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Vida y milagros de un clandestino
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Vida y milagros de un clandestino

La exposición 'Somos migrantes' de la ONG Entreculturas retrata a través de 30 fotografías la cruda realidad que sufren cada día los migrantes

Foto: 'Somos migrantes' pone rostro y miradas a la migración (Leslie Searles)
'Somos migrantes' pone rostro y miradas a la migración (Leslie Searles)

"Partimos con la esperanza de encontrar la tierra prometida, pero ahora como náufragos sobrevivimos en el viejo mundo (...) Una parte de nosotros muere para reinventarse porque los forasteros no hemos pagado nuestro boleto en vano. Las fronteras ya las hemos cruzado, resistimos estoicamente porque después detanto, nosotros hemos aprendido a ser sin pertenecer”. Rosa Isabel Cuc es migrante. Salió de su pequeño pueblo, de mayoría indígena, de México cuando tenía 14 años porque quería estudiar Bachillerato e ir a la universidad. Desde entonces, el camino se ha convertido en su tierra. Sus paradas: México DF, Mozambique, Guatemala, Nicaragua, Copenhague.

“Tenemos el tiempo y el espacio roto”, resumía a la perfección ayer en la presentación de la exposición Somos migrantes, que ha organizado la ONG Entreculturas en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) hasta el 23 de diciembre. Una muestra fotográfica que pone rostro, miradas, manos y, sobre todo, historias a la realidad que sufren día a día miles de migrantes en todo el mundo a través del trabajo de 11 fotógrafos.

Cada año más de un millón y medio de mexicanos y 300.000 centroamericanos intentan cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. Sólo un 15% lo consigue. Antes, tanto los que consiguen rozar ese american dream como los que se quedan en la frontera o son deportados, se han tenido que enfrentar a un viaje duro, solitario y muy peligroso plagado de abusos, extorsiones, secuestros, violaciones, torturas… Una cruda realidad que no copa los titulares y que esta exposición pone delante de nuestras acomodadas narices.

La exposición, que ya se pudo ver en México DF y el año que viene recorrerá el país incluyendo una sección dedicada a la migración de la frontera española, se centra en la ruta que va desde México a EE UU aunque también se detiene en los miles de haitianos que han partido hacia Brasil tras el terremoto. Aunque en realidad el punto del mapa es secundario porque la migración es un fenómeno global. Sólo este año han muerto en el Mediterráneo más de 3.500 personas intentando alcanzar una vida mejor y escapando de la miseria, la guerra o la violencia.

El norte es largo y peligroso

El norte es el objetivo. Pero hasta llegar a él, con suerte, la ruta se adentra por México con el traqueteo de un tren como banda sonora. No piensen en trenes cómodos ni en los que puedan recordar de hace sesenta años. Son trenes de mercancías, donde lahacinación es la única clase disponible y al que uno no accede sino que se sube en marcha cuando, con algo de suerte, disminuye la velocidad. Les llaman La bestia-Ferromex, precisamente por la cantidad de muertos y mutilados que deja tras de sí. Los altos bajo techo, si los hay, suelen tener lugar en la red de albergues y casas del migrante cercanos a las vías con las que trabaja Entreculturas, junto al Servicio Jesuita de Migrantes México.

Esta exposición recorre ese camino. Lo hace con paradas en el Albergue 72 de Tenosique (Tabasco), llamado así por el asesinato a 72 migrantes en Tamaulipas y donde acuden sobre todo hondureños. Allí encuentran techo y comida además de asesoramiento y se les hace una ficha que recoge sus datos, a dónde van y los contratiempos que se han encontrado en el camino.

Santiago Llobet es el único fotógrafo español que participa en esta exposición. Y lo hizo por casualidad. Tras dejar de estar encima de su empresa y dedicarse a su pasión por las imágenes, se marchó a México varios añosy, tras el encuentro con los organziadores de la exposición,estuvo dos meses visitando la red de albergues de la ONG. Allí retrató a Verónica, una mujer hondureña que fue “asaltada, violada y se quedó embarazada. Después subió a La bestia, la volvieron a asaltar y la acuchillaron en la tripa matando a su feto. Ella misma se cosió las heridas y regresó a Honduras para que le sacaran al feto de dentro”, desvela con crudeza frente a su retrato.

A su lado, otra instantáneamuestra la caravana Liberando la esperanza, en las que cientos de madres recorren los albergues de Méxicoen busca de sus hijos migrantes desaparecidos. En un año, comenta, casi 10.000 inmigrantes son secuestrados. Por eso, agrega, su presencia en los albergues para hacer este trabajo, que define como “crudo”, generó temores. “Tenían muchos recelos porque pensaban que podía ser un secuestrador. Desconfían de todo. Es un colectivo que sufre mucho y vive en condiciones muy duras”, explica.

Los quesuperan el camino, llegan al Hotel Migrante, situado en la línea fronteriza que separa Mexicali con la ciudad estadounidense de Calexico. Más de 40.000 personasdeportadas han pasado por este centro creado en un viejo y abandonado hotel. Pero la exposición también mira a la triple frontera, esa que se forma entre Bolivia, Brasil y Perú y donde las redes de coyotes guían a los haitianos en un viaje que pasa por República Dominicana, Ecuador y Perú antes de tener que atravesar Brasil.

De una forma más conceptual y artística, la fotógrafa Mónica Lozano retrata en Borders las diferentes formas de cruzar la frontera en todo el mundo y cómo la necesidad y la desesperación agudizan el ingenio. En un diminuto cayuco de Senegal a las islas Canarias del que sólo sobrevivió este hombrede sus 13 integrantes (en la imagen), en la llanta de un coche desde Tánger a Algeciras, dentro de un colchón de Mali a Marruecoso mimetizado dentro de un asiento de un coche para llegar de Ciudad Juárez (México) a El Paso (Texas, EE UU).

"Partimos con la esperanza de encontrar la tierra prometida, pero ahora como náufragos sobrevivimos en el viejo mundo (...) Una parte de nosotros muere para reinventarse porque los forasteros no hemos pagado nuestro boleto en vano. Las fronteras ya las hemos cruzado, resistimos estoicamente porque después detanto, nosotros hemos aprendido a ser sin pertenecer”. Rosa Isabel Cuc es migrante. Salió de su pequeño pueblo, de mayoría indígena, de México cuando tenía 14 años porque quería estudiar Bachillerato e ir a la universidad. Desde entonces, el camino se ha convertido en su tierra. Sus paradas: México DF, Mozambique, Guatemala, Nicaragua, Copenhague.

Fotografía Inmigración México
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