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El Forrest Gump sueco pierde el norte
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El Forrest Gump sueco pierde el norte

Llega a las pantallas la daptación del best-seller 'El abuelo que saltó por la ventana y se largó' un éxito literario y, ahora cinematográfico en Suecia

Foto: Fotograma de 'El abuelo que saltó por la ventana y se largó'
Fotograma de 'El abuelo que saltó por la ventana y se largó'

¡Testimooonios… hoy: Forrest Gump! La mítica frase de la sección de La hora chanante en la que Joaquín Reyes representaba bajo su filtro a personajes famosos recoge a la perfección la esencia de El abuelo qué salto por la ventana y se largó.

Pero no uno de los brillantes sketches que durante años protagonizó Reyes, sino uno que ni siquiera pasó el baremo de calidad del programa. Un ‘celebrity’ chusco, autoparódico y cutre. Una versión exagerada y pretendidamente graciosa.

Seguramente el director del filme, Felix Herngren, que adapta la novela de éxito sueca firmada por Jonas Jonasson, no sepa qué es La hora chanante, pero debería meterse un vena un especial de sus mejores momentos la próxima vez que se quiera meter en un terreno tan pantanoso como el del humor abusrdo-inteligente-referencial. Mientras tanto sólo le quedarán filmes hechos de retazos y buenas ideas puntuales que quedan soterradas por un inocentón sentido del humor y un extraño tono que nunca sabes si se toma muy en serio o muy en broma.

La idea de partida no puede ser más prometedora. Un anciano huye de la residencia el día que cumple cien años. El azar hará que consiga una maleta llena de dinero y que le persiga una banda de moteros mafiosos mientras el entrañable abuelo recuerda su vida.

Un argumento que se toma como excusa para repasar los acontecimientos más importantes del siglo XX en el viejo continente. Por los recuerdos del anciano pasan desde Franco, Stalin, la bomba atómica a Mayo del 68. Una versión sueca de Forrest Gump sin el encanto de esta.

Mientras que la película de Robert Zemeckis conjugó a la perfección las dosis de amabilidad y almíbar exactas con la historia americana (gracias a unos efectos visuales que sorprendieron a todo el mundo), el filme sueco nunca termina de cuajar.

Torpe en su presentación de personajes, cutre en la realización y la caracterización del protagonista (¿seguro que no es Joaquín Reyes?), un guion que subraya cada ocurrencia y cada diálogo hasta la extenuación y un gusto por los resortes más facilones en la historia. Porque nuestro abuelo descubrirá el mundo de nuevo, hará amigos para toda la vida e incluso algunos de ellos encontrarán el amor. Todo tan previsible como imprevisible son las vivencias que le han pasado al protagonista en su juventud.

Sólo alguna dosis de humor negro y un tratamiento de la muerte desprejuiciado se salvan en un conjunto que hace aguas y que nunca sabe si pretende ser paródico o no. Hay que tener mucho tino para presentar a los dictadores de una forma tan caricaturesca, y aquí se queda en un chiste sin gracia. Ver a Franco bailar de forma amanerada en una fiesta llena de todos los tópicos españoles tiene su punto morboso, pero como está planteada la escena no posee comicidad alguna.

Las situaciones de la historia reciente de Europa se suceden sin que haya una explicación lógica sobre por qué el protagonista se encuentra siempre en el momento oportuno en el lugar oportuno, y hay que ser muy condescendiente para entrar en este cúmulo de casualidades bienintencionadas.

El filme ha reventado la taquilla sueca, igual que el libro se convirtió en un best-seller. Suecia ya tiene a su Forrest Gump, por desgracia es uno más tonto y menos encantador que el de Tom Hanks.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó

Dirección: Felix Herngren

Duración: 114 minutos

Género: Comedia

Nacionalidad: Suecia

Reparto: Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg

¡Testimooonios… hoy: Forrest Gump! La mítica frase de la sección de La hora chanante en la que Joaquín Reyes representaba bajo su filtro a personajes famosos recoge a la perfección la esencia de El abuelo qué salto por la ventana y se largó.

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