Enrique Alejo, el hombre de Montoro y de la tijera en RTVE

¿Quién manda en Radio Televisión Española (RTVE)? La pregunta parece de fácil respuesta pero encierra –en tiempos revueltos–el sentido de la profunda crisis que atraviesa la Corporación enun escenario de mayoría absoluta del PP y en el que muchas voces del partido desearían ver una televisión mucho más entregada y alineada a los postulados de Moncloa y Génova.

Con una dirección dividida entre facciones enfrentadas y un Consejo de Administración que, pese a estar en manos de hombres elegidos en su mayoría por el PP, ha demostrado ya algunas torpezas, emerge como verdadero hombre fuerte a la sombra de José Antonio Sánchez el nombre de Enrique Alejo González, el encargado de meter en cintura –por orden de Cristóbal Montoro–las cuentas de RTVE, aun a riesgo, incluso, de poner en entredicho su propia viabilidad futura.

Esa es –de hecho–la principal queja que sobre él repiten los altos cargos de la televisión que trabajan, a pesar de todo, a su lado. “El futuro de RTVE le da igual”, explican, sin rodeos, uno de los hombres fuertes de la Corporación,que sufre su imposición de criterios economicistas sobre cualquiera otra razón. Y todo, en una empresa como esta, una televisión, en la que no siempre una alta inversión se ve recompensada con más puntos de share, y en donde, también, se imponen obligaciones de servicio público que no se rentabilizan fácilmente en ingresos.

Y es que Alejo es el hombre que verdaderamente dirige la batuta de Radio Televisión Española desde su puesto como director general ejecutivo y hombre de la caja… y de la tijera. "Yo diría que estamos apoyando un uso más responsable de los recursos que todos los ciudadanos –a través de sus impuestos–ponen a disposición de RTVE", explica él mismo para defenderse de las críticas. "Las eficiencias de costes implantadas durante estos años no han menoscabado en absoluto la capacidad de competitividad RTVE.Al contrario, han permitido dedicar mayores recursos al servicio público", explica.

En su despacho de Prado del Rey desembarcó en abril de2013 tras haber desempeñado, previamente, el cargo de director general de ordenación del juego del Ministerio de Hacienda. Solo le debe lealtad a Montoro y su equipo y, de ahí que, la magia y el hechizo de la tele y todo loese encanto que la rodea no le haya hecho mella lo más mínimo a la hora de ejecutar decisiones como la venta de los míticos estudios Buñuel, que se cerrarán en breve sin que todavía se hayan construido los nuevos espacios que supuestamente deben de reemplazarlos en el complejo de Prado del Rey. Decisión que los sindicatos mayoritarios en la Corporación ponen incluso en duda que se vaya a llevar a cabo.

“Es el único al que la televisión no le ha engatusado -explican dentro de la Casa-. Algo que le ha pasado a todos los que han estado anteriormente, incluso a Leopoldo González Echenique, que siendo abogado del Estado y sin ninguna relación con los medios de comunicación, acabó apasionándose con lo que significaba y era Radio Televisión Española”, añaden.

Enrique Alejo es doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y técnico comercial y economista del Estado por oposición desde 1985. Ha ocupado distintos puestos de responsabilidad dentro de la administración económica y comercial española, y en el ámbito de la empresa pública, ha sido presidente de la Sociedad Estatal Madrid 94, director de la Fundación Centro de Estudios Comerciales, director de relaciones internacionales de INECO y director de Coordinación y Relaciones Institucionales de Navantia.

"La televisión y la radio pública son hoy más necesarias que nunca. Pero no es menos cierto que debe adaptarse a los cambios tecnológicos tan relevantes que trae la digitalización así como a un entorno económico más incierto", asegura sobre los cambios que está implementando dentro de la Corporación. "La transformación de RTVE pasa porque esta sea una empresa más flexible, más eficiente, más ágil y más rápida para responder a los retos que enfrenta".

