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La victoria cultural de los centros sociales okupados
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La victoria cultural de los centros sociales okupados

La imagen del okupa de litrona y porro ha pasado a la historia. O cómo las okupaciones se convirtieron en motor de cambio cultural

Foto: Reconstrucción vecinal de Can Vies (EFE)
Reconstrucción vecinal de Can Vies (EFE)

Algo está cambiando cuando Manuel Castells, catedrático de sociología de renombre internacional, retira su apoyo al alcalde de Barcelona por la represión policial en Can Vies. También llama la atención que el suplemento cultural Babelia use como portada la foto del mural de un centro social "okupado", donde alguien pintó estos versos de Vicente Escolar: "Ya que tenemos que morir/Que sea pues después de haber vivido/No solos y desesperados". El cantautor Nacho Vegas invitó a participar en su último disco al Coro del Patio Maravillas, además de hacer suyo el lema de este centro social: "Nos quieren en soledad/nos tendrán en común". El último premio de novela Lengua de Trapo fue para Grietas, de Santiago Fernández Patón, escritor muy vinculado a la Casa Invisible de Málaga. Por si fuera poco, el museo Reina Sofía apuesta por los centros sociales "okupados" como avanzadilla de nuevas relaciones sociales y culturales.

Cambio de percepción

El novelista Fernández Patón confirma la tesis: "El cambio se nota desde finales de los años noventa, quizá un poco después, gracias a lo que dio en llamarse centros sociales de nueva generación. El movimiento okupa señaló cuestiones políticas de primer orden: el medioambiente, el feminismo, el antimilitarismo, la cooperación… A veces, sin embargo, empleaban un lenguaje poco comprensible de puertas hacia afuera, propio de militantes, y se podía incurrir en un encerramiento. Ahí queda la imagen cliché de la litrona y los porros, que no ayudaba al aperturismo", apunta

Refugio frente al derrumbe

Ramón Adell Argilés es profesor de sociología de la UNED. Fue uno de los coordinadores de ¿Dónde están las llaves? El movimiento okupa: prácticas y contextos sociales (La Catarata, 2004). Hablamos de uno de los libros académicos de referencia sobre centros sociales "okupados" en España. "Con el tiempo, la 'okupación' se ha convertido para muchos jóvenes en una forma de vida, elegida u obligada. En los años ochenta, la actividad de estos centros podía parecer cutre, marginal y radical. Hoy el contexto es totalmente distinto porque su función social es más visible. Las instituciones del Estado de Bienestar que conocimos están desprestigiadas por la corrupción y los recortes en sanidad, educación, cultura y otras prestaciones. Los centros "okupados" ofrecen a los vecinos, especialmente a los jóvenes, un lugar de encuentro al margen del capital (político, económico, fiscal, cultura-mercancía). En un contexto de malestar, sus iniciativas -muchas a coste cero- han desenmascarado la cultura oficial de antaño como algo caro y elitista", señala.

No todo el monte es orégano

En todo caso, el cambio de percepción no es homogéneo. Los centros sociales autogestionados de Valencia, por ejemplo, siguen arrastrando cierto estigma. Eduardo Guillot, periodista cultural y asesor de festivales de cine, explica la situación: "Los centros sociales locales de Valencia no son noticia ni cuando sufren persecución y cierre. La cultura oficial que potencia la administración es rancia, poco arriesgada y con tendencia a la privatización. Se están poniendo en manos de empresas los teatros y centros culturales públicos. Los centros sociales autogestionados son el único reducto de programaciones alternativas. Sin La Residencia y el colectivo Orxata Negra hay escenas musicales completas que no tendrían un espacio para expresarse en Valencia. Pese a las multas, amenazas de cierre y prohibiciones, centros como Ca Revolta son uno de los escasos espacios de la ciudad que defienden la lengua. Otro ejemplo es El Tenderete, feria de autoedición gráfica que celebró su octava edición este año".

El caso es especialmente grave porque la mayoría de centros sociales de Valencia no son ocupados, sino alquilados y autogestionados por los ciudadanos. Carles Biano, discjockey local, aporta ejemplos de "okupas" de referencia : "Destacaría el L'Horta (Benimaclet) y La Fusteria (El Cabanyal). Coincido con Guillot en la descripción general, pero añadiría que este ambiente resulta menos gueto que en los noventa o los dos mil. L'Horta, entre otras cosas, tiene huertos urbanos en los que participa un espectro bastante amplio del barrio y no está especialmente mal vista".

Apoyo del Museo Reina Sofía

Durante las entrevistas, se menciona varias veces el nombre de Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía. Entre otros apoyos, actúa como mediador en favor de la Casa invisible de Málaga y ofrece apoyo al Patio Maravillas de Madrid. "La parte esperanzadora de la crisis es que en España se han abierto debates sociales y políticos. En el mundo anglosajón el peso de la tradición organizativa está muy establecido y hay menos capacidad de renovación. Eso me parece la muerte del museo", cuenta.

¿Cómo se encaja la relación con las "okupas" dentro de la actividad del Reina Sofía? Borja-Villel se remonta veinte años para explicar el contexto: "A partir de los noventa, hay una tendencia en el mundo de la cultura a trabajar de manera más comunitaria. Se empiezan a romper las barreras que separaban la antropología, la sociología y el arte. Como poco, se vuelven difusas, en busca una mayor sociabilidad. La relación del mundo de la cultura con centros alternativos se ha intensificado con los últimos acontecimientos. Desde hace unos cinco años estamos apoyando estos espacios de relación y antagonismo, tanto a nivel local como internacional mediante la Red de Conceptualismos del Sur".

Moraleja del artículo: si su hijo veinteañero le dice que pasa mucho tiempo en el centro social del barrio, lo mismo no significa que se haya echado a perder, sino que está más despierto e implicado socialmente de lo que parece.

Algo está cambiando cuando Manuel Castells, catedrático de sociología de renombre internacional, retira su apoyo al alcalde de Barcelona por la represión policial en Can Vies. También llama la atención que el suplemento cultural Babelia use como portada la foto del mural de un centro social "okupado", donde alguien pintó estos versos de Vicente Escolar: "Ya que tenemos que morir/Que sea pues después de haber vivido/No solos y desesperados". El cantautor Nacho Vegas invitó a participar en su último disco al Coro del Patio Maravillas, además de hacer suyo el lema de este centro social: "Nos quieren en soledad/nos tendrán en común". El último premio de novela Lengua de Trapo fue para Grietas, de Santiago Fernández Patón, escritor muy vinculado a la Casa Invisible de Málaga. Por si fuera poco, el museo Reina Sofía apuesta por los centros sociales "okupados" como avanzadilla de nuevas relaciones sociales y culturales.

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