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La cara oculta de Abraham Lincoln
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SU BIOGRAFÍA CINEMATOGRÁFICA NO TRATA SU ORIENTACIÓN SEXUAL NI SU PENSAMIENTO RACISTA

La cara oculta de Abraham Lincoln

“Hay un soldado devoto del presidente, conduce con él y cuando la señora no está en casa, duerme con él. ¡Qué cosas!”. El soldado era  David

Foto: La cara oculta de Abraham Lincoln
La cara oculta de Abraham Lincoln

“Hay un soldado devoto del presidente, conduce con él y cuando la señora no está en casa, duerme con él. ¡Qué cosas!”. El soldado era David Derickson, guardaespaldas de la Casa Blanca, y el presidente, nada menos que Abraham Lincoln. La esposa de un asesor del histórico presidente estadounidense lo escribió así en su diario personal en 1862. Los rumores sobre la verdadera orientación sexual de Lincoln inundaban entonces los mentideros de Washington, aunque eran pocos quienes se atrevían a comentarlos en voz alta.

Siglo y medio después, los tiempos no han cambiado tanto. En Lincoln, su recién estrenado biopic, Steven Spielberg ha decidido obviar también los claroscuros biográficos y hacer un retrato del hombre a través de su figura histórica. Barba negra, rasgos afilados y sombrero de copa, pero nada de homosexualidad, racismo ni raros trastornos genéticos. Y como la historia no perdona –y sus guardianes, menos aún–, muchos académicos han puesto el grito en el cielo ante un Lincoln, dicen, demasiado edulcorado. “Mucho material pero poca revelación”, sentenciaba Rex Reed sobre la película en el New York Observer. Ronald White, un biógrafo del presidente, admite en Books & Review que no todas las palabras que el guión pone en boca de Lincoln “son ciertas”, e incluso Eric Foner, historiador lincolniano y premio Pulitzer, asegura en el New York Times que el retrato cinematográfico “exagera extremadamente” en algunos puntos para pasar de puntillas sobre otros.

El más controvertido de todos es sin duda la vida amatoria de Lincoln, que algunos creen más ajetreada de la que cabría esperar de todo un padre de la patria. Ya en 1926 el historiador Carl Sandburg menciona a uno de los supuestos amantes de Lincoln, Joshua Fry Speed, diciendo de él que tenía “una veta lila y partes blandas como las violetas de mayo”, una expresión coloquial para sugerir su homosexualidad. Aunque muchos atribuyen a Lincoln otros dos posibles romances extraoficiales –con su guardaespaldas David Derickson y con William Greene, un empresario y político demócrata– y hasta 11 diferentes compañeros de lecho, sus biógrafos más conservadores –siempre dentro de la heterodoxia– mantienen que fue su primera relación, la que mantuvo con Speed, la que imprimió su carácter y lo sumió en su conocido episodio de melancolía, hoy llamada depresión.

Lincoln y Speed vivieron durante cuatro años en Spriengfield, Illinois, en la década de 1830, compartiendo techo, alcoba y cama. Muchos historiadores aducen el extremo a los rigores financieros y la idiosincrasia decimonónica, pero otros creen que los detalles documentados hablan por sí mismos. Entre otros, que Lincoln abandonase la vida pública y rompiese su compromiso matrimonial Mary Todd –con quien acabaría casado de todas formas– el mismo día en que Speed abandonó Springfield por motivos no del todo claros. El decimosexto presidente también escribió en la época un misterioso poema sobre amor homosexual. “Reuben y Charles se han casado con dos chicas, pero Billy se ha casado con un chico; ha probado chicas de todos los sitios, pero ninguna fue de su agrado”. Los versos desaparecieron misteriosamente de su gran biografía, Life of Lincoln, publicada en 1889 por su abogado, William H. Herndon. El editor Paul Angle los recuperó medio siglo después, en la edición de 1942. Para entones, muchos académicos cuestionaban abiertamente la veracidad de la vida oficial de Lincoln.

