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Greenspan: el último liberal que queda en la Tierra
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Greenspan: el último liberal que queda en la Tierra

Año 2008 DC. Todo el mundo se ha vuelto socialdemócrata por culpa del hundimiento del sector financiero global. ¿Todo? ¡No! Todavía queda un baluarte del liberalismo en

Año 2008 DC. Todo el mundo se ha vuelto socialdemócrata por culpa del hundimiento del sector financiero global. ¿Todo? ¡No! Todavía queda un baluarte del liberalismo en el mundo. Y es el más importante que uno pueda imaginarse, el que más galones tiene, el hombre más poderoso de la Tierra durante 20 años en lo que la economía se refiere: el mismísimo Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 1987 y 2006.

La tremenda crisis financiera que nos asola ha tenido como principal consecuencia el violento resurgimiento del keynesianismo y del intervencionismo estatal para evitar, supuestamente, que vuelvan a repetirse los excesos del libre mercado, la desregulación y la innovación financiera que nos han conducido al abismo. Hasta los republicanos de norteamericanos han sucumbido al intervencionismo con su plan de rescate del sistema financiero con 700.000 millones de dinero de los contribuyentes. Por eso, las memorias de Alan Greenspan, tituladas La era de las turbulencias: aventuras en un nuevo mundo, resultan una lectura muy edificante para los que todavía creen que la libertad es el primer requisito del desarrollo y la prosperidad.

De entrada, el libro se presta a una fuerte polémica. Primero, porque se terminó de escribir en 2007 (aunque no se ha traducido al castellano hasta hace unos meses) y hace un panegírico de todo lo que teóricamente ha fallado un año después. Y segundo, por el propio personaje, considerado por casi todo el mundo como uno de los principales culpables del desastre al provocar una burbuja de liquidez manteniendo los tipos "too low too long" (a su nivel más bajo desde la Guerra de Corea durante todo un año) que se trasladó al mercado inmobiliario y que es la que ahora ha estallado; y no sólo por eso, sino también por haber permitido la asunción de riesgos excesivos por la banca de inversión mediante el modelo de "originar y vender" que ha acabdo con el derrumbe de estas entidades.

Pero dejando aparte esta polémica, Greenspan ha escrito un libro dedicado a defender el liberalismo, a analizar la turbulenta era que atraviesa la economía mundial, tal como dice el título, y a tratar de vaticinar cómo será el mundo dentro de aproximadamente 25 años. Se divide claramente en dos partes. La primera son las memorias propiamente dichas, desde su infancia en Nueva York hasta su retirada como presidente de la Fed (11 capítulos), un recorrido apasionante por la historia de la mano de un testigo de excepción que ha trabajado con todos los presidentes de EEUU desde Nixon y que ha conocido a los principales líderes mundiales de finales del Siglo XX y principios del XXI. Y Greenspan no se muerde la lengua en sus opiniones sobre cada uno de ellos. ¿A qué no adivinan cuáles son los dos presidentes que considera más inteligentes?

En este paseo, los dos momentos históricos que considera cruciales son la caída del Muro de Berlín en 1989 y el 11-S (aunque también dedica bastante espacio al lunes negro de 1987, la mayor caída de la historia en Wall Street, que le pilló recién aterrizado en la Fed, o a la burbuja tecnológica de finales de los 90). Para Greenspan, en 2001 cambió el mundo y lo ocurrido entonces explica en gran medida lo que vivimos hoy. Por ejemplo, justifica su decisión de mantener una política monetaria tan laxa por la necesidad de evitar el hundimiento literal de la economía del mundo; y estuvimos al borde de que eso ocurriera, a su juicio. De hecho, es impagable su confesión de que las autoridades norteamericanas no tenían ni idea de cómo responder a un desastre sin precedentes y de consecuencias totalmente imprevisibles. Asimismo, la capacidad de la economía para recuperarse posteriormente y volver a crecer con fuerza es la prueba del nueve de que la libertad de mercado y la flexibilidad son la mejor receta para salir de una crisis, y no el intervencionismo.

Propiedad, libertad y mercado

La segunda parte del libro se dedica a analizar los grandes desafíos económicos de nuestro mundo (los que se preveían el año pasado), con dos capítulos dedicados a desarrollar su posición teórica sobre el capitalismo y el crecimiento económico, y otros a China, el Sudeste asiático e India, Rusia, Latinoamérica y el populismo, el envejecimiento de la población, la globalización, el sistema educativo como base de las desigualdades o el problema de la energía.

En su opinión, la gran historia del último cuarto de siglo es el redescubrimiento del poder del capitalismo de mercado, tras el colapso del sistema keynesiano con las crisis del petróleo de los años 70. Y eso es lo que ahora está en peligro. Greenspan está convencido de que el elemento básico para la prosperidad es la protección por parte de los Estados de los derechos de propiedad; si te pueden expropiar los bienes -o llevarte a comisaría en mitad de la noche sin decirte por qué-, no sirve de nada la apertura del comercio o la competencia en el mercado. La gente sólo toma riesgos si puede quedarse con los beneficios, y sin la asunción de riesgo no hay avance en el desarrollo humano. De ahí que critique la cultura de muchos países -como España- en los que está mal vista la acumulación de riqueza, porque se considera inmoral o insolidaria.

Greenspan no era ajeno a la que nos venía encima, pero su receta era la misma: libertad, flexibilidad y mercado. De hecho, en el último capítulo llega a abogar por que se suprima la regulación del mercado: "Los esfuerzos por controlar e influir en el comportamiento de un mercado que va a la velocidad del sonido fracasarán. La supervisión del sector público ya no está a la altura de la tarea. No tenemos otra alternativa sensata más que dejar trabajar a los mercados. Los fracasos del mercado son la rara excepción, y sus consecuencias pueden aliviarse con una economía y un sistema financiero flexibles". Por cierto, su gran predicción para el futuro es que se ha acabado la baja inflación que hemos disfrutado en los últimos años, que considera la excepción y no la regla en una economía fiduciaria. El desarrollo social y las presiones salariales en los países emergentes tienen la culpa.

A pesar de la longitud del libro (562 páginas) y de la profundidad de los temas que trata, Greenspan hace gala de una capacidad pedagógica envidiable, huye de cualquier aparato de citas o muestras de erudición (no es un texto académico) y revela un estilo fácil y comprensible muy sorprendente para los que conocían el enrevesadísimo lenguaje que empleaba al frente de la Fed (el llamado Greenspanese; recuerden que había ejércitos de analistas en Wall Street destinados exclusivamente a interpretar sus palabras).

Ah, los dos presidentes más inteligentes que ha conocido Greenspan son Nixon y Clinton.

LO MEJOR: La narración en primera persona de los episodios históricos y de las relaciones de Greenspan con sus protagonistas.

LO PEOR: Cierto desorden en el tratamiento de los temas en la parte ensayística.

Año 2008 DC. Todo el mundo se ha vuelto socialdemócrata por culpa del hundimiento del sector financiero global. ¿Todo? ¡No! Todavía queda un baluarte del liberalismo en el mundo. Y es el más importante que uno pueda imaginarse, el que más galones tiene, el hombre más poderoso de la Tierra durante 20 años en lo que la economía se refiere: el mismísimo Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos entre 1987 y 2006.