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Mecenazgo, “hemos fracasado”
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los gurúes del arte lamentan la derrota

Mecenazgo, “hemos fracasado”

La élite de los actores culturales de este país se reúne para denunciar el fracaso y muerte de la prometida reforma de la Ley de Mecenazgo

Foto: Montaje de le exposición sobre la compañía Pixar, en Caixaforum de Madrid. (EFE)
Montaje de le exposición sobre la compañía Pixar, en Caixaforum de Madrid. (EFE)

El dicharachero ministro de Educación, Cultura y Deporte comparaba días atrás la frustrada reforma de Ley de Mecenazgo con un plato sopero y un solomillo y dejaba constancia de su implicación e interés en un asunto vital para la sostenibilidad de la cultura, la educación o la investigación. El gobierno de Mariano Rajoy abanderó un cambio de modelo, alentado por la crisis financiera: las subvenciones del Estado desaparecerían y en su lugar entrarían las inversiones de las empresas. En cuatro años el actual Ejecutivo ha retirado más de 300 millones de apoyo al desarrollo cultural y, lo peor de todo, no ha creado el instrumento responsable de recuperar esa inversión de la parte privada.

“Hemos fracasado”, ha dicho de manera rotunda Leopoldo Rodés, presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo, que impulsa "la Caixa", sobre dicha ley, en un almuerzo en Caixaforum con la prensa y notables actores de la cosa cultural, como Alicia Koplowitz (Presidenta de la Fundación Alicia Koplowitz), Guillermo de la Dehesa (presidente del Real Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), Javier Gomá (filósofo, ensayista y director de la Fundación Juan March), Miquel Barceló (artista) y Carlos Usandizaga (coleccionista y miembro del Patronato de la Fundación Miró).

En las declaraciones del lobby han quedado patentes las tres visiones irreconciliables de la financiación cultural: la del Presidente y su ministro de Hacienda, que entienden la inversión privada en cultura, educación o investigación como un capricho personal sin rendimiento social y con perjuicio sobre la recaudación, a pesar de pedirla para suplantar el gasto del Estado. Mariano Rajoy lo advirtió en su única visita al Museo del Prado, en enero de 2013: “El mecenas no espera nada a cambio”. Una declaración de principios, que anunciaba la muerte de la cacareada Ley de Mecenazgo por el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle.

Dos, la visión de las fundaciones, instituciones, empresa y organismos culturales, que entienden su labor como un acto de interés general, en el que demandan la complicidad del Estado para mantener sus tareas. Y luego está la visión del catedrático Francisco Calvo Serraller, inspirada en la falta más en las musas que en el escenario.

Desgravaciones fiscales, ventajas sociales

“La desgravación cumple una función social. ¿Debe el ciudadano financiar el coleccionismo, por ejemplo? Sí, porque el coleccionismo contribuye a una función social. El capricho personal puede ser de interés general”, aseguró Javier Gomá, contrapunto en la mistificación de la panacea del mecenazgo entendido como desgravación. “El arte siempre ha tenido mecenas y nunca ha habido Ley de Mecenazgo. Cuando hablamos de esta nos referimos a desgravaciones en el IRPF y el Impuesto de Sociedades, pero no es eso. Me parecen una maravilla las rebajas, pero sólo cuando el Estado se lo pueda permitir”, añadió y dijo que todo ciudadano que pague sus impuestos es un mecenas.

Sin embargo, los convocantes del acto plantearon y entregaron un borrador al Ministerio, en el que se proponía un desarrollo de la norma con tres ejes: un observatorio, formación y reconocimiento, además de las ventajas fiscales. Todo eso ha quedado enterrado en la reforma fiscal, centrada únicamente en exenciones de impuestos. Precisamente, tal y como aclaró el Presidente en El Prado: “La generosidad de los mecenas no sólo depende de incentivos fiscales”.

Lassalle también apuntó ambicioso en entrevista con este periódico: “Con ventajas fiscales no basta, espero de este Gobierno una Ley de Mecenazgo”. Dado que el Gobierno no ha cumplido con sus deseos (ni él con los de la cultura), quizás debería preguntarse por su papel al frente de la institución de la que es responsable.

La Ley ha muerto

“Tenemos sensación de fracaso porque nuestro esfuerzo no ha servido para nada”, añadió lacónico Rodés. “Yo tenía esperanzas, y las tenía porque me las daban, pero el resultado es peor de lo que me podía imaginar. La Ley de Mecenazgo ha muerto y no tiene retorno”, sentenció el responsable de una Fundación que ha mantenido durante estos tres últimos años un programa para “promover los cambios estructurales (legales, fiscales y de percepción de la actividad), que mejoren la actividad de los agentes implicados en la conservación del patrimonio y la creación artística”.

El más vehemente de los participantes fue, sin duda, Miquel Barceló, quien añadió su decepción a la del resto. “Han dejado un jarrón delicado en manos de un chimpancé”, sentenció en una polémica comparación. El pintor se lamenta de la abdicación de la enseñanza del arte, de la desvinculación entre cultura y educación, como origen de todo este desaguisado. “En España, con grandes artistas, hay una desidia institucionalizada. En mi mercado, España ocupa el quinto lugar en compras. Este es un país de grandes funerales y la Ley de Mecenazgo es otro más”, detalló.

En el funeral a la carta también asistió Guillermo de la Dehesa, como representante de la supervivencia de los museos. El presidente del Patronato del Reina Sofía dibujó el carísimo panorama del mercado del arte contemporáneo al que el museo no puede acceder. “Hay poca obra y muchos compradores”. Precios por las nubes. “Cualquier millonario, en cualquier país, compra y los museos no pueden alcanzar esas cifras”. Así que, explica, han creado la Fundación del Reina Sofía para que grandes empresas inviertan en el museo o para conseguir la cesión de obras de artistas… Y Barceló enfrente, brazos cruzados y escuchando como el gran damnificado por la línea editorial del director del museo.

Con gracia, el financiero responsable de atraer finanzas, explica que su trabajo consiste en “dar sablazos”, en busca de patrocinios o ayudas. Pero con pedir no basta. De la Dehesa explicó que él viaja a países latinoamericanos para buscar coleccionistas que han invertido en arte como valor seguro ante las alteraciones y devaluaciones de la moneda. El más puro sentido por lo artístico, vamos. “Esos son los coleccionistas que yo traigo, porque los grandes empresarios van al MoMA”, dijo.

En su particular visión economicista de la historia reveló que el coleccionismo ha dado más rentabilidad económica a este país, que ninguna de las otras actividades. “Una vez le dije al rey qué hubiese sido de España si la monarquía en vez de invertir en arte, lo hubiesen hecho en deuda pública”, y en eso De la Dehesa coincide con Podemos. La guinda la puso el Barceló más decepcionado y rabioso: “España no se da cuenta de que la cultura es su mejor inversión de futuro”.

El dicharachero ministro de Educación, Cultura y Deporte comparaba días atrás la frustrada reforma de Ley de Mecenazgo con un plato sopero y un solomillo y dejaba constancia de su implicación e interés en un asunto vital para la sostenibilidad de la cultura, la educación o la investigación. El gobierno de Mariano Rajoy abanderó un cambio de modelo, alentado por la crisis financiera: las subvenciones del Estado desaparecerían y en su lugar entrarían las inversiones de las empresas. En cuatro años el actual Ejecutivo ha retirado más de 300 millones de apoyo al desarrollo cultural y, lo peor de todo, no ha creado el instrumento responsable de recuperar esa inversión de la parte privada.

Alicia Koplowitz Reforma fiscal Museo del Prado
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