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La música que liberó a Mandela
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HA SIDO REIVINDICADO POR ARTISTAS AFRICANOS E INTERNACIONALES

La música que liberó a Mandela

Conviene desmontar tópicos no ajustados a la realidad. El primer grito musical por la libertad de Nelson Mandela no vino de ningún país europeo o americano,

Foto: Nelson Mandela abraza a Whitney Houston. (Reuters)
Nelson Mandela abraza a Whitney Houston. (Reuters)

Conviene desmontar tópicos no ajustados a la realidad. El primer grito musical por la libertad de Nelson Mandela no vino de ningún país europeo o americano, ni tampoco tenía la voz de un artista occidental de relumbrón. Todo eso llegaría después y también tuvo su mérito. Porque antes de que el gran planeta cultural levantara la bandera de Madiba, varios artistas africanos fueron los primeros en tomar escenarios y radios para denunciar la larga prisión del líder panafricano. Fueron años de canciones rebeldes para exigir su liberación incondicional.

Música por el héroe austente

A finales de 1986 los monarcas de la rumba congoleña llamada soukous, el cantante Tabu Ley Rochereau y su compañera M'Bilia Bel, grabaron la canción Contre ma volonté. Nelson Mandela llevaba ya un cuarto de siglo malviviendo en las duras cárceles de Robben Island (1962-1982) y Pollsmoor (1982-1988). Con aquella canción, desde el corazón mismo de África, el eco popular empezó a tomar conciencia de la injusticia que se estaba cometiendo entre tinieblas en el rincón más austral del continente. Al año siguiente, el reputado saxofonista sudafricano Hugh Masekela editó Tomorrow, disco del que el tema Bring him back home iba a suponer un aldabonazo en la exigencia de libertad desde la gran escena cultural africana.


Y con la defensa de la causa de Mandela, África también se defendía como continente. Vendrían tiempos nuevos, basta ver la fotografía política africana actual. En Senegal, donde veinte años atrás había producido la canción Nelson Mandela en la voz de Ndeye Mbaye, el reputado músico Youssou N´Dour dirige ahora el Ministerio de Cultura y Turismo, y en las islas de Cabo Verde otro músico comprometido, Mário Lúcio, líder del grupo Simentera, también se ocupa de la cartera cultural en el gobierno insular.

El ritmo de Soweto

La música africana, ya prestigiada en el entorno familiar y social negro, siguió ganando espacios de influencia en la política del continente. Pero no siempre fue así en la tierra de artistas políticos por antonomasia como Fela Kuti (cuyo afrobeat protestón terminó arrasado por la dictadura nigeriana) y la diva egipcia Oum Kalsoum (amante, dicen, del presidente Nasser y capaz, eso seguro, de paralizar el trasiego vital en el mundo árabe cuando sus canciones sonaban por la radio).

La situación era muy distinta en el cono sur. En pleno apartheid la población mayoritaria de raza negra se tuvo que conformar con una escena musical en rebajas. Durante los años 50, el joven Mandela se había criado con el sonido de los grupos negros de jazz. El conjunto The Jazz Epistles había grabado ya el primer álbum de bebop por músicos africanos y el pianista Abdullah Ibrahim se encontraba en los albores de su luego amplia carrera. Con Mandela en prisión (fue detenido el 5 de agosto de 1962) la escena sudafricana continuó pagando la factura de la segregación. No obstante, algunos artistas siguieron con la grabación de discos: Mahlathini Nkabinde, Mahotella Queens y Makhona Tsohle firmaron con Gallo Records, disquera pionera en la edición de música sudafricana desde 1926 con un catálogo con estrellas mundiales como Miriam Makeba, Hugh Masekela, Ladysmith Black Mambazo y Stimela. Música nueva, música africana para conquistar poco a poco el gran mercado blanco.

Altavoz mundial para Mandela

No hay fama mejor utilizada que en defensa de una causa justa. A principios de los años ochenta, cuando ya las músicas étnicas comenzaban a disponer de un espacio propio en los mercados y en los medios de comunicación occidentales, cuando un avispado llamado Peter Gabriel había puesto en marcha el estudio Real World y los festivales itinerantes Womad, fue un músico norteamericano el que se acercó al acervo sonoro de Sudáfrica como nunca lo había hecho antes un cantante no africano.

