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Joan Matabosch, un pacificador en busca del público perdido
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el nuevo director del teatro real sustituye a mortier

Joan Matabosch, un pacificador en busca del público perdido

Matabosch es considerado como el gran impulsor de la renovación del Liceo. Allí imprimió un estilo de gestión con un equilibrio entre tradición y modernidad

Foto: Joan Matabosch (EFE)
Joan Matabosch (EFE)

Joan Matabosch, (Barcelona, 1961), el nuevo director artístico del Teatro Real, ha sido el nombre detrás del Gran Teatro del Liceo durante 20 años, siendo considerado como el gran impulsor de su renovación, tanto en el aspecto artístico como en el de su función en la sociedad civil catalana. Allí imprimió un estilo de gestión cosmopolita y de equilibrio entre tradición y modernidad que le han permitido sobrevivir a todos los directores generales nombrados por los gobiernos durante todos estos años. Llega al Real con la tarea de hacer olvidar a su sucesor Gerard Mortier (Gante, Bélgica, 1943) y sus polémicas declaraciones y, sobretodo, de volver a recuperar el público que ha huido de la Ópera en la capital.

Durante sus años en el teatro el Liceo consiguió pasar de los seis mil abonados a una cifra de casi el triple, gracias a un proyecto que él mismo confesaba que no estaba culminado, más en este momento en el que la crisis económica había conseguido echar abajo algunos de los proyectos más significativos que iban a acometerse. Una situación que incluso llevó al teatro a presentar un ERE temporal que ha afectado a sus trabajadores este septiembre y lo hará en julio de 2014. Esto le ha supuesto numerosas críticas de los trabajadores que consideraban que desde la dirección artística se optaba por óperas difíciles en lugar de obras más comerciales, menos costosas y que atrajeran a un público más numeroso.

Joan Matabosch siempre ha defendido el modelo económico que ha seguido el Liceo, considerando que ha sido la caída de las subvenciones lo que ha provocado esta situación. Ya que hasta antes de la crisis el modelo había sido beneficioso para la institución.

Licenciado en Sociología y crítico en diversas publicaciones nacionales e internacionales de ópera, música y teatro, el nuevo "hombre fuerte" del Teatro Real, desde elpunto de vista artístico, llegó al Liceo en 1993, un año antes del trágico incendio que destruyó este referente cultural. A él le tocó gestionar desde los año de bonanza económica a la situación actual de recesión.

Desde sus primeros años ha continuado la senda de Albin Hänseroth intentando crear un Liceo que combinara riesgo y tradición, apostando por nuevas producciones y por directores de escena catalanes, como Calixto Bieito, La Fura dels Baus o la misma Núria Espert.

En esta apuesta decidió abrir el Liceo a nuevos públicos como el infantil, con ciclos dirigidos a los más pequeños a los que se les inicia en el ámbito de la música clásica. Tampoco ha sido ajeno a dar a conocer nuevas voces y jóvenes talentos, ni a presentar producciones de Konwitchny, Vick, Dario Fo o Carsen

Su gestión ha sido elogiada internacionalmente e incluso el propio Mortier ha reconocido su respeto y admiración por el que hoy será su sucesor, aunque también expresó de forma directa que no consideraba que su figura fuera la adecuada para el Teatro Real.

Al margen del Liceo,Mataboschha mantenido todos estos años una proyección abierta al campo de la cultura en general y, entre otros cargos, ha presidido el jurado del Concurso Internacional de Canto Francesc Viñas y también ha asumido la presidencia de la asociación Ópera Europa.

Joan Matabosch, (Barcelona, 1961), el nuevo director artístico del Teatro Real, ha sido el nombre detrás del Gran Teatro del Liceo durante 20 años, siendo considerado como el gran impulsor de su renovación, tanto en el aspecto artístico como en el de su función en la sociedad civil catalana. Allí imprimió un estilo de gestión cosmopolita y de equilibrio entre tradición y modernidad que le han permitido sobrevivir a todos los directores generales nombrados por los gobiernos durante todos estos años. Llega al Real con la tarea de hacer olvidar a su sucesor Gerard Mortier (Gante, Bélgica, 1943) y sus polémicas declaraciones y, sobretodo, de volver a recuperar el público que ha huido de la Ópera en la capital.

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