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ARCO cambia política por decoración
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en la feria "el arte se convierte en formalidad"

ARCO cambia política por decoración

Los decoradores son los mayores compradores de ARCO. En los dos pabellones de Ifema, las más de 200 galerías les brindan “flechazos” de arte conceptual, plástico

Foto: Uno de los espacios más visitados y fotografiados, la galería Espace Meyer Zafra. (EFE)
Uno de los espacios más visitados y fotografiados, la galería Espace Meyer Zafra. (EFE)

Los decoradores son los mayores compradores de ARCO. En los dos pabellones de Ifema, las más de 200 galerías les brindan “flechazos” de arte conceptual, plástico y “tentador”. Prefieren la pintura, a ser posible de colores llamativos, fuertes contrastes de rosas con amarillos, azules y blancos. Experimentos cromáticos, líneas cruzadas, visiones de la nada en las que perder la vista plácidamente desde el sofá. Un horizonte aproblemático, ajeno a la realidad, siempre tan sucia y cruel.

La feria ha girado con la dirección de Carlos Urroz hacia un universo amable y comercial. La feria no es la mejor del mundo, ni siquiera la más importante en dimensiones latinoamericanas, pero posiblemente sea la mejor ocasión para el diseño. El propio director recomendaba atender a una puesta en escena del arquitecto Andrés Jaque, porque “intenta que te abstraigas y sólo veas arte mientras paseas cómodamente”. Y luego tomar un refrigerio en el nuevo merendero gastronómico y elfood court.

Vídeo: Los artistas de ARCO reflexionan sobre su vertiente política

Desde el escándalo del Franco metido en una máquina de refrescos de Eugenio Merino, la feria ha ganado en conservadurismo, en moderación, en protección, en mesura, en diseño. Han pasado dos años, un juicio y una censura de ARCO que el artista ha denunciado, aunque sin encontrar apoyo. Ni de la propia galería ni del sector.

El galerismo está mucho más contento después de que Merino haya sido aniquilado, porque “las portadas de los periódicos y los informativos vuelven a informar sobre lo que deben informar”, explicaba un galerista ayer. “Combinar arte y política en una feria es muy difícil, porque las piezas quedan desactivadas. El objetivo de las ferias es convertir el arte en mercancía”, explica Merino sin llevarse las manos a la cabeza. Acepta, asume, describe. Es lo propio de cualquier feria, su objetivo.

Desaparecido en combate

“He estado en ARCO esta tarde y tengo la sensación de que todo pasa desapercibido. Es como un área de descanso gigante. El mensaje no funciona y el peligro de hacer una feria sólo comercial es que el arte desaparezca”, añade. Desaparece el arte, pero suben las ventas. ¿Seguro? Quién sabe. Nadie tiene control sobre el volumen de comercio, porque el sector no brilla por su transparencia. Y de cualquier manera, en una feria hay que dejar al mercado que actúe yMerino vendió la polémica serie completa.

Mateo Maté define arte político como aquel que cambia las cosas, no sólo el que denuncia y se posiciona frente a injusticias. Es un arte revolucionario, que genera un nuevo discurso y, desde luego, “la feria no es el lugar para ver arte político”. Asume que los trabajos áridos no están hechos para un lugar como ARCO. Por su parte, Daniel Andújar propone que se deberían bajar las expectativas estéticas para valorar el objeto. “Esto no es decoración, es arte”, zanja.

placeholder Obra de Fernando Sánchez Castillo. (Enrique Villarino)

Una versión ligera del arte más peleón que encontraremos en la feria son las muchas versiones que devuelven una nueva imagen de los periódicos. Noticias que informan de un mundo que se viene abajo y que son transformadas, manipuladas, alteradas, recortadas, etc. Ignacio Bautista es uno de ellos. En la galería Ángeles Baños muestra su gusto por analizar la imagen de la realidad representada en los diarios y, sobre todo, por rehacerla.

Miguel Aguirre, en los stands de Solo Project, trabaja sobre lienzo a partir de las imágenes que selecciona de la prensa. Es uno de los pocos artistas que ha montado un espacio eminentemente provocador. En la galería Maisterravalbuena se encuentra otro de los ejemplos de periódicos readaptados: en este caso Dan Shaw-Town muestra los detritos de la prensa, la impresión gastada de la rotativa, la imagen desdibujada de las noticias que marcan la marcha del día. Tan importantes, tan poca cosa.

Sandra Gamarra, en Juana de Aizpuru, realiza una intervención similar a la de Bautista sobre las fotografías de noticias muy conflictivas. Sobre ellas pinta hasta dejarlas desdibujadas, apenas una sombra colorida de lo que fueron. Ignasi Aballí (en Estrany de la Mota) lleva años recortando titulares y descontextualizándolos sobre soporte arte. Por último, Jacob Kassay estampa sobre lienzos los sedimentos de la prensa, en Polígrafa.

La anulación del arte

“El mundo de ARCO es el mundo del comercio inmediato y el del arte es el de la reflexión”. Ese es el enfrentamiento, esa es la definición de Fernando Sánchez Castillo, que presenta una figura a tamaño real del estudiante chino que paralizó los tanques de la plaza de Tiananmen, en 1989. Ha encargado a un artista chino una reproducción exacta de aquel hombre: la camisa blanca, la bolsa de plástico, la chaqueta y mirada al frente. Con ojos cerrados. Un desafiante y falso hombre real, al que le cuesta relacionarse con el resto de la feria.

“Muchas de las obras hay que leerlas con un poco de intuición. Gran parte del arte contemporáneo es tremendamente crítico y político”, asegura el artista. Reconoce que ARCO es una feria que se escapa al control de los artistas y del espectador, porque es una feria hecha por los galeristas para los coleccionistas. Sánchez Castillo reconoce el camino que lleva la feria: “Hay una tendencia a la decoración y a anular las obras de arte hasta convertirlas en simple formalidad”. El artista tendrá que esperar otra oportunidad para provocar una interferencia directa en el entusiasmo y en el aburrimiento de los que se acerquen al arte. Por ahora toca ignorar con absoluta puntería.

Los decoradores son los mayores compradores de ARCO. En los dos pabellones de Ifema, las más de 200 galerías les brindan “flechazos” de arte conceptual, plástico y “tentador”. Prefieren la pintura, a ser posible de colores llamativos, fuertes contrastes de rosas con amarillos, azules y blancos. Experimentos cromáticos, líneas cruzadas, visiones de la nada en las que perder la vista plácidamente desde el sofá. Un horizonte aproblemático, ajeno a la realidad, siempre tan sucia y cruel.

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