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Anna Gavalda: "Lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender"
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Anna Gavalda: "Lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender"

La autora francesa más leída en el mundo, Anna Gavalda, hace casi una "tesis" de cada dato que aporta en sus novelas, ya sea sobre babosas

Foto: Anna Gavalda: "Lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender"
Anna Gavalda: "Lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender"

La autora francesa más leída en el mundo, Anna Gavalda, hace casi una "tesis" de cada dato que aporta en sus novelas, ya sea sobre babosas o arquitectura, y eso le hace feliz porque, según dice en una entrevista, "lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender y contarlo".

En 1999, esta profesora de primaria de 37 años publicó el libro de relatos, Quisiera que alguien me esperara en algún lugar. Un éxito. Cuatro años después se estrenó en la novela con La amaba, con la que repitió un triunfo de ventas y crítica que remachó con la superventas Juntos, de 2004.

Ahora llega a España El consuelo, otro éxito en las librerías, aunque quizá sea la que más críticas ha recibido por la "peculiar" estructura que le ha dado Gavalda, que puede presumir de haber vendido diez millones de ejemplares de sus libros en los 38 idiomas a los que ha sido traducida.

Apasionada por el "conocimiento" y el "aprendizaje", tomó hace tiempo la decisión de no dar entrevistas más que por correo electrónico porque, dice, así no le hace "el trabajo" a los periodistas contestando preguntas del tipo "háblenos de 'El consuelo'" y porque sus respuestas son "más interesantes, reflexivas y con más matices". "Lo que me gusta es hacer, no comentar, y participo en muchos encuentros con los lectores, así que no creo que se pueda decir que estoy retirada de la vida pública", subraya desde su residencia en París.

Tiene "la sensación" de que ha creado con sus lectores "una red de amigos" y cree que sus libros tienen un efecto "benéfico", porque reconfortan a muchos "cuando están desanimados o deprimidos". Aún así, su debilidad no es la vanidad, la fama o las cifras de ventas, sino algo "tan poco glamouroso" como el conocimiento y el arte, y escribir libros, revela, es el pretexto para llegar a ello.

Para El consuelo, que gira en torno a un arquitecto que ve cómo le cortan "los hilos de su vida", Gavalda ha amontonado "toneladas" de información sobre esos profesionales. Fue hasta Moscú, donde transcurre parte de la trama, para saber cómo es el sector de la construcción allí, pero también se metió en las urgencias de un hospital para conocerlas a fondo porque un personaje era una enfermera.

Y todo ello "sólo" para tener algunas nociones, "algunas palabras sueltas como si nada en medio de una réplica", porque tampoco quería que se notara "que había empollado". "No sé si sueño una historia en función de los universos que tengo ganas de conocer o si todo se impone al mismo tiempo", especula.

Por ejemplo, la arquitectura no le interesa lo más mínimo, pero quería que su personaje trabajara mucho y estuviera siempre viajando, "para que sufriera un jet lag tanto literal como metafórico", así que escogió un trabajo que tuviera también algo de creativo. Además de instruirse sin fin -la vida de las babosas le ha absorbido también durante un buen tiempo- le gusta mucho hablar con la gente, sobre todo si le cuentan sus vidas: "me interesa más todo eso que los partidos de fútbol o las rebajas. Me hago mayor, y eso es lo más difícil de discutir con gente que no tiene nada que decir".

Con El consuelo, Gavalda se ha encontrado con un "dolor", y es que su decisión de prescindir de muchos pronombres personales o hacer digresiones sobre un personaje de 200 páginas no ha sido siempre bien comprendida y ha desconcertado a propios y extraños. "La desorientación que me ha manifestado mucha gente que había comprado la novela me ha hecho comprender hasta qué punto tengo un público que no son lectores habituales, que venía a mis libros por lo que otros les habían dicho", dice, aunque no aclara si las críticas vienen todas de los "neófitos". En cualquier caso, admite, le entristece saber que decepciona las expectativas de sus lectores "por una simple cuestión" de pronombres personales.

La autora francesa más leída en el mundo, Anna Gavalda, hace casi una "tesis" de cada dato que aporta en sus novelas, ya sea sobre babosas o arquitectura, y eso le hace feliz porque, según dice en una entrevista, "lo bueno de ser periodista o escritor es que nos pagan por aprender y contarlo".

Entrevista de trabajo