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“Para ganar una guerra mundial hay que matar dos millones de alemanes”
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El historiador peter hart publica 'la gran guerra'

“Para ganar una guerra mundial hay que matar dos millones de alemanes”

El historiador británico Peter Hart sale al rescate de los mandos británicos que guiaron a Gran Bretaña en su triunfo en la Primera Guerra Mundial. Cuenta

Foto: El británico Peter Hart se centra en la historia militar de los ejércitos en la Gran Guerra.
El británico Peter Hart se centra en la historia militar de los ejércitos en la Gran Guerra.

El historiador británico Peter Hart sale al rescate de los mandos británicos que guiaron a Gran Bretaña en su triunfo en la Primera Guerra Mundial. Cuenta que al finalizar la contienda se produjo una búsqueda desesperada de chivos expiatorios de todos los sufrimientos que había tenido que aguantar la población. “Los políticos más torticeros y sus comentaristas más serviles lograron cargar la mayor parte de las responsabilidades sobre las espaldas de sus generales”, dice. La tendencia culminó con el lema que arrasaba con cualquier heroicidad militar: “Leones guiados por burros”.

El historiador especializado en historia oral ha aprovechado la conmemoración y avalancha de novedades editoriales –aunque insista con mucho humor en que era idea de su editor- para lanzar La Gran Guerra. Historia militar de la Primera Guerra Mundial (Crítica). Hart se sorprende de que en “la cultura popular” siga “vigente la visión generalizada de que la humanidad fuera arrastrada desde las soleadas colinas hasta el cenagal más abyecto”.

El dibujante Joe Sacco me pidió ayuda para su cómic sobre la Primera Guerra Mundial, pero no le contesté

El autor sabe ponerse dramático cuando quiere para justificar la exageración del recuerdo de una guerra horrible. El mundo previo no era tan plácido y las potencias fueron incapaces de resolver sus problemas sin recurrir a las armas. Porque, en realidad, “aquel era un mundo violento”: “El predominio de un colonialismo rapaz, la represión brutal de las minorías, la plácida aceptación de las desigualdades y la creencia general de que el poder tenía razón”. Un mundo en el que la guerra era un medio legítimo para hacer política.

Sin escapatoria

El destino era empujado hacia “una pesadilla espantosa para demasiada gente”. Los Aliados acabaron ganando la guerra en los campos de batalla “gracias a su enorme superioridad en hombres y en recursos”. Hart alaba la destreza del ejército alemán. “Sus soldados combatieron con un heroísmo constante e hicieron gala de un alto grado de pericia militar hasta el final”.

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El libro se reparte en los 17 enfrentamientos más importantes de la contienda, construidos a partir de cartas y diarios de soldados y generales. Hart tiene el control y el dominio del color vibrante que hace latir al archivo. Humaniza el relato, lo acerca al lector. “Nos sentíamos ya de una forma muy diferente en esta guerra a campo abierto, que para nosotros era una experiencia completamente nueva. A pesar de las dudas que pudiéramos tener sobre dónde estábamos, una nueva actitud despreocupada fue dominándonos. Ya no éramos las tropas atemorizadas atenazadas contra la tierra por una tormenta de acero caída en diferentes formas. Avanzábamos hacia el territorio ocupado por el enemigo, vencedores por fin, después de todos esos meses y años de miedo y embrutecimiento. La muerte seguía acechándonos […] Daba gusto estar vivo en aquella mañana soleada de otoño en las llanuras de Lombardía”, escribe el soldado Norman Gladden, del 11º batallón de fusileros de Northumberland, desde el frente italiano, en 1918.