Abolicionista, pero racista

Incluso su pensamiento político tiene sus propias luces y sombras. “Por el bien de vuestra raza, debéis sacrificar parte del bienestar del presente para llegar a ser tan grandes al respecto como los blancos”. Así se dirigía el presidente en 1862 a un surtido público de hombres negros libres congregados en la Casa Blanca, intentando convencerles de que abandonaran la Unión y se instalasen fuera del país. “Especialmente en América Central, por la similitud del clima con la de vuestra tierra nativa”, precisó.

Lincoln defendió la entonces denominada “colonización” –la reubicación en el extranjero de parte de los negros estadounidenses ante la imposibilidad de convivencia pacífica en la sociedad blanca– y sostuvo en varias ocasiones que los negros que quisieran quedarse actuaban de forma “egoísta”. Aunque la mayor parte de los estudiosos daban por hecho que Lincoln abandonó la doctrina antes de morir, los historiadores Philip Magness y Sebastian Page revelaron en 2011 varios documentos inéditos del Archivo Nacional Británico que demuestran lo contrario.

De hecho, Lincoln podría haber proyectado una diáspora negra a gran escala. Los documentos aportados por Magness y Page sugieren que empezó a urdir un proyecto colonialista con Lord Richard Lyions, el ministro británico para los Estados Unidos, en 1863, unas semanas después de firmar la Proclamación de Emancipación. El plan pasaba por la emigración de los esclavos estadounidenses a varias colonias británicas, Honduras, Guinea y la colonia holandesa de Surinam, entre otros destinos, con la supervisión del Gobierno estadounidense. El proyecto, según los expertos, se vio abortado no por un viraje ideológico de Lincoln, sino por la Guerra de Secesión y el posterior asesinato presidencial.

“Alto como una planta de judías y feo como un espantapájaros”

Hasta su ADN ha hecho correr ríos de tinta. A los 21 años Lincoln ya medía 1,9 metros y era, en palabras de una vecina de New Salem, “alto como una planta de judías y feo como un espantapájaros”. Gracias a sus retratos y a la descripción física de muchos de sus coetáneos, el doctor Abraham Gordon propuso en 1962 que Lincoln podría haber sufrido el síndrome de Marfan, que explicaría su micrognatia –mandíbula pequeña– y sus extremidades desproporcionadamente grandes. También se ha especulado con que sufriera neoplasia endocrina múltiple, un trastorno que predispone a la tumoración de diferentes tejidos, principalmente glándulas endocrinas, cuya sintomatología explica. Se cree que tres de sus hijos y su propia madre murieron de cáncer.

Y no solo los científicos de verdad se interesan por los genes de Lincoln. En diciembre de 1991 una secretaria de Baltimore, Ella Landry, anunció que iba a traer al mundo al quinto hijo de Lincoln. Según su inverosímil relato, había respondido a un anuncio en el periódico que buscaba a una joven para participar en un "proyecto científico secreto" y había sido fecundada con el ADN de Lincoln, milagrosamente "clonado" de sus restos óseos. Nunca reveló la identidad de los supuestos científicos involucrados ni la ubicación de su laboratorio, aunque sí sus –supuestos– propósitos: traer al mundo a la progenie de los grandes héroes de la historia.

En 1993 el cadaver de Lincoln fue el protagonista de una historia aún más truculenta. El tabloide satírico Weekly World News publicó que Lincoln había revivido durante noventa y cinco segundos después de que sus restos fueran exhumados y tratados con un medicamento elocuentemente llamado Revividol. El hombre habría abierto los ojos y preguntado claramente: "Caballeros, ¿dónde estoy?" solo para volver a morir. Como ocurrió con varias historias de aquel diario inclinado a lo paranormal, muchos de sus lectores creyeron la historia.

“Hay un soldado devoto del presidente, conduce con él y cuando la señora no está en casa, duerme con él. ¡Qué cosas!”. El soldado era David Derickson, guardaespaldas de la Casa Blanca, y el presidente, nada menos que Abraham Lincoln. La esposa de un asesor del histórico presidente estadounidense lo escribió así en su diario personal en 1862. Los rumores sobre la verdadera orientación sexual de Lincoln inundaban entonces los mentideros de Washington, aunque eran pocos quienes se atrevían a comentarlos en voz alta.

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