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La revolución surrealista de Cartier-Bresson
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retrospectiva del fotógrafo en madrid

La revolución surrealista de Cartier-Bresson

La Fundación Mapfre trae a Madrid, tras su paso por el Centro Pompidou de París, la primera retrospectiva de toda la obra del fotógrafo creador de Magnum

El nombre de Henri Cartier-Bresson (22 de agosto de 1908 - 3 de agosto de 2004) es sinónimo del fotorreportaje. El fundador de la mítica agencia Magnum dedicó parte de su vida a captar con su cámaraLeica los acontecimientos que marcaron el siglo XX. La Guerra Civil española, la liberación de París o el entierro de Gandhi tuvieron su mirada como testigo de excepción.

El ojo del siglo XX, como se le conoce, tuvo sin embargo una carrera mucho más prolífica y amplia de lo que muchos piensan. El fotoperiodismo sólo fue una época de su vida, una más. Y el instante decisivo, el lema que popularizó, fue tan útil en esa época como falso en las demás.

Esa es la idea detrás de la retrospectiva sobre el fotógrafo que mañana inaugura la Fundación Mapfre, tras pasar previamente por el Centro Pompidou de París: Hay mucho Henri Cartier-Bresson que la gente no conoce. Facetas ignotas que el resto de muestras dedicadas al autor no han mostrado, perpetuando una idea de unidad errónea sobre su trabajo.

Las exposiciones dedicadas a la fotografía del francés siempre han sido centradas en áreas concretas de su obra, además de haberse mostrado siempre copias recientes de su trabajo, en vez de copias originales o fechadas en la época en la que fueron tomadas, dando una imagen de homogeneidad que nada tiene que ver con la realidad de Cartier-Bresson.

Se trata de la primera gran retrospectiva del autor tras su muerte (el próximo tres de agosto se cumplirán 10 años) y la más completa, como ha expresado el comisario de la muestra Clément Chéroux, que ha presentado en Madrid junto al Director del Área de Cultura de Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, que considera que por primera vez hay una “visión completa” del fotógrafo.

Chéroux ha subrayado la complejidad de la obra y la vida de Cartier-Bresson, una complejidad que se ha extendido a esta exposición que pretende mostrar “que no hay un Cartier-Bresson, sino que hay varios”.

Para mostrar estas diferentes caras y facetas del artista se ha optado por el orden cronológico para exhibir las más de 300 fotografías (además de publicaciones y vídeos), un criterio que nunca se había utilizado con el francésy que él rechazaba, ya que no quería que se historizara su obra, y tampoco quería ser parte de ella.

Tres son las fases principales en las que se dividió la carrera (y también la exposición) de Henri Cartier-Bresson, como ha contado el comisario. Una primera, que corresponde con su juventud, en la que se ve a un chaval de poco más de veinte años que se busca a sí mismo, que entra en un grupo surrealistay acaba “absorbiendo su estilo”.

Un estilo mucho más contemplativo que se aleja de lo que normalmente asociamos al creador. Cartier-Bresson entra en contacto con nombres como André Breton y René Clevel y sus primeras imágenes están claramente marcadas por las fotografías de Eugène Atget (mostrando escaparates, maniquíes y comercios).

¿Artista o reportero? Es la duda que tendrán muchos, pero que para Chéroux tiene una respuesta clara: las dos cosas. “Siempre tiene una gran calidad plástica derivada de su faceta artística, pero también una voluntad de documentación, de contar lo quepasaba. Eso es lo que le hace grande, que era las dos cosas a la vez, como una balanza que a veces se inclinaba para un lado y otras para otro".

A pesar de estas dos facetas existen dos puntos constantes en toda la obra de Cartier-Bresson: la calidad de la composición y su inteligencia. Una inteligencia que le hizo “comprender lo que ocurría y encontrar la fórmula visual para plasmar esa situación”.

Un cineasta comunista

La segunda parte de la exposición comienza a mediados de los años 30 y tiene que ver con el marcado compromiso político del fotógrafo. Afiliado al partido comunista, participa de forma activa con su cámara, publicando para medios del partido.

“Es un compromiso real, no flirtea con el comunismo”, ha contado Clément Chéroux para dejar claro que esta militancia marcó también la obra de Cartier-Bresson. Ese espíritu revolucionario hace que durante esta época coquetee con el cine, ya que considera que su impacto en el pueblo es mucho mayor, de ahí que incluso dirija un documental propagandístico en 1937 en plena Guerra Civil Española llamado La victoria de la vida, sobre la ayuda internacional a los comunistas y que se puede contemplar en la muestra.

La tercera etapa del artista que recoge esta exposición corresponde a la más conocida del autor, el momento en el que funda la agencia Magnum y que va desde el año 47 a finales de los 70, cuando recorre el mundo y es testigo de los acontecimientos más importantes del siglo XX: el entierro de Mahatma Gandhi, o el estado de la URSS tras la muerte de Stalin.

La exposición termina, igual que comienza, mostrando el regreso de Henri Cartier-Bresson a la pintura y al dibujo (en su primera época se mostró más interesado por la pintura que por la fotografía). Unos autorretratos que muestran su rostro envejecido, testigo de mil aventuras, y cada vez más consumido. El trazo se hace cada vez más débil hasta que su rostro casi se funde con el fondo. Una prueba más de lo poco que le gustaba aparecer en fotografías o ser captado: le horripilaba sentirse el estandarte de la fotografía.

Una retrospectiva que muestra las diferentes caras de un Cartier-Bresson “surrealista, comunista y humanista”, y las enseña en sus formatos originales, nada de grandes y ostentosas impresiones.

Cartier-Bresson seguirá siendo el padre del fotoperiodismo, pero a partir de ahora se le podrá ver con otros ojos: la mirada de las vanguardias y del compromiso político, que lo llevaron a luchar por sus ideales a la vez que apretaba el disparador en busca de ese instante decisivo.

El nombre de Henri Cartier-Bresson (22 de agosto de 1908 - 3 de agosto de 2004) es sinónimo del fotorreportaje. El fundador de la mítica agencia Magnum dedicó parte de su vida a captar con su cámaraLeica los acontecimientos que marcaron el siglo XX. La Guerra Civil española, la liberación de París o el entierro de Gandhi tuvieron su mirada como testigo de excepción.

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