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Angel Dust, el DJ que "sobrevivió" a la cárcel panameña
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LA 2 ESTRENA EL DOCUMENTAL 'ANGELS & DUST'

Angel Dust, el DJ que "sobrevivió" a la cárcel panameña

Era un célebre DJ en Barcelona. Le acusaron de tráfico de drogas y acabó en una prisión de mala muerte

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Para quienes fuimos adolescentes en Barcelona en la segunda mitad de la década de 1990 e ingresamos en la mocedad durante el arranque de la de 2000, la figura del DJ y productor Professor Angel Dust raya el mito.

En mi caso, asocio el magisterio del professor a dos locales: el pequeño y vibrante Dot Club, en la calle Nou de Sant Francesc, y La Paloma, en la calle Tigre. La reminiscencia proustiana que dispara la reescucha de la remezcla de Dust del Oye como va de Tito Puente me devuelve como un enorme vergel de groove, suecas, disco, estupefacientes y luces estroboscópicas.

Hasta hace poco, en estos tiempos en que el eterno retorno ha acelerado su ciclo y todo vuelve más rápido que nunca, recordar esa escena sumía a sus feligreses en una contradicción, que oponía las ganas de revival a una doble circunstancia: el triste cierre de La Paloma por parte del Ayuntamiento en 2006 y el raro periplo que condujo a Angel Dust –alias de Francisco Ángel López Morán, o simplemente Paco– a una vida entre rejas en un centro penitenciario de Panamá.

De los mentideros a la pantalla

El coup de théâtre que condujo al oficiante a los platos de algunas de las mejores sesiones de la Barcelona más desacomplejada a una cárcel tropical olía a celuloide desde que el boca-oreja puso en circulación la historia de cómo Paco y su mujer, Kene, fueron interceptados en septiembre de 2008 con varios kilos de cocaína pegados a su cuerpo en el aeropuerto de Tocumen. Pero la casi obligatoria adaptación cinematográfica se ha demorado seis años, y aterriza este domingo en La 2 (22:00h) de la mano del documental Angels & Dust, dirigido por Hector Herrera.

La génesis de Angels & Dust tiene poco que ver con la de un documental al uso. Herrera decide viajar a Panamá en 2008 en compañía de su amigo Mauricio, hermano de Paco, pocos días después de su encarcelamiento y con una agenda clara, urgente y ajena a su faceta de realizador: llevarse a Sienna –la hija de dos años del matrimonio– del orfanato al que había sido confinada, pedir asesoría legal, y garantizar la protección de Paco en la cárcel de La Joya, uno de los complejos con peor fama de un país en que la política penitenciaria es una eterna asignatura pendiente.

Ese viaje, que relata la primera mitad del metraje de Angels & Dust, es el primero que realiza Hector a su país de origen desde su Barcelona adoptiva en siete años. ¿La causa de esa larga ausencia? Las amenazas de muerte que pesaban sobre él desde 2002, en que estrenó One Dollar: El Precio de la Vida, un documental sobre las bandas callejeras de Panamá que, además de una fatwa en el extremo sureste de América Central, le reportó el Premio especial del jurado del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Pero el riesgo de su regreso contrastaba con lo instrumental que podía resultar su ayuda a Mauricio,no ya para conducirse por las alcantarillas burocráticas de ciudad de Panamá, sino para gestionar la protección de Paco precisamente con algunos de los protagonistas de su ópera prima: Fat, ex-conductor del vehículo fúnebre de la fiscalía panameña reconvertido en taxista ilegal, y Lolo, antiguo integrante de la banda de los Krazy Killa y quizás el mayor hallazgo del objetivo de Herrera.

Él es de hecho el protagonista de una de las mejores escenas de Angels & Dust, en que, al teléfono con la madre de Mauricio y Paco, insiste en que sus dos hijos están a salvo, y que, de hecho, quien corre más peligro es el primero, recorriendo los bajos fondos de la gran ciudad, mientras Paco “está en un estudio de grabación” en el que Lolo considera especialmente meritoria la presencia de aire acondicionado.

La música: más que una terapia para el professor

Y es que la mediación de Hector y Mauricio no sólo permitió devolver a Sienna a Barcelona, iniciar la batalla legal para la liberación de Paco y Kene y protegerles del desgobierno penitenciario panameño, sino que favoreció el traslado de Paco de La Joya a El Renacer, una cárcel mucho más civilizada en que el preso y rapero Alberto Matón había montado un pequeño estudio de grabación que el professor colonizó y convirtió en su refugio.

Paco, en declaraciones a El Confidencial, se refiere a su ingreso en prisión como al día “en que mi vida se vino abajo como un juego de dominó. Nunca pensé que iba a acabar así, y de hecho durante los primeros tres o cuatro meses estaba convencido de que no iba a sobrevivir”. La salida de esa dura depresión se inició curiosamente por su condición de DJ, que, al hacerse pública, “me dio más libertad y me hizo ganarme el aprecio de muchos presos”.

