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Joan Fontcuberta: “La intimidad es una reliquia del pasado”
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del homo videns al homo fotográfico

Joan Fontcuberta: “La intimidad es una reliquia del pasado”

Durante las últimas cuatro décadas Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) ha repetido hasta la saciedad que la identidad es una máscara de quita y pon. Una cuestión

Foto: Joan Fontcuberta, creador de la 'postfotografía'. (P.H.R.)
Joan Fontcuberta, creador de la 'postfotografía'. (P.H.R.)

Durante las últimas cuatro décadas Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) ha repetido hasta la saciedad que la identidad es una máscara de quita y pon. Una cuestión de días. Se ha disfrazado de mil maneras, inventado mil relatos para engañar y demostrarlo, con los que ha alcanzado el Premio Nacional de Fotografía (1998). También lo ha escrito y recibió el Premio Nacional de Ensayo (2011).

En su multiplicidad de identidades y tareas, llega a PHotoEspaña como comisario de la expo Fotografía 2.0, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, patrocinada por la Fundación Banco Santander. La muestra reúne el trabajo de nuevos fotógrafos españoles que se interrogan por las cuestiones propias de la cultura postfotográfica. Esto es lo que él llama “humanismo digital” y confirma que –en medio de la saturación visual infinita- es la nueva fotografía la que construye la realidad y no viceversa. Pero mejor que lo explique.

P. ¿Qué es la postfotografía?

R. Es un medio vinculada a la fotografía convencional, pero cuando ya se han soltado amarras respecto a los valores fundacionales de la foto en el siglo XIX como heredera de una cultura tecnocientífica. Esa fotografía del XIX y del XX se fundaba en la memoria, el archivo, la documentación, etc. Ese corpus ideológico debe compartirse con otros valores como son la conectividad, la comunicación, la intemporalidad, la banalidad… Hoy en día la fotografía responde a un uso de arcos completamente distinto y mucho más rico. Por ejemplo, los selfies: en realidad no queremos documentar, sino dejar una marca biográfica. Ya no queremos documentar algo extraño, sino documentarnos a nosotros.

P. Pero el autorretrato no es nada nuevo.

R. Lo que cambia no es la originalidad, sino la intensidad. Claro que los autorretratos se hacían, pero no dejaban de ser marginalidades, algo singular. Mientras que hoy son símbolos consolidados y dominantes, implantados en lo popular.

P. ¿A qué se refiere con intensidad?

R. A la cantidad, la masificación. Siempre nos hemos hecho autorretratos, pero ya no es un acto introspectivo, sino un acto reflejo. Es un juego, un gesto impulsivo. Sin más sentido que el placer de la propia imagen.

P. Las imágenes que sobran se borran, no se conservan.

R. Ese deber de memoria y de perdurabilidad desaparece. Hay una serie de valores y maneras de relacionarnos con la imagen que quedan en entredicho.

P. Dice que la nueva fotografía “crea la realidad”. Explíquese.

R. En parte es porque hay tantas fotografías que constituyen una realidad. Replanteemos la historia platónica: las sombras son esas mediaciones entre nosotros y el mundo tangible. Hoy en día hay muchas más sombras que mundo tangible y por tanto interactuamos más con las imágenes que con la realidad.

P. ¿Cómo llamaremos al nuevo fotógrafo?

R. Hay muchas escalas: usuario, amateur, fotógrafo. Y lo que a mí me gusta más, en plan provocación, que es el postfotógrafo. Este es el que barre con todas estas categorías y fusiona esas fronteras que cada vez son más intangibles.

P. ¿Es un fenómeno que degenera la fotografía convencional?

R. Es una transformación en la que la fotografía se convierte en la palabra dicha, porque la utilizamos para expresarnos, pero no tenemos necesidad de que permanezca. La fotografía tradicional era palabra impresa. Ahora la foto es oralidad, cotidianidad y más socializada en la medida en que todos nos atrevemos a expresarnos con imágenes. La imagen ha estado monopolizada, primero las cuevas de Altamira, luego los chamanes, los artistas, los profesionales, luego los aficionados, hasta este momento en el que todos somos Homo Fotográficos.

P. El monopolio actual no es de expertos, pero sí de grandes empresas.

R. Siempre los ha habido, pero ahora somos nosotros los que formamos parte de la creación de nuestra imagen. Por ejemplo, la mujer ya no necesita de la publicidad para crear su imagen, sino que ella misma puede crearla. Pero es verdad que las fotos son controladas por centros de poder. Eso no quita para que las redes sociales permitan un ligero contrapoder, que para mí es una revolución en ciernes.

P. ¿Qué tipo de revolución?

R. La cultura de internet es la reminiscencia del socialismo que ha muerto. Esa democracia participativa, el rechazo de las estructuras preliminares. De alguna manera, reinventamos con internet. Es la puesta en práctica de viejas utopías.

P. ¿Y cree que tendrán el mismo fin?

R. Espero que estas lleguen a mejor puerto. Internet es una inteligencia colectiva donde compartir el conocimiento. No es que yo sea un ingenuo defensor de internet, pero prefiero potenciar lo que me parece positivo.

P. ¿Por qué la fotografía describe y la postfotografía conceptualiza?

R. En la foto digital se actúa sobre píxeles que se estructuran en líneas, es decir, se recupera la idea de la escritura. Por eso se supera la descripción para introducirse en el relato. La tecnología condiciona los horizontes expresivos. La fotografía convencional ha tratado de describir la realidad y la foto digital se embarca en asuntos más especulativos.

P. Y en esta transición, ¿qué lugar ocupa la intimidad?

R. La intimidad es una reliquia del pasado. Es una excrecencia de una cultura burguesa. La intimidad nace en el siglo XIX, en la Inglaterra industrial victoriana. No seamos nostálgicos, porque la privacidad está desapareciendo.

P. Hay una parte de la exposición dedicada a los fotógrafos que se dedican a recoger las imágenes que circulan por la red. ¿Robo, apropiacionismo, qué?

R. Para mí la apropiación pertenece a las vanguardias tradicionales, porque supone un cambio de propiedad. Prefiero hablar más que de apropiación, de adopción. Tú adoptas una imagen. No contestas la paternidad biológica de la imagen, sino la paternidad putativa de la imagen. Adoptar es seleccionar una imagen, no porque quieras hacerla tuya, sino porque la usas. Godard decía que las imágenes no eran de quienes las fabricaban, sino de quienes las usaban.

Durante las últimas cuatro décadas Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) ha repetido hasta la saciedad que la identidad es una máscara de quita y pon. Una cuestión de días. Se ha disfrazado de mil maneras, inventado mil relatos para engañar y demostrarlo, con los que ha alcanzado el Premio Nacional de Fotografía (1998). También lo ha escrito y recibió el Premio Nacional de Ensayo (2011).

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