Con respeto (y gran despliegue de promoción detrás) Paul Simon aprovechó un escape más de su pareja artística con Art Garfunkel para pergeñar un álbum inspirado en el acervo vocal de la música de Sudáfrica. Nada fue igual después de Graceland: las voces prístinas de Ladysmith Black Mambazo en Homeless y Diamonds on the soles of her shoesmostraban que existía otra África posible.


Pero Mandela aún seguía preso y, en 1989, un peso pesado de la música de todos los tiempos, Miles Davis, entregaba Amandla, un disco bautizado con la palabra “poder” en idioma étnico xhosa. Una de las once lenguas oficiales de Sudáfrica, hablada hoy por ocho millones de personas.

En el Reino Unido, después de que Peter Gabriel grabara Biko a principios de la década, The Specials publicaron en 1984 el sencillo Free Nelson Mandela, con una foto del líder negro en la portada.


Con mucho más altavoz en los medios, ese mismo año los irlandeses U2 registraron Pride (In the name of love) para denunciar el racismo en un homenaje a la lucha de Martin Luther King.

La fiesta del regreso

La penúltima vindicación de África y su legado desde el gran trono del pop vino protagonizada por la pareja formada por el rapero Jay-Z y la diva del neo-soul Beyoncé Knowles. Hace dos años ella grabó End of time en un intento de llenar de afrobeat sus devaneos pop y de su marido circula una atinada remezcla del tema clásico Africa, del grupo Toto en 1982, con aquellos versos efectivos: “les costará mucho separarme de ti, no hay nada que cien hombres o más puedan hacer, bendigo las lluvias que caen en África”.

Magnitud mayor tuvo el festival celebrado por el setenta cumpleaños de Nelson Mandela en 1988, dos años antes de su liberación. Por el estadio Wembley (Londres) pasó medio centenar de artistas occidentales (Al Green, Stevie Wonder, Dire Straits, Joe Cocker, Whitney Houston, Peter Gabriel, Tracy Chapman, Eurythmics, Sting…) con lo mejor de África: Miriam Makeba, Salif Keita, Youssou N´Dour, Hugh Masekela, Mahotella Queens y Farafina. Aquella histórica noche concluyó con la soprano afroamericana Jessye Norman cantando el ancestral Amazing grace.


En los últimos tiempos el capítulo más llamativo de la reivindicación de la lucha y el legado futuro de Nelson Mandela fue iniciativa de otro africano de una gran ciudad. En Dakar el rapero Didier Awadi publicó en 2010 el proyecto ambicioso Presidents of Africa, donde el nuevo hip hop senegalés abraza los discursos históricos de líderes africanos de la independencia.

Un mensaje que también late en la película Music for Mandela, donde artistas como el bluesmanB.B. King, Sean Paul, Vusi Mahlasela y Ladysmith Black Mambazo subrayan la importancia del mito africano en la creación de una firme conciencia cultural en el conjunto de los países de África. Mañana será otro día y Awadi cantará otra vez Amandla sobre la voz trémula de Nelson Mandela, rescatada del discurso para la reconciliación: “Entramos en una nueva era para nuestro país, en una Sudáfrica por la que hemos luchado, para todos nosotros, africanos, indios o blancos. Que todos sean ciudadanos de una nación está en nuestras manos”.

Conviene desmontar tópicos no ajustados a la realidad. El primer grito musical por la libertad de Nelson Mandela no vino de ningún país europeo o americano, ni tampoco tenía la voz de un artista occidental de relumbrón. Todo eso llegaría después y también tuvo su mérito. Porque antes de que el gran planeta cultural levantara la bandera de Madiba, varios artistas africanos fueron los primeros en tomar escenarios y radios para denunciar la larga prisión del líder panafricano. Fueron años de canciones rebeldes para exigir su liberación incondicional.

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