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Un largo viaje hacia la noche de Roberto Bolaño
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Un largo viaje hacia la noche de Roberto Bolaño

El rico universo de personajes que pueblan la literatura del Chileno Roberto Bolaño se hace carne y habita en el patio de butacas. Alex Rigola llevó

Foto: Un largo viaje hacia la noche de Roberto Bolaño
Un largo viaje hacia la noche de Roberto Bolaño

El rico universo de personajes que pueblan la literatura del Chileno Roberto Bolaño se hace carne y habita en el patio de butacas. Alex Rigola llevó a las Naves del Español, en el renovado Matadero de Madrid, la novela 2666 de este escritor desaparecido en 2003, un gran proyecto formado por cinco textos que iban a ser cada uno un libro y finalmente formaron esta obra magna. El empeño del director escénico catalán ha sido meteórico: ante la dificultad de concentrar todo el espíritu de la novela, se decidió ha realizar un montaje que dura la friolera de 4 horas y 15 que con los descansos se convierten en un gran happening dramatúrgico que termina extendiéndose por culpa de sus cuatro descansos en largas 5 horas. Un reto solo a la altura de los más forofos del chileno o de las apuestas teatrales arriesgadas. Pero la propuesta merece la pena: Rigola logra acercarnos progresivamente al drama de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez –aquí convertida en Santa Teresa- gracias a una ágil adaptación en la que brillan unos cuantos actores habituales en sus montajes.

Tal como pretendía Rigola, 2666 son cinco escenas, cada una de ellas abordada con escenarios y recursos muy diferentes, de tal manera que se empieza con una escenografía e iluminación muy sobria para terminar con una impactante puesta en escena, manera ésta en la que el director repasa su evolución en las tablas. En todas ellas hay personajes recordando anécdotas, hechos pasados de personajes con los que se cruzaron, salvo en la más desgarradora cuarta parte en la que la violencia sobre las mujeres de ‘Santa Teresa’ se hace más desgarradora y casi insoportable gracias al impacto del dolor mostrado por un personaje ensangrentado.

En la primera parte, La parte de los críticos, todo es sobrio y sencillo, por eso es quizá la menos interesante de las cinco, pues cuando todo el peso recae en los actores y estos no son excesivamente brillantes el asunto pierde puntos. La segunda, La parte de Amalfitano, se apodera del espectador gracias a las poderosas voces de Andreu Benito y sobre todo la de Alicia Pérez, la mejor de toda la obra gracias a su magnífica entonación y la riqueza de contrastes en lo que nos va contando. La tercera, La parte de Fate, es la más caótica y encuadra a sus actores en un pequeño escenario-caja: en estos instantes se habla de sexo, de una ciudad bulliciosa y llena de contrastes en la que sus personajes se pierden en el calor de la noche. De aquí se pasa a la de los Crímenes, en la que Rigola carga un poco las tintas dramáticas haciendo de su ironía final, por medio de unos chistes machistas, un momento realmente incómodo. Al final la obra cobra fuerza y gracias la entrada en escena de ese escritor corriendo hacia México, una figura de sorprendente fuerza rodeada de acontecimientos terribles. También es el momento en que de nuevo la voz de Alicia Pérez endulza el caramelo sobremanera.

El conjunto es desigual, pero el prisma formado por personajes estrambóticos, espíritus de los muertos, músicas reggetonianas o sueños imposibles es realmente seductor. Extrañamente interesante, como la vida. Como la muerte. Como ese poder que finalmente tienen las palabras, tal como dice uno de los personajes, para ocultar la verdadera realidad de las cosas. Pero qué embrollo narrativo, este de Bolaño, más enriquecedor

LO MEJOR: La mezcla de tonalidades.

LO PEOR: Su duración: muchos espectadores se negarán a dedicar 5 horas al espectáculo.

En cartel en Madrid:

LAS BIZARRÍAS DE BELISA

TÍO VANIA

REY LEAR

DELIRIO A DÚO

LA MUJER DE NEGRO

JESUCRISTO SUPERSTAR

DESCALZOS POR EL PARQUE

MÚNICH-ATENAS

EL GUÍA DEL HERMITAGE

SEIS CLASES DE BAILE EN SEIS SEMANAS

El rico universo de personajes que pueblan la literatura del Chileno Roberto Bolaño se hace carne y habita en el patio de butacas. Alex Rigola llevó a las Naves del Español, en el renovado Matadero de Madrid, la novela 2666 de este escritor desaparecido en 2003, un gran proyecto formado por cinco textos que iban a ser cada uno un libro y finalmente formaron esta obra magna. El empeño del director escénico catalán ha sido meteórico: ante la dificultad de concentrar todo el espíritu de la novela, se decidió ha realizar un montaje que dura la friolera de 4 horas y 15 que con los descansos se convierten en un gran happening dramatúrgico que termina extendiéndose por culpa de sus cuatro descansos en largas 5 horas. Un reto solo a la altura de los más forofos del chileno o de las apuestas teatrales arriesgadas. Pero la propuesta merece la pena: Rigola logra acercarnos progresivamente al drama de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez –aquí convertida en Santa Teresa- gracias a una ágil adaptación en la que brillan unos cuantos actores habituales en sus montajes.