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Los ladrones de cuernos asaltan los museos de Europa
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HASTA 2012 SE REGISTRARON 67 ROBOS EN TODO EL CONTINENTE

Los ladrones de cuernos asaltan los museos de Europa

Ni es un valor refugio ni falta que le hace, al menos a efectos pecuniarios. Pese a su condición de consumible, el cuerno de rinoceronte no

Foto: Los ladrones de cuernos asaltan los museos de Europa
Los ladrones de cuernos asaltan los museos de Europa

Ni es un valor refugio ni falta que le hace, al menos a efectos pecuniarios. Pese a su condición de consumible, el cuerno de rinoceronte no solo vale más que su peso en oro, sino que empieza a valer mucho más. Y la primera víctima de este fenómeno –después de los propios animales, lógicamente– están siendo los museos de Europa.

Según Europol, se han registrado más de 100 robos de cuernos de rinoceronte en todo el mundo desde 2011, la mayoría en el continente. El último el pasado mes de abril, cuando cuatro cabezas de este animal –con ocho cuernos en total– desaparecieron de los almacenes del Museo Nacional de Irlanda en Sword, cerca de Dublín. Y no fue un robo menor. Los ladrones, una banda perfectamente organizada, secuestraron y amordazaron al único guarda del edificio, entraron y se llevaron solo las cabezas de los animales, que habían sido descolgadas del museo y trasladadas allí precisamente para prevenir su robo. La institución tenía buenos motivos para hacerlo, ya que solo esas cuatro astas podrían valer en el mercado negro más de medio millón de euros.

No es el primer museo europeo que pierde sus cuernos de rinoceronte. En 2011 la Policía portuguesa detuvo en Lisboa a dos extranjeros –su nacionalidad no trascendió a la prensa– y se incautó de 6 astas de rinoceronte que sumaban 7,5 kilos de peso y un valor de más de 400.000 euros. Dos de ellas provenían del Museo de Historia Natural de la Universidad de la ciudad de Coímbra, que los cacos habían asaltado en abril de ese mismo año.

En nuestro país entraron en el Museo de Fauna Salvaje de Valdehuesa, en León, –del que robaron tres cuernos en enero de 2012– y poco antes en el Instituto Jorge Juan de Alicante, cuya aula de ciencias alberga un ejemplar disecado de esta especie. Fue en estas mismas provincias donde los cacos –los mismos, se cree– perpetraron también sus robos a particulares. El último a un cazador leonés en cuyo domicilio entraron en mayo de 2012 –tres meses después del golpe en el Museo de Fauna Salvaje– para robar el cuerno de su cabeza de rinoceronte disecada, un trofeo de caza, y tirar el resto de la pieza. En 2011 otro cazador, ahora en Alicante, recibió en casa la desagradable visita de los ladrones de cuernos, que se llevaron la cabeza del animal –apareció ya sin cuernos días después tirada en un barranco–. Dado que la pieza pesaba siete kilos y medio, su precio podría llegar a los 300.000 euros.

Por razones como esta Europol denuncia que en los últimos dos años algunas bandas criminales –principalmente en Europa, Asia y África– se han especializado en el robo de estos cuernos, que adquieren no directamente del propio animal a través de la caza furtiva, sino mediante el robo "a anticuarios, casas de subastas, galerías, museos, colecciones privadas y zoos".

Por esa razón el ECAB –Europol Criminal Assets Bureau– tiene abiertas hoy hasta 20 investigaciones y ha completado otras 30 en los últimos meses, desde que se disparase el interés por los cuernos de rinocerontes. En la Operación Oakleaf, como fue bautizada en 2011, participan ya los cuerpos policiales de 16 países europeos, entre ellos España.

El récord de robos se lo lleva Alemania, no obstante, que hasta noviembre de 2012 registró 15 de los 67 asaltos de todo el continente europeo –a los que hay que sumar 15 intentos fallidos–. Francia, por su parte, registró 11 robos, Reino Unido 8, España 6 e Italia 5.

La primera banda especializada en este tipo de delitos, con ramificaciones ya a nivel mundial, se conoce en nuestro país con el nombre de "el clan de los irlandeses" y se cree que es la responsable del robo de Dublín, aunque se desconoce su relación exacta con los dos imputados en España por los robos registrados en el país.

50.000 euros el kilo

La razón de este repunte de los robos de cuernos de rinoceronte está precisamente en la efectividad –nótese la cursiva en efectividad– de las medidas tomadas para proteger a estos animales.

En numerosos parques y reservas africanas se anestesia a los animales para extirparles el cuerno y conseguir así que dejen de ser un objetivo para los furtivos, como en efecto dejan de serlo. La medida ataja el trapicheo ilegal a pequeña escala y neutraliza la caza ilegal, sí, pero abre un nuevo nicho para criminales más ambiciosos y mejor organizados que, con un poco de suerte, hasta se ahorran el trabajo de campo y los numerosos engorros de la caza furtiva: ahora acuden directamente a los almacenes donde se guardan las astas.

El mayor golpe registrado hasta la fecha, de hecho, se dio el pasado marzo en una reserva, la Leshoka Thabang Game Reserve de Limpopo, en Sudáfrica. Los ladrones entraron en la finca privada en la que se custodiaban secretamente los cuernos y robaron 66. Su valor en el mercado negro podría superar los 2.100.000 euros.

El destino de la mayoría de estos cuernos es Extremo Oriente, en donde se comercializan molidos con un precio que puede llegar a superar los 50.000 euros el kilo. Aunque se oye con frecuencia que en Asia –particularmente en China– se usa como afrodisíaco, lo cierto es que el mayor mercado está en Vietnam, en donde su consumo está particularmente arraigado entre enfermos de cáncer.

El cuerno de rinoceronte es singular –no es de marfil, como los colmillos de morsas y elefantes, ni tiene un núcleo de hueso como el de la mayoría de los mamíferos astados, sino que está formado casi integralmente por queratina– pero carece por completo de efectos medicinales. Ingerirlo incluso en pequeñas dosis puede resultar peligroso cuando se trate de cuernos extraídos de cabezas como las de Dublín, que datan de principios del siglo XX, cuando los taxidermistas empapaban la queratina de arsénico para conservarla. 

Ni es un valor refugio ni falta que le hace, al menos a efectos pecuniarios. Pese a su condición de consumible, el cuerno de rinoceronte no solo vale más que su peso en oro, sino que empieza a valer mucho más. Y la primera víctima de este fenómeno –después de los propios animales, lógicamente– están siendo los museos de Europa.