Daba gusto estar vivo en aquella mañana soleada de otoño en las llanuras de Lombardía

El autor explica que si hubo algo realmente absurdo en la Gran Guerra no fueron las acciones de los Aliados de la Entente para frenar la agresión de Alemania, sino que Alemania intentara provocar y ganar una guerra en la que los Aliados “no tenían ninguna culpa”. “Rara vez un país ha sido derrotado en el campo de batalla de manera más contundente que Alemania en 1918. Sus ejércitos fueron reculando y se mostraron totalmente incapaces de defender la frontera del país”.

Sin embargo, Hart subraya una y otra vez, tanto en el libro como en persona, que vencerles fue muy difícil, a pesar de la contundencia del desenlace. “En el siglo XX hemos tenido dos experimentos contra el Ejército alemán, que no es el más grande del mundo pero sí el mejor. Cuando luchas contra el imperio alemán hay que matar a dos millones de alemanes para ganar una guerra mundial”, sentencia.

Avalancha barata

¿Aprenderemos algo nuevo con toda esta avalancha de novedades editoriales celebrando el siglo de la guerra? “Es muy probable incluso que vayamos hacia atrás. Porque muchos de estos libros están escritos por periodistas y celebridades de la televisión. Esperemos que salga algo bueno de todo esto, pero…”. Nada esperanzador. Además, se muestra muy crítico con los fastos, porque asegura que entre 100 años y 99 no hay ninguna diferencia.

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“El acontecimiento es importante porque puso en marcha la destrucción del imperio británico”, deja la perla anti imperialista. Entonces, ¿si el Gran Bretaña hubiese perdido la guerra lo celebraríamos un siglo más tarde? “Yo no lo celebro. Son los editores lo que han hecho coincidir la salida de mi libro. Los historiadores debemos dar un paso atrás en las intenciones de los políticos. Para mí ni se celebra ni se conmemora la guerra. Para mí es un evento histórico y ha de ser estudiado como tal, con muy poca emoción. No puedes dejar de estudiar las cosas, porque no se celebre una victoria. El acontecimiento hay que estudiarlo aunque haya ido mal”.

Los historiadores debemos dar un paso atrás en las intenciones de los políticos. Para mí ni se celebra ni se conmemora la guerra

Hart es alto y desaliñado, tiene un trabajo a tiempo completo en el Imperial War Museum de Londres, que apura como guía y escribiendo libros sobre la Gran Guerra. Esa es la excusa que da para reconocer que no lee libros, vamos, que no lee novelas. Sólo archivos personales que le puedan servir para sus cosas. Antes, cuando todavía vivían los últimos supervivientes, también pasaba horas y horas hablando con ellos. De hecho, tiene en capilla la historia oral de la Primera Guerra Mundial.

Dice que la historia oral trae la vida a los hechos relatados. Es la verdad sobre los sentimientos y pensamientos de los soldados antes de emprender el ataque o en sus momentos de calma. Y a pesar de ello, los lectores cuestionan la historia oral, mucho más que a la historiografía académica. “Por eso en este libro me he alejado de la oralidad”. Aunque haya testimonios de primera mano.

El secreto para un buen libro de historia es medir los datos. No abrumar. “Para nosotros es muy importante, como para los periodistas y los novelistas, tener un hilo narrativo fuerte y claro. Además, debes medir muy bien y no incluir demasiados hechos. Porque los árboles no dejan ver el bosque”. ¿Conoce el libro de Joe Sacco sobre la IGM? “No lo he visto, lo compraré. Sacco me pidió ayuda para este cómic, pero no le contesté”.

El historiador británico Peter Hart sale al rescate de los mandos británicos que guiaron a Gran Bretaña en su triunfo en la Primera Guerra Mundial. Cuenta que al finalizar la contienda se produjo una búsqueda desesperada de chivos expiatorios de todos los sufrimientos que había tenido que aguantar la población. “Los políticos más torticeros y sus comentaristas más serviles lograron cargar la mayor parte de las responsabilidades sobre las espaldas de sus generales”, dice. La tendencia culminó con el lema que arrasaba con cualquier heroicidad militar: “Leones guiados por burros”.

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