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Dalí a más de 600 por hora
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borja-villel quiere crear puentes con la sociedad

Dalí a más de 600 por hora

El director del Museo Reina Sofía lanza las primeras conclusiones sobre el aprendizaje de una exposición masiva, que ha reunido a más de 700.000 personas

Foto: Las filas de personas a la espera de acceder a la exposición de Dalí, en el Museo Reina Sofía. (EFE)
Las filas de personas a la espera de acceder a la exposición de Dalí, en el Museo Reina Sofía. (EFE)

El Museo Reina Sofía vive horas de reflexión tras la oleada daliniana. La institución ha sido durante casi cinco meses el centro de atención cultural del país, algo que el actual equipo de dirección no había conocido hasta el momento. En realidad, ninguno de los anteriores directores llegó a tocar un éxito tan sonado y popular como el que ha alcanzado Manuel Borja-Villel estos días, que paradójicamente es -desde hace más de cuatro años- el capitán menos populista de todos los que ha conocido este navío.

Ha tocado las mieles de la masa, pero no se siente cómodo entre ella. Ha hecho que los ingresos en las cuentas del museo se disparen gracias a las entradas y las compras de las 732.339 personas que han pasado a ver la retrospectiva de Dalí, pero no está dispuesto a que las cifras dirijan la programación. Ha conseguido atraer nuevos visitantes al museo y le gustaría que se convirtieran a la casta de fieles del arte moderno y contemporáneo, pero sabe que para ello debería virar su política de programación para volver a que más de 6.000 personas diarias pasaran a visitar el Reina Sofía, a que las puertas recibieran a más de 600 por hora.

“A nivel de gestión nos ha enseñado a organizar y ordenar las visitas, los flujos masivos, el control de los accesos, agilizar la venta de entradas, es decir, nos ha permitido mejorar la parte de atención al público”, reconoce el director a este periódico en el día del cierre de la exposición más visitada de la historia de los museos españoles. “Ha sido una experiencia muy buena para aprender a cómo dirigirnos al público. Nos ha exigido afinar los mecanismos de gestión”.

El objeto del deseo

La fascinación por Dalí ha acercado el museo “a gente que normalmente no venía y que ahora una parte continuará viniendo y participando en las actividades”. ¿Eso quiere decir que variará la programación para no defraudar las expectativas de los neofitos? Ni sí, ni no. “Hay artistas que trabajan desde la resistencia a la lectura fácil, sería el caso de James Colleman”, explica para señalar que exige mucho del espectador y éste no siempre está dispuesto a esforzarse. Borja-Villel tiene esta esta exposición dedicada al artista irlandés como referencia de su trayectoria.

“No todo el arte es para todos los públicos. Hay grupos de interés. Lo que es muy importante es saber llegar a mucha gente y para ello debemos aprender a crear puentes con la sociedad. No puentes de una dirección, que no sean hechos sólo desde el punto de vista economicista”, aclara el director. “He aprendido qué puede hacer atractivo una obra de arte, y la importancia de los medios de comunicación para crear interés sobre un hecho extraordinario. Si hubiese ese interés en el resto de las exposiciones, si supiésemos generar relatos atractivos a los medios, los museos lograríamos que fueran mucho más frecuentados”, reconoce.

Dalí ha demostrado, una vez más, que es posible que la gente se mueva a los museos a disfrutar de la cultura. ¿Qué tipo de arte? “Bueno, no se trata de enseñar solamente. Toda obra de arte buena es conocimiento que siempre nos plantea preguntas”. Conocimiento y deseo, la combinación perfecta en un montaje riguroso con lo académico. Manuel Borja-Villel insiste en desvincularse de la pérdida de criterio artístico que viven otros museos, cegados por la taquilla.

El Museo Reina Sofía vive horas de reflexión tras la oleada daliniana. La institución ha sido durante casi cinco meses el centro de atención cultural del país, algo que el actual equipo de dirección no había conocido hasta el momento. En realidad, ninguno de los anteriores directores llegó a tocar un éxito tan sonado y popular como el que ha alcanzado Manuel Borja-Villel estos días, que paradójicamente es -desde hace más de cuatro años- el capitán menos populista de todos los que ha conocido este navío.

Pintura Salvador Dalí