Sobre su traslado a El Renacer, sin embargo, Paco matiza la visión estereotipada de que abandonó el infierno de La Joya para vivir prácticamente en un resort. “Incluso en el pabellón para extranjeros en el que ingresé originalmente, El Renacer era una cárcel controlada por las bandas en que presenciar un intento de asesinato a machetazos o hasta una muerte violenta era corriente”.

Dentro de El Renacer

Angels & Dust, que descarta la narrativa convencional de la voz en off o el texto sobreimpresionado para plantear al espectador una inmersión en el gueto panameño sin más guía que las nerviosas miradas de ojos azules de Paco y Mauricio –a ratos esperanzadas, otros desconsoladas–, logra otro hito gracias a la perseverancia de Hector: entrar en la prisión para hablar con Paco con ocasión del segundo viaje de Mauricio al país en 2010.

Esa incursión en El Renacer en el segundo acto del documental conforma además un documento tan irrepetible como las sesiones de Dust en la Paloma, porque la normativa de visitas de la cárcel se endureció exponencialmente en 2011 con el ingreso del único preso que rivaliza en fama con Paco entre los otros reclusos: el ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega.

En una de sus visitas a Paco, Hector recoge con su cámara el paso por El Renacer de la política panameña Roxana Méndez, que acabaría siendo alcaldesa de la capital del país entre 2012 y mayo de este año. Su tournée institucional por el estudio resume el tramo final de la historia de Paco: la del programa RAM de reinserción penitenciaria a través de la música, promovido por el DJ y productor y que acabó suscitando una complicidad institucional que dio un vuelco a su condena.

Paco atribuye su reencuentro con la música a su necesidad de obsesionarse por algo que ocupara el lugar de las preocupaciones inherentes a estar pendiente de un juicio en Panamá. “Tardé un año y medio en saber que iba a tener un juicio, y luego la fecha cambió hasta en dos ocasiones”, afirma. Por eso se volcó en unas tareas de producción que se plasmaron en más de 200 canciones, “de las cuales ocho o diez se convirtieron en éxitos en los guetos tras filtrarse a través de Internet”. “Esa notoriedad –apunta Paco– nos permitió traer al estudio a regueseros famosos como Japanese, Apache Ness o Boy-C (N. Del A.: cantantes panameños de reggae), y, más adelante, profesionalizar los festivales de la cárcel para convertirlos en eventos masivos con la participación de artistas como Lorna –la intérprete del famoso Papi chulo–”.

Regreso al principio

Tras ser condenado en 2010 a seis años de cárcel, el terapéutico reencuentro con la música impartió una reducción de 20 meses que devolvió la libertad al Professor Angel Dust en septiembre de 2013. Kene, su mujer, todavía permanecería unos meses confinada en Panamá, pero en primavera de este año se reencontró por fin con Paco y Sienna en Barcelona.

Más allá de la reducción de condena, Paco se muestra orgulloso de su paso por El Renacer, y extrae de hecho de ese esfuerzo “por sacar pecho y buscar una forma de estar bien en unas circunstancias tan adversas” una lección que ha acompañado su regreso a Barcelona y su vuelta a las cabinas: “de vuelta a la sociedad, te das cuenta de que aquí también vivimos en cárceles que a menudo creamos nosotros mismos”.

Aunque la redención de Dust por la vía de la producción musical plantea una épica irresistible y una perfecta moraleja, el impactante visionado de Angels & Dust hace que me resista a esa despedida y cierre. Quizás la providencia acabe devolviendo a mis pies a La Paloma y a Paco a la cabina, pero, dependiendo naturalmente de mi nivel de toxicidad, sé que por lo menos una parte de mí pensará en Panamá, en La Joya, en El Renacer, en Lolo y en Fat.

El professor está de vuelta, pero el nuevo centro penitenciario La Gran Joya sigue siendo una cárcel fantasma, siete presos fueron quemados vivos en el Centro de Menores de Tocumen por una negligencia policial presuntamente amparada por el presidente saliente, Ricardo Martinelli, y el nuevo inquilino del Palacio presidencial de las Garzas, Juan Carlos Varela, lucha por llevar al terreno de la realpolitik su pacto con las bandas callejeras para cambiar armas por perdón.

Por eso, la próxima vez que Tito Puente me pregunte lo de Oye como va, no creo que pueda conjurar más que un tibio depende.

Para quienes fuimos adolescentes en Barcelona en la segunda mitad de la década de 1990 e ingresamos en la mocedad durante el arranque de la de 2000, la figura del DJ y productor Professor Angel Dust raya el mito.