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El líder de White Stripes resucita la venta de vinilos
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JACK WHITE, REY DEL MARKETING MUSICAL

El líder de White Stripes resucita la venta de vinilos

El disco 'Lazaretto' de Jack White se ha convertido en el álbum más vendido en vinilo en los últimos veinte años con 60.000 copias

Foto: El músico Jack White en el festival de jazz de Nueva Orleans, Luisiana
El músico Jack White en el festival de jazz de Nueva Orleans, Luisiana

Es innegable que, al frente del icónico dúo The White Stripes, Jack White realizó valiosas aportaciones al género garage y al todavía más competido y ortodoxo canon blues: Fell in Love with a Girl, Dead Leaves and the Dirty Ground, Ball and Biscuit...No lo es menos, sin embargo, que la meteórica trayectoria de la banda se benefició de otros factores no directamente relacionados con el valor absoluto de su producción.

Por ejemplo, el don de la oportunidad de entregar una obra de madurez –White Blood Cells (2001)– en el preciso momento de una de las últimas alternancias del foco de atención musical de Reino Unido a Estados Unidos, en que hasta una Albión en plena resaca post-britpop se rindió a los encantos de la escena yankee liderada por The White Stripes y The Strokes.

Tampoco es baladí un factor poco ponderado: el olfato de White para el marketing, que epitomiza la estricta adhesión de The White Stripes a una paleta cromática compuesta por el rojo, el blanco y el negro –inspirada según el músico en los buenos réditos en términos de identidad de marca que rindió a Coca-Cola,y a los nazis–, o la premeditada ambigüedad con que presentó su relación con la otra mitad del dúo, Meg White, dejando entre brumas durante años si se trataba de su hermana o, como acabó confirmándose, su ex-mujer, tras un efímero matrimonio entre 1996 y 2000.

Un tercer factor, esta vez sí directamente relacionado con las dotes compositivas de White, acaba de completar la hagiografía de The White Stripes y explica en gran medida todo lo que ha venido después: el monstruoso éxito crossover de la canción Seven Nation Army, que no sólo garantizó su ingreso en un Olimpo del rock mainstream que admite pocas altas de un tiempo a esta parte –no muchas más en diez años que la suya, la de Queens of the Stone Age y la de Arctic Monkeys–, sino que seguro que rinde pingües beneficios en concepto de royalties ahora que se corea hasta en fortines inexpugnables para el buen gusto como las gradas de los campos de fútbol.

De The White Stripes a Third Man Records: más marketing, más ego

White es noticia esta semana porque su segundo trabajo en solitario, el indulgente pero ocasionalmente efectivo Lazaretto (2014), se ha convertido en el álbum más vendido en vinilo en los últimos veinte años. Es un hito un pelín adulterado porque, pese a la insistencia en el revival del formato, el elepé mueve unos volúmenes discretos desde mediados de la década de 1990. Sin embargo, las 60.000 unidades despachadas de su último producto son una buena excusa para desmigar la gran cruzada en que White se embarcó en 2009: la de su sello Third Man Records.

Aunque la marca existía desde 2001, fue hace cinco años cuando White se conjuró para convertirla en su ballena blanca. Fue entonces cuando el sello se mudó de Detroit a Nashville y abrió su sede al público con la firme vocación de devolver la espontaneidad y su dimensión tangible a la industria discográfica, según reza su propia web. Ni más ni menos.

Third Man Records se ha convertido desde entonces en la plataforma a través de la cual White ha desplegado una versión atiborrada de esteroides de su ya conocida obsesión por el marketing. También ha dejado a la vista las costuras de una profunda vanidad que ha acabado de airear la filtración a cargo de su segunda ex-mujer de una serie de correos en los que, entre otras lindezas, el rockero se indigna porque los hijos de la pareja compartan escuela con los de Dan Auerbach, mitad del dúo The Black Keys y némesis de un White que los ha tildado en repetidas ocasiones de mala copia de The White Stripes.

Delirios de grandeza aparte, las excentricidades de Third Man Records difícilmente sentarán un precedente en la industria o volverán al vinilo en un negocio lucrativo, pero sí han arrojado los mejores titulares de un nicho de mercado que parecía irreconciliable con la I+D.

El sello ha publicado vinilos con olor a melocotón, fluorescentes, un disco de doce pulgadas que esconde otro de siete al que sólo se puede acceder con maña y un destornillador... El propio elepé de Lazaretto muestra un holograma cuando se reproduce su cara B, y su single de adelanto logró el Record Guinness al disco publicado con mayor rapidez de la historia: en sólo cuatro horas, White pasó de grabar una toma en directo del tema a plancharla y ponerla a la venta.

¿Dónde? En su chiringuito en Nashville y en loor de fans y periodistas, naturalmente.

Es innegable que, al frente del icónico dúo The White Stripes, Jack White realizó valiosas aportaciones al género garage y al todavía más competido y ortodoxo canon blues: Fell in Love with a Girl, Dead Leaves and the Dirty Ground, Ball and Biscuit...No lo es menos, sin embargo, que la meteórica trayectoria de la banda se benefició de otros factores no directamente relacionados con el valor absoluto de su producción.