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La película 'buenrollista' para unir a ingleses y escoceses
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seminci cierra con 'nuestro último verano en escocia'

La película 'buenrollista' para unir a ingleses y escoceses

'Nuestro último verano en Escocia' es una comedia ácida que trata el choque cultural entre ambos países. Una forma ligera de cerrar la Seminci

Foto: David Tennant y Rosamund Pike en 'Nuestro último verano en Escocia'
David Tennant y Rosamund Pike en 'Nuestro último verano en Escocia'

Los festivales siempre necesitan un par de películas para desengrasar. Dos o tres títulos más ligeros que permitan que el espectador no se deprima ante los dramas y filmes de autor que devora en una semana. Seminci lleva años dejando para el último día una comedia con muchas papeletas de llevarse el Premio del Público. En esta ocasión ha sido la británica Nuestro último verano en Escocia la que ha hecho reír a toda la sala durante hora y media.

Hacía tiempo que no se oían tantas carcajadas en el Teatro Calderón, pero el filme de Guy Jenkin y Andy Hamilton consigue con su equilibrio entre mala leche, humor británico y dosis de sentimentalismo robar el corazón del respetable. Para ello se sirven de un guion capaz de bromear sobre la muerte, los divorcios y los conflictos nacionalistas entre Inglaterra y Escocia. Una película cargada de buen rollo y perfecta para triunfar en taquilla.

Nuestro último verano en Escocia cuenta la historia de un matrimonio divorciado que acude con sus tres hijos (a cada cual más extraño) al cumpleaños del abuelo de las criaturas. Para ello acudirán a las Tierras Altas de Escocia, en un viaje que hará al padre reencontrarse con sus raíces. Una buena forma de estrechar lazos entre ingleses y escoceses y aliviar las tensiones de los últimos meses.

Los directores acudieron a Valladolid a presentar el filme, donde contaron a este periódico cómo, por cosas de la distribuidora, su filme salió en salas de Reino Unido una semana después del famoso referéndum: "De repente nuestra película se convirtió en una gran metáfora de la votación. La historia de una familia escocesa con muchos conflictos pero que permanece junta".

A pesar de tirar unas cuantas pullitas al asunto los directores creen que el tema no daría para dedicarle una película entera, eso sí, si lo hicieran sería desde el humor, su única forma de tratar las historias. "Instintivamente siempre nos acercamos a los temas de esta forma. Intentamos hacer humor negro con temas serios, algo usual en Gran Bretaña. Creemos que es más honesto y más cercano a la vida real. La vida no separa las cosas en tragedia y comedia, si vas a un funeral siempre hay momentos divertidos que rompen la rutina y son los que recuerdas", cuenta la pareja de directores.

Ambos creen que el humor no tiene por qué tener límites, sino que dependiendo del tema habrá que tener más cuidado en el tono. Curtidos en la televisión británica, su próximo proyecto no podía ser más fiel a esta máxima: "Ahora queremos hacer una comedia para televisión sobre una sala de control de drones, creemos que es cómico que alguien vaya a trabajar a una sala a matar gente. Pero hay que tener cuidado porque al final hablas de gente muriendo", explican.

Jenkin y Hamilton reivindican la comedia en los festivales, un género que suele ser peor recibido. "Es cierto, si te fijas en los Globos de Oro o en los Oscar, hay menos comedias. Tienen un sentimiento de que el drama es más importante", critican.

Para este filme los directores han confiado en un reparto que mezcla caras conocidas por el gran público como Rosamund Pike (Perdida), David Tennant (Doctor Who) y Billy Conolly (el único nombre en quien pensaron mientras escribían el guion), con tres semi novatos para los papeles de los hijos de la pareja protagonista, verdaderos robaescenas de la función y que salieron de un extenso casting.

Sin claros favoritos

El último día de competición también se presentó Little Feet, una película muy personal de Alexandre Rockwell, que filma a sus dos hijos en un trayecto iniciático hacia el río. El que dirigiera uno de los segmentos de Four Rooms ha creado un filme de apenas 60 minutos que tiene mucho de cuento mitológico. Sus héroes, sus acompañantes, una misión y miles de obstáculos para conseguirlo.

Lo hace con una estética personal, en blanco y negro y rodado en 16 milímetros, lo que otorga un grano especial a la imagen. En todo momento se busca identificar la película con la mirada de los niños. Una road movie desde el punto de vista de la imaginación desbordante de dos chavales que ante la falta de atención de su padre y la ausencia de su madre crean un mundo en el que lo más sencillo puede ser una aventura.

No hay una gran historia en Little Feet, pero sí mucha ternura y nostalgia. Es el regalo de un padre a la infancia de sus hijos, protagonistas de una película que debería entrar en un palmarés para el que no hay ninguna favorita clara.

Los hermanos Dardenne son los que han conseguido mayor unanimidad con su último filme, Dos días y una noche, pero su aura de directores premiables y con varios galardones a sus espaldas puede ir en su contra y que se tengan que conformar con algún premio menor como guion o actriz para Marion Cotillard, que deberá luchar contra Jessica Chastain por Miss Julie. Un año en Seminci con muy buenas interpretaciones femeninas y no tantas masculinas.

Otra de las películas que más papeletas tiene para triunfar en el palmarés es Kreuzweg (Camino de la Cruz), un filme que a través de 14 planos secuencia analiza el martirio de una niña dentro de una familia ultrareligiosa. Una película dura y necesaria, que además supone una apuesta formal de su director, una combinación perfecta para la Espiga de Oro.

En segunda lína una serie de películas que pueden dar la campanada: Whiplash (sería injusto que se fuera de vacío, y J.K Simmons es una perfecta espiga como mejor actor) y Mita tova (La fiesta de despedida), así como la veteranía de Volker Schlöndorff y Zhang Yimou, que puede que reciban un premio casi honorífico. Pero como siempre, son los miembros del jurado los que con su "fallo" decidirán quién es la gran triunfadora de una edición con un nivel notable, pero sin ningún filme que haya conmocionado al personal.

Los festivales siempre necesitan un par de películas para desengrasar. Dos o tres títulos más ligeros que permitan que el espectador no se deprima ante los dramas y filmes de autor que devora en una semana. Seminci lleva años dejando para el último día una comedia con muchas papeletas de llevarse el Premio del Público. En esta ocasión ha sido la británica Nuestro último verano en Escocia la que ha hecho reír a toda la sala durante hora y media.

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