como avanzó El Confidencial.

placeholder 'La cena de los generales', de José Luis Alonso de Santos, en el Teatro Español en 2009

“Es muy sano porque ese teatro de resistencia y recuperación de la voz de los vencidos tenía un tono muy cejijunto, muy grave y dramático. Que aparezcan estos tonos es un síntoma de salud porque utilizar el humor y la música, en apariencia frívola, es un modo de eliminar tabúes y el silencio que ha prevalecido durante décadas”, señala Sanchis Sinisterra.

Ese tono es heredero de su ¡Ay, Carmela!, una obra que sigue representándose cada año por todo el mundo. Recuerda que la crítica de la derecha la minimizó y tachó de sainete y partidista en el estreno en 1987. “Escribí la obra en 1985 para que se estrenara al año siguiente para la conmemoración del Golpe de Estado porque me temía, como ocurrió, que la conmemoración impulsada por el PSOE no iba a ser suficientemente enérgica sino tan de guante blanco como fue la Transición”.

Lo que le impulsó a escribirla, añade, tiene muchos paralelismos con la actualidad. “Esta reaparición de este tema en el teatro, que ojalá vaya a más, es una reacción a la política oficial tan cobarde con la recuperación de la memoria histórica. Lo de Garzón es indecente. Puede que sea una especie de revancha a ese propósito de silenciarnos”.

Juan Carlos Mestre da vida a Franco en Hendaya, el musical. Cuando Adolfo encontró a Paco, un espectáculo hilarante que recrea desde la ficción ese encuentro entre los dictadores el 23 de octubre de 1940 con canciones originales y un tono irónico y oxigenado más que necesario. La obra nace a partir de un corto de Pepe Macías y está escrita por Macías y Carla Guimaräes.

Lo importante de esta generación es que no tiene tanto miedo a nombrar ciertas cosas y lo hace desde la compasión y la distancia, no desde el panfleto

Perono es todo tan sencillo. Mestre confirma que han tenido muchos problemas para programar la función. Algo, subraya, “que no debería ocurrir porque habla de nosotros, de lo que somos. De cada diez programadores nueve nos dicen que no y muchos por temor a tener problemas con los concejales de su ciudad. No debería haber problemas para hacer una obra como esta pero las instituciones, que pagamos entre todos, no son capaces de programar una cosa que habla de nuestra historia”.

Y si estos últimos días años el teatro de la memoria revive, por delante nos espera más. En primer lugar, el CDN está trabajando ya con José Ramón Fernández en la adaptación teatral de las seis novelas que forman El laberinto mágico de Max Aub y Caballero confirma que Sastre y Buero Vallejo también se verán sobre el escenario. Sanchis Sinisterra explica que dos colectivos quieren montar Terror y miserias del primer franquismo y está trabajando en “cuatro o cinco escenas más” que ya tenía empezadas, aparte de las nueve que forman la obra original.

Alonso de Santos confirma que esta temporada se verá una nueva comedia que ha escrito ambientada en la Guerra Civil y que sigue la estela de La cena de los generales, llevada a escena en 2008 (aunque escrita una década antes) por Miguel Narros y Andrea D’Odorico. Yel profesor Gutiérrez Carbajo destaca “una obra inédita sobre la contienda, escrita por el José Manuel Corredoira, dramaturgo elogiado por escritores tan prestigiosos por Fernando Arrabal y Juan Goytisolo, y que sí supone una auténtica innovación en el tratamiento de este tema. Esta obra, cuyo título no me atrevo a desvelar, va a constituir un auténtico hito”.

La novela histórica es la que más se vende. Sin embargo, lo histórico en el cine español tiene el sambenito de guerracivilista. ¿Y en el teatro? ¿Cómo es elteatro de la memoria que se hacehoy y cómo se ha tratado la Guerra Civil y la posguerra en los escenarios de la democracia?Hoy, en este siglo XXI, la generación de "los nietos"retoma con renovadas ganas nuestra historia para subirla a las tablas con unamiradamás poliédrica, conciliadora y distante. Miranal pasado no para evocarlo sino para revisarlo, cuestionarlo y entenderlo. Y el humor, e incluso el musical, es hoy una arma tan válidacomo cualquier otra. Eso sí, sigue siendo un tema que no se ve tanto como debería.

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