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Pruebas contra la honestidad de Truman Capote
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NUEVOS INFORMES CUESTIONAN EL ALUMBRAMIENTO DE 'A SANGRE FRÍA'

Pruebas contra la honestidad de Truman Capote

Cuando los baúles que conservan los viejos archivos empiezan a abrirse, nadie queda a salvo. Ni siquiera los autores consagrados, sobre todo, después de salir a

Foto: Pruebas contra la honestidad de Truman Capote
Pruebas contra la honestidad de Truman Capote

Cuando los baúles que conservan los viejos archivos empiezan a abrirse, nadie queda a salvo. Ni siquiera los autores consagrados, sobre todo, después de salir a la luz documentos relacionados con la matanza de la familia Cutller, que inspiró a Truman Capote para escribir A sangre fría y, con ella, dar a luz la novela de no-ficción y anticipar el nuevo periodismo. Los nuevos informes contradicen varios de los episodios publicados en el libro, a pesar de que los integrantes del Kentucky Bureau of Information (KFI) que llevó a cabo la investigación han defendido siempre la veracidad de la historia publicada en primer lugar en las páginas de The New Yorker.

A sangre fría (Anagrama) es probablemente uno de los grandes hitos literarios del siglo XX. Publicada en 1966, la novela dio lugar al término non-fiction-novel, o dicho de otra forma, la novela de no ficción, que nace a partir de una larga investigación (cinco años en el caso de Capote) y que refleja fielmente los hechos acaecidos, de la misma manera que lo haría un artículo periodístico.

El propio autor describió su obra como “inmaculadamente basada en los hechos reales”.  Sin embargo, la veracidad de la novela de Capote, especialmente en lo que concierne a la relación del autor con el investigador Alwin Dewey Jr., lleva mucho tiempo en el punto de mira, y los nuevos documentos no hacen más que hurgar en la herida.

Un trato de favor mutuo

El 15 de noviembre de 1959, la familia Cuttler, formada por Bonnie y Herbert y sus hijos Nancy y Kenyon, fue asesinada en su hogar.  Seis años más tarde, Perry Smith y RichardDick” Hickock serían ahorcados como culpables de la matanza. ¿Qué ocurrió en dicho intervalo de tiempo? Capote lo intentó explicar junto a su amiga Nelle Harper Lee, autora de Matar a un ruiseñor aunque, parece ser, con más libertad de la que alardeó en su día. Las críticas sobre las licencias tomadas a la hora de recrear los diálogos con los asesinados y la adición de capítulos que nunca llegaron a ocurrir han sido las más frecuentes entre los detractores de la obra. Los nuevos papeles, que aún son objeto de litigio entre el KBI y los herederos de Harold Nye, el agente que los tenía en su haber, han sido revisados y publicados por el Wall Street Journal.

El investigador facilitó el acceso del novelista a los dos criminalesLa documentación descubre que el papel de Alwin Dewey Jr., el detective que identificó a los culpables, fue mucho menos heroico que como Capote lo presentó. Según A sangre fría, Dewey comenzó a investigar el asesinato la misma noche en que estos ocurrieron, pero los documentos señalan que no fue así. La declaración recién publicada de Duane West, el fiscal del caso, señala que el detective hizo caso omiso del testimonio del guardián de Floyd Wells, compañero de celda de Dick Hickock que señaló a este como culpable, ya que le había comunicado su intención de asaltar la granja de los Cuttler tras salir de la cárcel.

En un informe rellenado por el propio investigador se indica cómo Dewey desconfió de la declaración del reo y, en lugar de acudir personalmente a la cárcel para entrevistar al testigo, envió a un detective del Kentucky Bureau of Investigation para tomarle declaración. En ese momento, el detective mantenía la tesis que el culpable era algún vecino de la ciudad de Halcomb que habría tenido algún problema personal con Herb Cuttler. Más tarde se demostraría que los asesinatos se habían producido como parte del asalto de los ladrones.

En la novela, Dewey toma la iniciativa al seguir esta pista la misma noche de autos. Sin embargo, el investigador tardó hasta cinco días en acudir a la granja de los Hickock. ¿Por qué tal manipulación? Seguramente porque Capote se sentía en deuda con el investigador, que facilitó enormemente su trabajo ya que le sirvió de consejero y le facilitó el acceso al diario de Nancy Clutter, que fue reproducido en la novela ya que su última entrada fue escrita momentos antes de que los criminales entrasen en la casa.

Capote sugirió a Columbia Pictures la contratación del investigadorDewey fue también responsable de abrir los archivos del KBI a Capote, así como de ayudarle a conseguir un carnet de conducir para el estado de Kentucky. Sin su colaboración, el libro no se podría haber escrito, o quizá habría resultado de manera muy distinta. Él fue quien también facilitó el acceso del novelista a los dos criminales, o quien presionó a los testigos para que colaborasen en la investigación de Capote.

La colaboración entre los dos fue tan cercana que Capote solicitó a Columbia Pictures la contratación de la mujer del investigador –una gran admiradora del trabajo del escritor– como consultora ayudante a cambio de un sueldo “bastante superior al de la familia media americana”, como ha publicado el Wall Street Journal.

Una vieja historia

Las dudas sobre la veracidad de A sangre fría no son nada nuevo. La película de 2005 Truman Capote, dirigida por Bennett Miller, ya sugería el conflicto vivido por el autor entre su fidelidad a los hechos y la compasión que sentía hacia sus protagonistas, víctimas inevitables del cadalso. En el largometraje, el personaje interpretado por Philip Seymour Hoffman muestra a Harper Lee, a quien da vida Catherine Keener, su frustración por “no haber podido hacer nada más”.

La crónica rosa ha indicado que Capote sentía cierta atracción hacia Perry, homosexual, y se ha llegado a especular que Capote tuvo sexo con él en su celda. Más allá de lo que es pura conjetura, la afinidad entre ambos podría haber surgido tras cinco años de convivencia de encuentros constantes, una empatía favorecida por la infancia complicada que ambos compartían.

Cuando los baúles que conservan los viejos archivos empiezan a abrirse, nadie queda a salvo. Ni siquiera los autores consagrados, sobre todo, después de salir a la luz documentos relacionados con la matanza de la familia Cutller, que inspiró a Truman Capote para escribir A sangre fría y, con ella, dar a luz la novela de no-ficción y anticipar el nuevo periodismo. Los nuevos informes contradicen varios de los episodios publicados en el libro, a pesar de que los integrantes del Kentucky Bureau of Information (KFI) que llevó a cabo la investigación han defendido siempre la veracidad de la historia publicada en primer lugar en las páginas de The New Yorker.