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La nueva RTVE del PP fracasa en su gran apuesta ideológica de la legislatura
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TRAS EL FIASCO DE BURUAGA CON SU DEBATE

La nueva RTVE del PP fracasa en su gran apuesta ideológica de la legislatura

La suspensión del programa de debate de Buruaga da la puntilla al modelo de televisión pública ideado por el Gobierno del PP para el tramo final de la legislatura

Foto: Ernesto Sáenz de Buruaga (EFE)
Ernesto Sáenz de Buruaga (EFE)

El mismo día en el que el presidente de Radio Televisión Española (RTVE), José Antonio Sánchez, confesaba urbi et orbi –y en un 'calentón' parlamentario–que es un entusiasta votante del Partido Popular –cosa que a nadie puede llevar a sorpresa–, la pública le daba la puntilla definitiva al último asalto televisivo de Ernesto Sáenz de Buruaga, ese hombre que en sus años de talismán televisivo se convirtió en algo así como el 'anchorman' del centro-derecha de Aznar. El veredicto de la audiencia ha sido inapelable, como lo lleva siendo en todas y cada una de las últimas apuestas de la cadena, relegada a posiciones de irrelevancia en las grandes noches informativas como las electorales. Televisión Española no es ni será nunca la BBC, el paradigma europeo de la independencia informativa. Pero en su camino inverso hacia la tele soñada por Moncloa ha cosechado un fracaso del que está por ver si se podrá levantar.

Vídeo- El presidente de RTVE:“Voto al PP y seguiré votando al PP”

Y esto se debe al golpe letal en audiencia y a los recortes en la financiación que asfixian su apuesta a largo plazo, como ha reconocido el propio Sánchez en la comisión parlamentaria del Congreso que supervisa los trabajos de la Corporación. El fracaso del polémico debate de Buruaga –que ha concitóla oposición de parte del Consejo de Administración y de los sindicatos de la cadena desde el principio–certifica, sin embargo, el fin de unmodelo de televisión que aspiraba a ser la gran apuesta ideológica del Gobierno de Mariano Rajoy para la recta final de la legislatura. Un suspenso sin paliativos para los ideólogos de la Moncloa que aspiraban a revertir las encuestas a base de colocar a sus peones en la tele de todos.

placeholder José Antonio Álvarez Gundín, nuevo director de los Servicios Informativos de TVE.
José Antonio Álvarez Gundín, nuevo director de los Servicios Informativos de TVE.

Así de claroa razón de 66.000 euros por programa–cosechó tres fracasos consecutivos en sus tres únicas ediciones: debutó con un 6,5% de share (976.000 espectadores) y se fue desinflando semana a semana. Un 5,7% en su segunda emisión y un 5,1% en el tercer y último intento. Ni siquiera la posibilidad de abrir el programa a otras voces muy poco escuchadas en TVE, como fue el caso del líder de Podemos, Pablo Iglesias, lograron encauzar un formato que estaba llamado a ser el gran debate político de La 1 según su principal valedor, el director de TVE, José Ramón Díez. Un formato que tuviera el eco y la influencia política que el otro debate –el que sí producen los profesionales de Televisión Española y que presenta Julio Somoano en la franja del late night–no tenía frente a los formatos similares de laSexta, Telecinco o Cuatro. Al final Somoano ha visto pasar por delante los pies de sus adversarios más críticos. Otro vendrá que bueno te hará...

Estos adversarios son los mismos que consideraban que Televisión Española había perdido un tiempo precioso durante los tres primeros años de legislatura bajo la presidencia del abogado del Estado Leopoldo González Echenique –ajeno al sector audiovisual y a la política de partido de Génova 13, la sede del PP–y también con el propio Somoano como director de los Telediarios, a quien muchas voces culpaban de no haber desintegrado todos los grupos de poder de la órbita de Alfredo Pérez Rubalcaba que seguían pululando en la redacción del Pirulí.

placeholder Mariano Rajoy, entrevistado en La 1 de TVE.
Mariano Rajoy, entrevistado en La 1 de TVE.

El hartazgo en fuentes gubernamentales y la presión económica ejercida por el equipo de Montoro terminó por llevarse por delante a Echenique, que presentó su dimisión a finales de septiembre del año pasado dando lugar a una renovación completa al frente de la televisión. Con el exresponsable de Opinión del diario La RazónJosé Antonio Álvarez Gundín–totalmente ajeno al mundo de la televisión–al frente de la sala de máquinas de los telediarios progubernamentales, y con Sánchez –procedente de Telemadrid, donde ejecutó el ERE sobre 863 trabajadores–en la presidencia del Consejo y en un puesto de salida hacia una jubilación más que dorada. Esta posición le permite, precisamente por eso, mostrarse impermeable ante las críticas de todo el arco parlamentario o exponer sus preferencias de voto sin empacho alguno.

En los últimos días, y en un gesto inédito hasta ahora, los tres consejos de informativos de la Corporación, el de TVE, RNE y el de medios interactivos, han pedido la dimisión de José Antonio Sánchez al entender que sus manifestaciones a favor del PP “comprometen gravemente la credibilidad y la imagen de independencia” de este servicio público. Es su última denuncia después de haber llevado hasta el Parlamento Europeo un memorial de agravios de casos de supuesta manipulación en los Telediarios de la pública.

El fracaso de la nueva RTVE del PP es mayúsculo porque, al final, de nada sirve una televisión alienada con los postulados del Ejecutivo y que haga de altavoz de sus políticas si los espectadores le dan la espalda de forma mayoritaria. Toda su capacidad de influencia queda reducida a la nada y de forma proporcional al modo en que los competidores privados, laSexta y Cuatro, los mismos a los que Mariano Rajoy acusa de martillear constantemente con los casos de corrupción, se posicionan como opciones preferentes en el mando a distancia. El hundimiento parece de difícil arreglo, por más que el Gobierno se apresure, en el tiempo de descuento de esta legislatura, a reconocer que el modelo de financiación no es “viable” y coquetee con fórmulas que devuelvan la publicidad a RTVE.

El mismo día en el que el presidente de Radio Televisión Española (RTVE), José Antonio Sánchez, confesaba urbi et orbi –y en un 'calentón' parlamentario–que es un entusiasta votante del Partido Popular –cosa que a nadie puede llevar a sorpresa–, la pública le daba la puntilla definitiva al último asalto televisivo de Ernesto Sáenz de Buruaga, ese hombre que en sus años de talismán televisivo se convirtió en algo así como el 'anchorman' del centro-derecha de Aznar. El veredicto de la audiencia ha sido inapelable, como lo lleva siendo en todas y cada una de las últimas apuestas de la cadena, relegada a posiciones de irrelevancia en las grandes noches informativas como las electorales. Televisión Española no es ni será nunca la BBC, el paradigma europeo de la independencia informativa. Pero en su camino inverso hacia la tele soñada por Moncloa ha cosechado un fracaso del que está por ver si se podrá levantar.

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