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Jesucristo tuvo un juicio justo
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Un libro analiza su proceso judicial

Jesucristo tuvo un juicio justo

Un libro analiza el proceso judicial contra Jesús de Nazaret en el contexto del derecho romano y de los trámites procesales de la época

Foto: 'Ecce Homo' (1871), de Antonio Ciseri
'Ecce Homo' (1871), de Antonio Ciseri

Palestina, año 30 de nuestra era. En el banquillo de los acusados, un profeta judío de 30 añosque ha puestoen duda elstatu quo político-religioso de suépoca.Hablamos, claro, deunode los procesos judiciales más célebres de todos los tiempos: Roma y las autoridades judíascontra Jesús de Nazaret.Un caso analizado hasta la saciedad, salvoque proliferan los enfoques históricos, religiosos,teológicos y hasta políticos, pero no tanto los judiciales.

Preguntarse si Jesús de Nazarettuvo un juicio justo puede sonar a thriller hollywoodiense deabogados. Pero,al fin y al cabo, lo que le llevóa ser crucificadofue, literalmente, un proceso judicial, territorio en el que se mueveel profesor de Derecho Romano José María Ribas Alba (Sevilla, 1961), expertoen el caso contra elfundador del cristianismo.

placeholder Portada del libro de Ribas Alba

Tras unos cuantos estudios previos, Ribas Alba riza el rizo judicial en Proceso a Jesús (Almuzara, 2013), donde analiza el caso desde el punto de vista delderechoromano y la ley judía. ¿Conclusión? Jesucristo tuvo un juicio justo si nos atenemos a unos trámites ajustados a la legalidad vigente, unproceso penal con garantías dentro del estrechocontexto judicial de la época. No hubo ni conspiración ni encerrona judicial. El juicio a Jesús no fue ninguna farsa.

Un juicio político-religioso

Para que un proceso judicial no seaarbitrario, las acusaciones deben estar fundamentadas. En el caso de Jesús de Nazaret, lo estaban. No tanto porque el díscolo profetajudío supusiera una amenaza inminente como por su heterodoxia doctrinal. "Si lo comparamos con algunas de las figuras mesiánicas que lo antecedieron, Jesús no provocó ninguna alteración del orden público", cuenta Ribas Alba a El Confidencial.

El problema eraque sus palabras, definirse Hijo de Dios, refutabanel orden teocrático vigente. "Lo que molestó a las autoridadesjudías, que estudiaron ladoctrina de Jesús en serio, fue su heterodoxia doctrinal", aclara Ribas Alba sobre la actitud del Sanedrín, consejo judío de sabiosencabezado por la aristocracia sacerdotal.

Suele interpretarse que los judíos montaron un juicio religioso y los romanos uno político, pero ambos elementos son inseparables

El libro desmonta la tesis popular del doble proceso. "Suele interpretarse quelos judíos montaron un juicio religioso y los romanos uno político, peroambos elementosson inseparables en esa época. Los dosdelitos,el de blasfemia judío y el de lesa majestad romano, son político-religiosos porque poníanen duda tanto a las divinidades como a sus representantes políticos", explica el autor.

La autoridad romana

Resumiendo: El Sanedrínimputaba y Roma juzgaba. Lo hacía de "manera discrecional" y con un "poder penal amplísimo". "El proceso a Jesús se ajustó a esa discrecionalidad", cuenta Ribas Alba sobre un juicio"dirigido por una autoridad con más mentalidadmilitar que jurídica" y que "no tenía que amoldarse a ningún código procedimental".

Si Jesús hubiera tenido un grupo armado detrás, habría sido una amenaza para Roma. Pero aunque su discurso era preocupante, Jesús estaba solo

Con todo, Jesús era una amenaza menor para Roma."Sihubiera tenido un grupo armado detrás, habría sido una amenaza. Pero no. Aunque su discurso era preocupante, Jesús estaba solo, y hasta sus pocos seguidores le habían ido abandonando. Por eso las dudas dePoncio Pilatosobre su culpabilidad eran razonables", aclara Ribas Alba.

