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Las cooperativas de las salas de cine se alían para sobrevivir
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Las cooperativas de las salas de cine se alían para sobrevivir

Los espectadores españoles se movilizaban para reabrir las salas de sus barrios. Ahora quieren crear una asociación que agrupe a todos estos cines pequeños

Foto: Los Renoir Majadahonda se convierten en una cooperativa para esquivar la muerte
Los Renoir Majadahonda se convierten en una cooperativa para esquivar la muerte

La exhibición cinematográfica ha dejado de ser un negocio para convertirse en un quebradero de cabeza. Cuando se pensaba que el enemigo principal de las salas era la piratería, muchas de ellas fueron derrotadas por la crisis económica, un inquisitivo plan obligatorio de digitalización y la subida del IVA cultural al 21%. La tormenta perfecta acabó saldándose con el cierre de cientos de salas en todo el país. Cuando parecía que tendríamos que conformarnos con los cines de centros comerciales para el resto de nuestra vida, la cosa empezó a cambiar.

Como por arte de magia, empezaron a abrirse cines en diferentes localidades de España. Los espectadores se movilizaban para reabrir las salas de sus barrios. Una tendencia que se ha ido extendiendo por diferentes ciudades y ahora quiere subir la apuesta: crear una asociación común que agrupe a estos cines ciudadanos.

La iniciativa de CineCiutat de Mallorca originó el fenómeno. Tras el cierre de los cines Renoir en Palma, una asociación de vecinos se hizo con el control del complejo a través de una cooperativa. Unos meses después ocurría lo mismo con los Renoir de Majadahonda, que pasaron a llamarse Cines Zoco. Ambos siguen funcionando actualmente y son solventes gracias a las cuotas que pagan sus socios y el dinero que hacen en taquilla.

“Cuando propusimos abrir los antiguos Renoir nos llamaban 'románticos'. Pero ahora sabemos que es al contrario, la cinefilia está volviendo a las salas y están rehabilitando cines cerrados. Es un fenómeno cada vez más normal, que se hará más visible en los próximos años. Por esa razón estamos en vías de crear una asociación que agrupe a todos los cines pequeños que existen o se están creando en España”, explica Pedro Barbadillo, una de las caras visibles del proyecto mallorquín, a El Confidencial.

Nuevas propuestas, tanto colectivas como individuales, que han devuelto el cine a lugares dónde había desaparecido. Este mismo año nacía en Barcelona Zumzeig Cine y salían a la luz propuestas como Numax en Santiago o Cines Pathe en Sevilla.

Unos negocios que se ven obligados a luchar contra los gigantes de la exhibición cinematográfica y, para ello, tienen que ofrecer un producto diferente. Muchos defienden la versión original y buscan mayor diversidad en la programación, pero también intentan atraer al público a través de coloquios con actores o directores, cinefórums o talleres para niños, entre muchas otras propuestas

Algo más que una sala

“Ahora el cine es un espacio cultural mucho más abierto. Organizamos presentaciones de libros, talleres, encuentros con creadores y servimos como espacio común para la comunidad”, explica Barbadillo., cuya idea es convertir cada proyección en un evento. “De la misma manera que la industria musical ha vuelto a los conciertos, el cine volverá a las salas, y el espectador será el protagonista”, zanja.

Esteban Bernatas dirige Zumzeig Cine en Barcelona, otra de las salas que apuestan por el cine alternativo. Aunque no se trata de una cooperativa, esta Sociedad Limitada tiene menos de un año de existencia, y entre sus apuestas está un bar que dinamice las relaciones sociales.

“Aunque estemos en el país de Europa que más descarga ilegalmente, pensamos que hay una manera de traer a la gente a la sala de cine. Actualmente estamos editando un catálogo de distribución. Queremos colaborar con otros espacios y distribuir un cine en versión original más atípico, personal y que no dispone de muchas salidas en nuestro país”, cuenta Bernatas a El Confidencial.

Santiago vuelve a tener cine

El tercer ejemplo lo ha protagonizado Numax, una cooperativa gallega dispuesta a rehabilitar un antiguo edificio del centro de Santiago para abrir un cine, una librería y un laboratorio de creación. Un espacio que podría abrirse en la primavera de 2015, si los plazos continúan según lo previsto. Carlos Hidalgo es uno de los integrantes de la cooperativa, y ha explicado a El Confidencial el estado del proyecto.

Actualmente están buscando el apoyo de avalistas particulares para levantar el negocio. Han organizado un aval mancomunado de 300.000 euros y, gracias al apoyo de más de 120 personas han logrado llegar a 250.000 euros en total. Cualquier persona interesada con el proyecto puede aceptar la responsabilidad y convertirse en uno de sus avalistas.

“Consideramos Numax como un acto de resistencia con carácter combativo tras el cierre de la mayoría de las salas ahogadas por la digitalización, la crisis y el restrictivo modelo de distribución. Tanto los cines como las librerías son negocios controlados mayoritariamente por oligopolios que complican la existencia de propuestas más pequeñas como la nuestra. Las grandes distribuidoras ayudan a las grandes exhibidoras”, sugiere Hidalgo.

Además de reavivar y acercar la cultura cinematográfica a Santiago, sus intenciones son crear nuevos espacios culturales comunes en la localidad gallega. “Nos apoyamos en el espíritu colectivo del cine para crear un espacio de diálogo que consideramos necesario. Queremos que la gente vuelva a sentirse como espectadores”, comenta Hidalgo.

Su idea es crear un espacio colectivo más estable y con mayor continuidad que los macroeventos que proponen actualmente las instituciones para fomentar la cultura. Tienen pensado programar tres películas al día entre semana y cuatro los fines de semana, además de un programa llamado Numax presenta en el que los creadores se acercarán al espacio para presentar sus películas y tener un encuentro con el público.

Una falta de educación

Otro punto en común que tienen todas estas salas es su vocación pedagógica, un interés incipiente por conseguir educar la visión de los espectadores, que han perseguido a través de diferentes propuestas. Desde Mallorca, CineCiutat ha aceptado la responsabilidad que conlleva esta alfabetización audiovisual a través de talleres y cursos dónde niños de diferentes edades pueden aprender a ver y a hacer cine.

La cooperativa gallega de Numax ofrece una propuesta similar: “Creemos que educar al público a través del cine es conveniente y necesario, por lo que estamos moviendo un programa educativo”, comenta Carlos Hidalgo sobre su intención de formar al profesorado a través de un programa pedagógico para institutos y colegios.

Zumzeig Cine también ha presentado un proyecto llamado “De la escuela al cine” con el que pretenden acercar la cultura cinematográfica a grupos de niños y adolescentes. Para Esteban Bernatas se trata de una cuestión urgente y cita a Alain Bergala para referirse a este asunto. "El crítico francés habla de la 'amnesia' del nuevo espectador de cine ante las nuevas tecnologías. Un olvido que es producto de unas circunstancias que, poco a poco, han ido separando la cultura cinematográfica del individuo medio. Si no actuamos pronto, las nuevas generaciones dejarán de ir al cine".

La exhibición cinematográfica ha dejado de ser un negocio para convertirse en un quebradero de cabeza. Cuando se pensaba que el enemigo principal de las salas era la piratería, muchas de ellas fueron derrotadas por la crisis económica, un inquisitivo plan obligatorio de digitalización y la subida del IVA cultural al 21%. La tormenta perfecta acabó saldándose con el cierre de cientos de salas en todo el país. Cuando parecía que tendríamos que conformarnos con los cines de centros comerciales para el resto de nuestra vida, la cosa empezó a cambiar.

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