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Poniatowska viste a Cervantes de indígena
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méxico es la presencia esencial de su obra

Poniatowska viste a Cervantes de indígena

Suena la máquina de escribir. Redacta su discurso. Cada pulsación es una voz nueva, que se asoma desde la calle y se cuela entre las hojas que escribe.

Foto: Elena Poniatowska con el vestido que llevará mañana en Alcalá de Henares, al recibir el Premio Rómulo Gallegos, en 2007 (Reuters)
Elena Poniatowska con el vestido que llevará mañana en Alcalá de Henares, al recibir el Premio Rómulo Gallegos, en 2007 (Reuters)

Suena la máquina de escribir. Redacta su discurso.Cada pulsación es una voz nueva, que se asoma desde la calle y se cuela entre las hojas que escribe Elena Poniatowska, a la que llaman “princesa roja” por su interés y compromiso con los menos favorecidos. Ella no es de estos. Es una señora burguesa, a la que no le falta de nada. Y por la misma razón podría haberse llevado otro apelativo, uno que hiciera referencia a su buen oído para traducir el cantar de los sin voz. Un ejercicio que la escritora respetó sin pulir, ni corregir, sin traducir ni endulzar.

Mañana recogerá su Premio Cervantes acompañada por los miles de mejicanos que se ha cruzado en sus reportajes y en sus novelas, a los que ha escuchado y considerado. Héroes sin apellidos, que brotarán en las palabras de su discurso y hasta en sus andares. Subirá al púlpito engalanada de un llamativo vestido rojo y amarillo, que le regalaron las mujeres indígenas de Juchitán (Oaxaca). Sólo dejará en casa las flores naranjas y encarnadas con las que tocaba su cabello en las otras ocasiones que lo ha vestido para recoger premios como el Rómulo Gallegos, en el año 2007.

Su presencia hará que la palabra vibrante, la lengua de las plazas, tome la camarillaacadémica. Y lo hará con el periodismo por delante. Dice que nunca se ha sentido realmente novelista ni cuentista, que su cómplice es el oficio de las noticias y las crónicas. La información antes que la inspiración. Así que se subirá a la tribuna, con sus colores, reclamando un lugar para México y sus mujeres. Un lugar para el fondo de sus textos.

UNO_ELOGIO DE SANCHO PANZA

En su discurso parece que Quijote tiene reservado un papel especial, pero ella ya ha destapado que prefiere a los Sancho Panza: los sin voz, los personajes a la sombra, los pobres que se “mueven en burro”. El periodismo también le permitió la crítica y la denuncia desde su puesto. Desde las luchas sociales a las estundiantiles, sin olvidarse de la defensa de la diversidad cultural de los pueblos indígenas. Informar y denunciar, actuar y conmover. En la entrevista que mantuvo con Esteban Ascencio, que terminó convirtiéndose en el libro Me lo dijo Elena Poniatowska, la autora reconoce que “el que escriba sobre los desprotegidos o sobre la gente pobre está muy ligado al hecho de que el periodista se confronta con muchas realidades; aunque también es una inclinación personal desde hace mucho tiempo”.

DOS_EL OTRO PROTAGONISTA

Llega desde París a México a los diez años de edad, se nacionalizó 27 años después. La ciudad ha tenido una presencia fascinante en su obra. Habitantes, barrios, escenas, tradiciones, arquitecturas, símbolos, lo que no deja de bullir en una urbe.Todo empezó el domingo,Nada, nadie,La noche de Tlatelolco, son algunos ejemplos del paisaje del D.F. Las crónicas dejan ver a una autora que reclama los derechos para la sociedad civil, que estampa un mural de una sociedad compleja.

EnEl último guajolote(1982): “Lo cierto es que las tripas de los mexicanos son callejeras, llenas de baches y de prohibido el paso. […] En México, la taquería es el negocio que no tiene pierde; todos, albañiles, voceadores, pepenadores, basureros, violinistas, camioneros, monjas, periodistas […] todos los entramos a la taqueada, todos comemos tacos, todos los arrebatamos con la mano, los tragamos de prisa, nos chupamos los dedos porque están siempre de chuparse los dedos”.

