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Cómo confundir una obra de arte con pornografía infantil
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EL ARTISTA PAUL YORE PODRÍA SER PROCESADO JUDICIALMENTE EN AUSTRALIA

Cómo confundir una obra de arte con pornografía infantil

Su pecado ha sido recortar la figura de un niño en cartón, pegarle la cara de Justin Bieber y añadirle un pene de goma de modo tal que parezca que está orinando.

Su pecado ha sido recortar la figura de un niño en cartón, pegarle la cara de Justin Bieber y añadirle un pene de goma de modo tal que parezca que está orinando. El artista Paul Yore quería así "unificar un conjunto de elementos descontextualizados (...) para formar un espacio simbólico tridimensional", o al menos es lo que anuncia sobre su instalación Everything is Fucked en el catálogo de la colección, expuesta en el Linden Centre for Contemporary Arts de Saint Kilde, en Melbourne. Las autoridades australianas, sin embargo, no están de acuerdo. Dicen que es pornografía infantil y, por lo tanto, han procedido a retirarla.

Al menos parte de ella. El pasado sábado la policía accedió a la galería artística en la que se exhibe Like Mike Now What??, una exposición colectiva con seis jóvenes autores, y requisó varias partes de la instalación de Yore, entre ellas aquella en la que un impostado Justin Bieber –la foto es de cuando el cantante aún era menor de edad– orina en una especie de altar.

Este martes una portavoz policial confirmó al diario The Australian que el autor de la pieza ya ha sido interrogado por la Unidad de Investigación Criminal de la Policía y puesto en libertad a la espera de ser requerido por un tribunal. Lo más probable, especificó la portavoz, es que se presenten contra él cargos por la producción y la posesión de pornografía infantil.

Everythig is Fucked –literalmente, "todo está jodido"– es una pieza de grandes proporciones que homenajea al veterano artista australiano Mike Brown formada por una pluralidad de objetos –figuritas, juguetes, dibujos...– entre los que figuran algunas imágenes de niños y componentes explícitamente sexuales. El conjunto tiene el aspecto de un gran trabajo infantil de manualidades.

El gremio de artistas de Australia ya se ha movilizado en defensa de su joven compañero de 25 años. Tamara Winikoff, directora de la National Association for the Visual Arts australiana, aseguraba esta semana ante la prensa que los visitantes de la galería en la que se expone la obra son advertidos "debidamente" de que algunas de las obras podrían resultar duras e inapropiadas para los niños y negó tajantemente que se trate de pornografía.

"Estamos ante otro caso más de personas sobreprotectoras con la sensibilidad pública que no quieren darse cuenta de que la gente es perfectamente capaz de tomar sus propias decisiones", criticó Winikoff. "Cualquier caso de censura sobre trabajos que no son ilegales está injustificada y, en este caso, creo que la policía va a tener muy difícil demostrar que las piezas son ilícitas".

La representante de los artistas visuales australianos también se refirió a la polémica generada por el caso en el país. "Seguramente estamos ante un pequeño grupo de gente que cree que el trabajo es problemático y quiere imponer su punto de vista al resto de la comunidad".

Del artista poco se sabe, mientras tanto, ya que guarda silencio por recomendación de su abogado, aunque cuando la policía entró en la galería un periodista consiguió arrancarle una única declaración: "La censura se ha vuelto loca", afirmó escuetamente.

Para zanjar el predecible debate en torno a la financiación de este tipo de obras controvertidas Winikoff también advirtió de que la colección no ha recibido ningún tipo de ayuda o subvención pública, aunque la galería –cuya dirección guarda silencio y que permanece ahora cerrada– sí cuenta con la contribución económica de Arts Victoria, un instituto dedicado a la promoción del arte en el Estado homónimo, y del consejo local de Port Phillip.

Incluso la ministra estatal de las Artes, Heidi Victoria, se ha visto alcanzada por la polémica, que una portavoz ha querido zanjar de nuevo ante el diario The Australian explicando que ni la colección, ni la obra ni el artista han recibido nunca el apoyo financiero del gobierno y que la ministra ni siquiera ha visto su trabajo.

Exceso de celo

No es la primera vez que las autoridades australianas demuestran un celo riguroso con la moralidad pública en el arte y, de resultar Yore finalmente inocente, no sería la primera vez que se exceden.

En 2008 la policía entró también en una galería de arte de Sydney y requisó 20 de las 41 fotografías de Bill Henson que colgaban ya esperando la inminente inauguración, incluyendo los retratos de varios chicos y chicas adolescentes desnudos. Posteriormente se supo que las autoridades habían recibido ocho quejas respecto a los folletos con los que la galería estaba promocionando la exposición, que incorporaba la foto de una niña de 13 años semidesnuda.

Un portavoz policial tacho más tarde los contenidos de "indecencia" y las autoridades advirtieron entonces de que podrían considerarse pornografía. Incluso el primer ministro Kevin Rudd llegó a afirmar en una entrevista en televisión que las fotos eran"absolutamente asquerosas" y carentes de "cualquier mérito artístico", lo que animó el debate a favor de quienes defendían el procesamiento legal de Henson y la galería que lo exponía por producción, posesión y, en este caso, también difusión de pornografía infantil.

El debate, sin embargo, giró 180 grados cuando la fiscalía australiana recomendó oficialmente cerrar el proceso y la paranoia de las autoridades –que llegaron a registrar la galería por segunda vez para encontrar la misma versión de las fotos a gran formato– se volvió en su contra. Las piezas fueron devueltas por orden judicial, la exposición inaugurada y no se presentó cargo alguno contra el fotógrafo.

El debate sobre la legalidad de las fotos se convirtió de esta manera en otro sobre la capacidad del Estado para censurar de facto obra artística perfectamente legal –que, en todo caso, consideraba inmoral– gracias a un periodista, David Marr. En The Henson case, un célebre ensayo candidato a varios premios de crítica en 2009 y 2010, el famoso reportero criticó con ferocidad al gobierno australiano por sus frecuentes injerencias en obras de arte, colecciones y exposiciones partiendo precisamente del caso Henson.

Su pecado ha sido recortar la figura de un niño en cartón, pegarle la cara de Justin Bieber y añadirle un pene de goma de modo tal que parezca que está orinando. El artista Paul Yore quería así "unificar un conjunto de elementos descontextualizados (...) para formar un espacio simbólico tridimensional", o al menos es lo que anuncia sobre su instalación Everything is Fucked en el catálogo de la colección, expuesta en el Linden Centre for Contemporary Arts de Saint Kilde, en Melbourne. Las autoridades australianas, sin embargo, no están de acuerdo. Dicen que es pornografía infantil y, por lo tanto, han procedido a retirarla.