Su peso en RTVE, sin embargo, creció a finales del año pasado, en ese pulso entre los hombres de Soraya Sáenz de Santamaría y las fuerzas de Montoro y otros sectores del partido para forzar el asalto completo de la tele. Unpulso en el que el ministro de Hacienda amagó con asfixiar económicamente a RTVE con la aquiescencia de Alejo. Un combate entre fuerzas desiguales que se saldó con la dimisión de Echenique y la repesca -procedente de Telemadrid- de José Antonio Sánchez y, también, con el fin de la hegemonía de los ‘sorayos’ sobre la televisión pública.

“Él viene a recortar, a recortar y a recortar y la viabilidad de RTVE a medio plazo le da exactamente igual. Toma decisiones sin conocer la esencia de la empresa en la que está trabajando”, explican fuentes internas de la Corporación, que estáinmersa -con Alejo-enun gran esfuerzo para reducir los costes generales.

Alejo logró reducir en 15 millones los gastos inicialmente previstos para 2014. Ahorro que, acumulado al esfuerzo hecho desde 2012, supone un recortede más del 20% en estas partidas. Aun así, eldéficit de explotación en las cuentas de RTVE alcanzólos134,8 millones de euros al cierre del año pasado. Cifra que se suma al agujero que se ha ido acrecentando a lo largo delos últimos años.La sociedad perdió en 2013 más de 113 millones de euros, cuantía que se suma a los 112,98 que se dejó en 2012. Un problema que no sólo se explica por los ajustes presupuestarios del PP, sino –especialmente– por el caos en que se han convertido las liquidaciones de la tasa que abonan las empresas de telecomunicaciones para sufragar parte de la cifra de negocios de la compañía.

"La estructura de costes de Rtve no permite ofrecer un servicio público tan amplio y completo como nos gustaría –explica el propio director general corporativo–. Es una estructura muy rígida con grandes costes fijos y con una dotación de recursos totalmente descompensada,que limita la capacidad no sólo de competir con otros operadores sino de hacer la programación que los españoles están demandando. Quéduda cabe que la reforma del modelo financiero ydel modelo productivo deberían contribuir auna mejor asignación de los recursos en favor de una programación de servicio público que compense la oferta duopólicaque existe en estos momentos en la televisión", explica.

De momento, no hay planes a la vista -ni se esperan- de nuevos recortes de personal vía ERE que puedan redimensionar el tamaño elefantiásico de todo RTVE. Y a falta de un plan más ambicioso en este sentido -lo que sería una verdadera patata caliente para todo gobierno que ose intentarlo- sus recortes se centran en los costes de los programas -aunque haya aceptado la imposición de darle uno a José Luis Moreno (La alfombra roja)- y en medidas como el no reemplazo de determinadas bajas dentro de la plantilla.

El funcionamiento de la Casa se ha burocratizado también en los últimos meses y todo paso que se quiera dar requiere de una infinitud de informes y dictámenes que retrasan, finalmente, las decisiones sobre la parrilla de programación. Más, si cabe, cuando todo programa que rebase el presupuesto de los 500.000 euros tiene que ser aprobado, en última instancia, por el Consejo de Administración.

“Solo aplica criterios economicistas a materias que no se pueden medir exclusivamente por esos parámetros”, explican otras fuentes de la Corporación. Este escenario de divisiones internas y de reproches hacia la gestión de Alejo, un contexto inédito en una televisión gobernada desde una cómoda mayoría absoluta, explica la errabunda trayectoria de RTVE a lo largo de los últimos años, en la que ha perdido el liderazgo en los informativos, ha sufrido una importante caída en sus audiencias y ha visto pasar a varios cargos ejecutivos, desde Leopoldo González Echenique hasta Julio Somoano,ex responsable de informativos, pasando por Ignacio Corrales y Manuel Ventero, exdirectores de TVE y RNE. Un castillo de naipes y de nombres que todavía podría sufrir nuevas bajas si el plan de austeridad de Alejo continúa adelante y crecen las disensiones entre los que gobiernan la Corporación. Hechos que se podrían suceder en los próximos meses y en plena recta final hacia las elecciones generales.