TRES_LA VOZ DE SUS PERSONAJES

La autora se recrea en los contrastes del retrato del medio ambiente social. Como una ciudad cromática, en la que chillan con fuerza el choque entre el vendedor ambulante y el líder empresarial y político. Juega al cruce de las diferencias con los intelectuales y los comerciantes, de los desvalidos a los ricos. Y el pasado que despunta en oficios y costumbres, revelando el anacronismo social en una ciudad emergente. Moda y tradición, una tensión dramática con mucho jugo. Ese vendedor de nieves batidas en cajón de madera o el voceador, herencia del antiguo pregonero. Son los tipos que “sostienen a la ciudad en sus brazos”, los que la mecen, la acunan, “le dan su razón de ser”.

EnLuz y Luna, las lunitas(1994): “Sin sus costumbres populares, sus marchantes y sus tamaleras, la ciudad no tendría razón de ser […] Pero sin sus tipos populares, sin el envaselinado de los toques enfundado en su camiseta negra, sin el globero (el de Coyoacán se hace acompañar siempre por su hija, una niña de luminosos ojos negros que corre a tenderle a uno el globo, su pelo flotando en el aire), sin el algodonero, sin la vendedora de pepitas y el ropavejero, ¿qué sería de nosotros?”.

CUATRO_LA CORRUPCIÓN

Cuando abandona los cuadros costumbristas y la clave turística, México D.F. se convierte en el escenario de la memoria de atropellos y crímenes. No hablamos de novelas negras, hablamos de ejecuciones políticas. EnPaseo de la Reforma(1996) subraya los grandes contrastes sociales, los personajes contradictorios. Pero es enNada, Nadie(1988) –y el descubierto que hace sobre la corruptela institucional y la inutilidad de las autoridades- y enLa noche de Tlatelolco–la revolución estudiantil contra la desgracia y la injusticia, y su represión-. El autoritarismo desencadenaron en las matanzas de 1968, quienes participaron en los casi 150 días de manifestaciones estudiantiles no lo olvidarán. Para el resto, queda este magnífico libro.

EnLa noche de Tlatelolco(1971): “La decisión que podíamos tomar no era meternos dentro del Movimiento, sino quedarnos o salimos. Desde un principio tuvimos una conciencia más o menos clara de lo que iba a suceder –la represión, las detenciones masivas, las mecanizas no se hicieron esperar-, entonces se presentó la alternativa. O “te haces al clandestino”, que significa tomar un boleto de avión o de tren o de lo que sea para largarte, o te quedas en la ciudad a ver cómo te toca… Todos estábamos en nuestras escuelas”.

CINCO_LA MEMORIA NO OLVIDA

El latón le recuerda a su padre, soldado de la II Guerra Mundial y héroe por haber sobrevivido a ella. Es probable que en ese vínculo se encuentre la razón a la importancia de la memoria de las matanzas y las revoluciones. El olvido es un vacío democrático y ella ha utilizado para taparlo el recurso de la palabra, pero acompañada muy a menudo por el de la fotografía. La foto como herramienta del testigo, como fijador de sus objetivos estéticos y políticos.

EnTinísima(1992): “Antes la risa la traían los mexicanos por todos lados. ¿Se habrá atorado la revolución? ¡Qué impulso le dio a Tina la revolución! Recuerda el fervor con el que intentó el símbolo: la cananas, la hoz, el sombrero, mejor no, mejor la mazorca, la hoz, las carrilleras, otra vez el sombrero, qué plástica es la hoz […] Las imágenes de México han cambiado. Tina no ve fiereza en los ojos. Antes, cuando un grupo de campesinos llegaba a la ciudad, la gente en la calle les abría paso por respeto o miedo, ahora sólo se ve a un mexicano vestido de manta y sarape acuclillado en un rincón buscando escapar de los rayos del sol”.

Suena la máquina de escribir. Redacta su discurso.Cada pulsación es una voz nueva, que se asoma desde la calle y se cuela entre las hojas que escribe Elena Poniatowska, a la que llaman “princesa roja” por su interés y compromiso con los menos favorecidos. Ella no es de estos. Es una señora burguesa, a la que no le falta de nada. Y por la misma razón podría haberse llevado otro apelativo, uno que hiciera referencia a su buen oído para traducir el cantar de los sin voz. Un ejercicio que la escritora respetó sin pulir, ni corregir, sin traducir ni endulzar.