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¿Están acabados Extremoduro?
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Crítica del nuevo disco del grupo

¿Están acabados Extremoduro?

'Para todos los públicos', nuevo trabajo de la banda de rock de Robe Iniesta, es un pálido reflejo de sus años de grandeza

Foto: Extremoduro en un concierto en Cáceres (EFE)
Extremoduro en un concierto en Cáceres (EFE)

La aparición de un álbum del grupo de Robe Iniesta siempre es noticia en el rock español. En los años noventa, Extremoduro renovaron las energías del género, con un discurso menos desafiante que las hordas del rock radikal vasco, pero mucho más vivo que los grupos de guitarras de la época. No tardaron en convertirse en superventas de estadio que levantaban pasiones entre adolescentes y veinteañeros. Su nueva entrega, Para todos los públicos, es claramente un disco menor en su trayectoria, estancada desde hace al menos tres álbumes.

Esta vez tiran claramente del rock setentero, la época de los grandes dinosaurios. En todo caso, será motivo de alegría incluso para los seguidores más escépticos, ya que sirve como excusa para salir de gira en 2014 (al menos, eso sospechan en su discográfica). Una vez en la carretera, volverán a repasar todos esos himnos clásicos que les hicieron grandes.

Viven una etapa complaciente de homenaje a sí mismos similar a la de Sabina, Estopa y Calamaro

Después de varias escuchas del álbum, la pregunta flota en el aire: ¿Están acabados Extremoduro? Como poco, viven una etapa complaciente de "homenaje a sí mismos" similar a la de Sabina, Estopa y Calamaro. He aquí un repaso del disco canción a canción.

Locura transitoria

Su típico medio tiempo destemplado: "No sé en qué parte de esta historia/perdí el argumento primario/no sé qué cojones me agobia/pues según dice el calendario/vuelve a llegar la primavera… y me molesta el sol". Entonces entra un cuarteto de cuerda para hacerlo más lírico todavía. Iniesta cita El rayo que no cesa, de Miguel Hernández, y también el poema de las oscuras golondrinas de Bécquer. La canción no es tan contagiosa como Dulce introducción al caos, pero tampoco decepciona. En el fondo, hacer bien lo de siempre debería contar como mérito. Lo triste es que la pieza hubiera mejorado si en vez de ocho minutos durase cuatro (la segunda parte baja mucho de intensidad).

Entre interiores

Un chute de blues-rock. Uno lo llamarán clásico, otros tópico. A estas alturas del disco -y de su carrera- ya está claro que el gran problema del grupo se llama Iñaki Antón, un guitarrista tan dotado y virtuoso como incapaz de moderación. Su detalles "de calidad" chirrían el estudio y abrasan los directos. Es lo que se llama "un tocón": alguien más pendiente de la técnica que de las emociones de la pieza. Quizá Slash o Brian May sean grandes iconos, pero tocar así en un grupo de corazón punk-rock estropea más que revitaliza las canciones. En la parte poética, contiene uno de las peores rimas del disco: "¿Y yo para qué las quiero/todas las palabras/ si todo lo que sueño/está en las entrañas?" Robe Iniesta es uno de los mejores letristas del rock nacional, pero cae cada vez con mayor frecuencia en el visceralismo de "todo a cien".

¡Qué borde era mi valle!

Una de los mejores bazas del disco. Directa, sencilla y al grano. Seguro que sube la intensidad en directo. No es que invente la pólvora, pero tampoco desentonará en el grandes éxitos del grupo. Tiene algo de los Led Zeppelin clásicos. La letra, marca de la casa:"Vamos a robarcerezas/de las del Valle del Jerte/soy capaz de cualquier cosa/ con tal de volver a verte". Las demás imágenes son algo previsibles, pero el riff contundente y la falta de pretensiones juegan a favor. Por algo la escogieron como primer sencillo.

Poema sobrecogido

En España siempre ha gustado mucho el rock andaluz, desde Triana a los últimos experimentos de Los Planetas. Aquí Extremoduro practican otro acercamiento peculiar . El mayor problema es que los fraseos de Robe suenan demasiado impostados. La letra trata de la autoconciencia del mundo y las diferentes capas que hay que atravesar hasta llegar a la cordura. Los gritos del final, como si hubieran lanzado a Robe a un agujero negro sideral, son típicos del género.Tras varias escuchas, la cosa no llega a prender.

Manué IV

Una broma de treinta segundos, que parece un chiste sobre la Guerra Civil. Robe: "Manué, qué pena que nadie nos fusile al alba". Manué: "Otro revolucionario de los cojones, ya me has jodido la tarde". Robe: "Qué te den por culo, tú no entiendes nada". Tampoco yo lo acabo de pillar.

Mamá

Extremoduro se pintan de negro. Un funk-rock previsible hasta decir basta. La letra, a juego, podría haberse escrito con el generador automático de rimas de Extremoduro. "Mamá, ya he mamado/Mamá, ya he mamado/Ya no necesito tener alma/ Ya no necesito tener sed/Dime niña ¿dónde está?/ La fuente que da el poder (bebed)". Si esta canción no existiera, no haría falta inventarla.

Mi voluntad

Más sencilla, clásica y rockera, pero incapaz de despejar la sensación de que Extremoduro componen con el piloto automático. El grupo encontró muy temprano un sonido distintivo y se zampó a la competencia en los noventa gracias al talento poético de Iniesta. El problema es que no firman un disco arrollador desde ni se sabe cuándo (unos dirán que una década, otros dirán que quince años). A estas alturas, parece legítimo perder las esperanzas de una resurrección artística. ¿Se ha ido la musa?¿Han dicho ya todo lo que tenían que decir?¿Falta la voluntad a la que alude el título?

Pequeño rock and roll endémico

Un poco de bugi bugi. Seguramente oxigene los conciertos por su modestia, ya que impide que a Iñaki se le vaya mucho la olla con los solos de guitarra. Cuando escuchas a Iniesta cantar sobre "el barrio del olvido" sabes que no se ha roto mucho la cabeza buscando metáforas. Tira de cosas tan manidas como "soy un tipo que anda perdido/por las calles de tu olvido". Menos mal que tiene la voz ronca, porque si no sonaría a la Oreja de Van Gogh.

El camino de las utopías

Su gran final en plan fuegos artificiales. Hay quien dice que suena a Queen y tiene parte de razón. Por lo menos, en la grandilocuencia que transmite."No me gustan los maderos, ni la gente con banderas/ Ni la Virgen María, ni ninguna ideología". Se trata de un himno antiautoritario clásico, que al final incluso cita al Blowin In The Wind de Bob Dylan.

Para todos los públicos no ofrece nada que no hubieran hecho antes mucho mejor. Extremoduro siguen en el limbo y no hay señales de interés en abandonarlo.

La aparición de un álbum del grupo de Robe Iniesta siempre es noticia en el rock español. En los años noventa, Extremoduro renovaron las energías del género, con un discurso menos desafiante que las hordas del rock radikal vasco, pero mucho más vivo que los grupos de guitarras de la época. No tardaron en convertirse en superventas de estadio que levantaban pasiones entre adolescentes y veinteañeros. Su nueva entrega, Para todos los públicos, es claramente un disco menor en su trayectoria, estancada desde hace al menos tres álbumes.

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