El libro, que interpreta los evangelios en clave judicial, analiza elinterrogatorio Pilato/Jesús, momento álgido de un proceso en el que"Jesús se presenta como rey de los judíos, unaimputación gravísima, merecedora de la pena capital".He aquí tres claves de un juicio que derivó en dilema popular: liberar a Jesús o al bandido Barrabás.

1) "Pilato, jefe militar curtido en la represión de las habituales revueltas judías, acostumbrado a los problemas prácticos de una confrontación armada, viendo el aspecto y la soledad del acusado, la ausencia de seguidores y la falta de un historial subversivo, excluyó de antemano que se tratara de un pretendiente a rey. Concluye: 'No encuentro ninguna culpa en este hombre'".

Pilato creía que Jesús era uno de esos asuntos judíos relacionado con la interpretación de la Torá en cuyas complejidades era inútil entrar

2) "Pilato, que casi con completa seguridad no había oído hablar antes de Jesús, debió de entender que se trataba de uno de esos asuntos 'especialidad de los judíos', relacionado con la interpretación de la Torá en cuyas complejidades era inútil entrar. Pero la petición de la pena capital era un problema que debía afrontar".

3) "La decisión de Pilato de ligar el destino de Jesús a un supuesto favor populi entraba dentro de las posibilidades con las que procuró sortear los riesgos de un caso que, pese a su poca entidad aparente, le estaba causando más problemas que los inicialmente previstos... Pilato terminó cediendo [a la presión popular]. El tenor del Evangelio de Lucas es altamente expresivo sobre la intensidad del clamor de la masa situada ante el pretorio. Barrabás fue liberado. Con ello fracasaba estrepitosamente el plan inicial del prefecto, al tiempo que demostraba una grave falta de sintonía con los resortes últimos de la vida social de Jerusalén".

El otro Jesús se libró por loco

Pudo no haber sido así. Ribas Alba recuerdaun caso similar al de Jesús de Nazaret, el de Jesús hijo de Ananías, absuelto en el año 62 d.C. tras ser juzgado por"declarar públicamente el fin de Jerusalén" y "atacar al Templo", proceso que ha llegado hasta nuestros días gracias alhistoriador judío Flavio Josefo.

El otro Jesús quedó libre al concluir Roma que se trataba de"un loco sin responsabilidad penal". A Jesús hijo de Ananías le tomaron por "un enajenado". A Jesús de Nazaret le tomaron en serio. La diferencia no es baladí: ser flagelado oflagelado y crucificado.

El ensayorecoge las "llamativas" similitudes entre ambos procesos. "El Sanedrínordena una detención. Se imputa una pena capital y el acusado es remitido al gobernador. El pasaje [de Flavio Josefo] aporta una prueba muy fuerte sobre la incapacidad del Sanedrín para imponer una pena de muerte. El gobernador romano le juzga yle aplica el castigo de la flagelación, pero elgobernador le absuelve al estimar que sufre un trastorno mental".¿La principal diferencia entre los dos casos? Ambos hablaron contra el Templo, pero a diferencia de las palabras de Jesús hijo de Ananías, las de Jesús de Nazaret"sí poseíanclaras connotaciones mesiánicas", aclara Ribas Alba.

"Proceso a Jesúsintenta mirar al pasado con tolerancia. Los personajes que intervienen en el proceso contra Jesús no deben ser considerados perversos. Vivieron en las coordenadas de su tiempo y cumplieron con su deber, aunque históricamente se les haya mirado con malicia, quizás a causa de cierto antijudaísmo", zanja Ribas Alba. Conclusión: Perdónales señor, aunque sí sepan lo que hacen.

Palestina, año 30 de nuestra era. En el banquillo de los acusados, un profeta judío de 30 añosque ha puestoen duda elstatu quo político-religioso de suépoca.Hablamos, claro, deunode los procesos judiciales más célebres de todos los tiempos: Roma y las autoridades judíascontra Jesús de Nazaret.Un caso analizado hasta la saciedad, salvoque proliferan los enfoques históricos, religiosos,teológicos y hasta políticos, pero no tanto los judiciales.

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