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La vergüenza ajena toma el Museo Reina Sofía
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primeros premios rac, una gala para olvidar

La vergüenza ajena toma el Museo Reina Sofía

Las previsiones más agoreras vaticinaban tormenta y aquello acabó en ciclogénesis explosiva. Pocas veces el fracaso suma tantos reconocimientos a la salida de un evento, como

Foto: La galerista Soledad Lorenzo recogió el premio en reconocimiento a toda una trayectoria vital, de manos de Manuel Borja-Villel. (Efe)
La galerista Soledad Lorenzo recogió el premio en reconocimiento a toda una trayectoria vital, de manos de Manuel Borja-Villel. (Efe)

Las previsiones más agoreras vaticinaban tormenta y aquello acabó en ciclogénesis explosiva. Pocas veces el fracaso suma tantos reconocimientos a la salida de un evento, como ocurrió anoche en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde se entregaron los Reconocimientos al Arte Contemporáneo (RAC), organizados por la asociación IAC, que preside Miguel Cereceda, el hombre que tuvo el sueño de emular a Los Goya del cine y terminó convirtiéndose en el principal responsable del mayor bochorno jamás vinculado a la imagen del arte contemporáneo español.

Cereceda quiso hacer doblar las campanas en nombre de la visibilidad, quería romper con la barrera de los suplementos culturales –como aseguró en declaraciones a este periódico-, quería entrar en las casas de los telespectadores y enseñar el maravilloso mundo del arte contemporáneo. Afortunadamente, no hubo emisión en directo, porque las campanas terminaron llamando a funeral.

Cereceda confundió el envoltorio con el caramelo; se perdió en el acontecimiento persiguiendo el reconocimiento. Habló en su discurso institucional –en un tono de guerrilla peleona- sobre dignidad y excelencia, sobre valores democráticos y sociales, pidió racionalidad y transparencia a los gestores públicos, reclamó la igualdad de géneros, se revolvió contra la discriminación sexual e instó a defender el patrimonio del arte contemporáneo.

Botticelli en el Vogue

Sin embargo, todo sonaba a copia barata de la intensidad reivindicativa que unos días antes habíamos visto en la tele. No faltaban ni las pegatinas “contra” en las solapas, como si las obras no fueran suficientes. Pero esta noche las representaciones eran ellos mismos, los artistas, que daban un paso al frente, y escapaban de la protección de sus creaciones. Los artistas quedan atrás, es el arte el que da la cara. No como en el cine.

placeholder Una imagen de un visitante de ARCO de la pasada edición. (EFE)
Una imagen de un visitante de ARCO de la pasada edición. (EFE)

Eran muy buenas palabras, pero estaban fuera de lugar. El discurso del arte ya había sido desplazado por un guion deplorable (autoría de Álvaro Forqué), que no tardó en soltar el primer chiste de la noche: “Si Botticelli viviese trabajaría para el Vogue”, en boca de Topacio Fresh, presentadora y galerista vedette. “Para que un artista sea realmente grande debe morir”, remató su compañero en el escenario, un presentador de Telemadrid.

A partir de ese momento, la vergüenza ajena fue creciendo durante las dos horas y media que el público tuvo que soportar. Aunque para entonces la mayoría ya había abandonado el auditorio. La tocata y fuga se perpetró cuando apareció, por segunda vez, un trío de música contemporánea, con piano, chelo, violín y sintetizadores. Sopor, mareo, angustia, ira, desazón, aversión, indiferencia.

Pateo y gritos de “¡Fuera!”

Los ingredientes fueron apareciendo poco a poco hasta formar una bomba química que estalló en pateo en el patio de butaca y gritos de: “¡Fuera!”, mientras Topacio Fresh y su compañero seguían con su festival de humor retrógrado contra la dignidad del arte: “El arte es morirte de frío”, dice él mientras lee el guion en su cartulina. Acto seguido, reconoce que no le gusta tanto el arte contemporáneo como las inmaculadas de Murillo. Lo dice la misma persona que despedirá la gala a grito de: “¡El arte contemporáneo es para todos!”. Menos para los que prefieran las inmaculadas de Murillo, se entiende.

Lo mejor que se puede decir del evento es que ha logrado cohesionar al sector y crear una reivindicación común, además de la regulación de la actividad del artista: no se puede volver a repetir un espectáculo tan infame. El arte contemporáneo no se merece esto. Su discurso no es el del espectáculo y el show, como dijo la artista Nuria Güell al recoger su galardón –que dejó en el escenario-, en uno de los pocos momentos coherentes de la eterna noche.

Güell advirtió algo que suele mostrar en su obra, que todo lo que hacemos tiene repercusiones, en referencia al acto, pero también –como dejó dicho- a las lesiones de derechos humanos contra la inmigración, los desahucios, el “saqueo de lo común por parte de los mercados financieros con la complicidad de los políticos” y la ley del aborto de Alberto Ruiz Gallardón. Esas son las cosas que le importan al arte, “mucho más allá de las contradicciones que me supone estar en un espectáculo como este y más allá de la imagen que estamos transmitiendo”.

Chirigota ilustrada

El choque de civilizaciones es una broma barata comparada con el conflicto de discursos e intenciones que se vivió anoche. El concepto chirigotero de una función de este pelaje saltaba por los aires cada vez que la tribuna ilustrada citaba a Hannah Arendt, a Flaubert, a Goya, a Jacques Rancière, un soneto de Pepe Hierro ("Después de todo. Después de tanto, todo para nada"), cuando se hablaba de “análisis iconográfico de valor”, del “discurso de género y la iconografía de la representación de la mujer”, o se citaban artículos de la Constitución para defender la visibilidad de la mujer artista y los componentes pedagógicos del arte contemporáneo.

Topacio Fresh, presentadora de la gala.Hasta el público parecía un relleno de gomaespuma pegado con Loctite sobre las butacas. Nadie se encontraba cómodo: ni los presentadores (extraños en todo), ni los premiados (extrañados con todo), ni las actuaciones (simplemente, marcianas). Ni siquiera Manuel Borja-Villel, el director del Museo Reina Sofía, que se encogía sin perdón desde la primera fila de todo aquello. El único que resolvió con gracia el entuerto fue su subdirector, Joao Fernandes, que al recoger el premio por la mejor exposición del año dedicada a Cildo Meireles dijo que el artista no se esperaba “un premio tan pesado”. Por cierto, Meireles, brasileño 66 años, Premio Velázquez de Artes Plásticas 2008, fue galardonado por ser el “artista revelación”, gracias a una exposición retrospectiva completísima de más de 100 obras y más de tres décadas de trabajo.

“Bueno, pues el artista ya ha terminado el cuadro”, dijo el presentador de Telemadrid (Jota Abril) refiriéndose a un grafitero, que estuvo durante toda la gala pintando al fondo un niño, un corazón, una pared y un lema: “Se busca por arte ilegal desde 1995”. Jota no tenía por qué distinguir entre una pared pintada y un cuadro, él no fue más que un fallo del sistema que daba la señal de la despedida, con la esperanza de que si se insiste el año próximo por la vía de emular las fiestas del cine, no podrá ir a peor.

Galardonados

IAC. Reconocimientos 2013

Reconocimiento a toda una trayectoria vital

Soledad Lorenzo

Reconocimiento a la mejor exposición institucional del año

La invención concreta. Colección Patricia Phelps de Cisneros. MNCARS

Reconocimiento al coleccionista del año

Jaime Sordo. Colección los Bragales

Mejor proyecto curatorial en espacios privados

Jugada a tres bandas 2013: galerías de arte + comisarios + artistas

Hablarenarte: Sören Meschede y Javier Martín-Jiménez

Artista revelación español

Guillermo Mora

Artista revelación de América Latina

Cildo Meireles

Exposición: Cildo Meireles

Lugar: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Reconocimiento al mejor proyecto curatorial del año 2013

Desierto tras el rechazo de Valentín Roma por la exposición “Contra Tàpies”.

Reconocimiento a la crítica de arte

Elena Vozmediano

Reconocimiento al mejor programa pedagógico de 2013

Programa Pedagógico de Laboral Centro de Arte y Producción Industrial

9915. Reconocimientos 2013

Mejor exposición privada de artista español en galería española

Nuria Güell en la Galería ADN de Barcelona

Mejor exposición artista revelación europeo en galería española

Pieter Vermeersch en la galería Project SD, Barcelona

MAV. Reconocimientos

Premio a la trayectoria de una artista/creadora

Esther Ferrer

Premio a la trayectoria de una teórica/crítica

Erika Bornay

Premio a la trayectoria de una gestora/galerista

Juana de Aizpuru (galerista)

Nekane Aramburu (gestora)

Las previsiones más agoreras vaticinaban tormenta y aquello acabó en ciclogénesis explosiva. Pocas veces el fracaso suma tantos reconocimientos a la salida de un evento, como ocurrió anoche en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde se entregaron los Reconocimientos al Arte Contemporáneo (RAC), organizados por la asociación IAC, que preside Miguel Cereceda, el hombre que tuvo el sueño de emular a Los Goya del cine y terminó convirtiéndose en el principal responsable del mayor bochorno jamás vinculado a la imagen del arte contemporáneo español.

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