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Echenique 'mató' la fusión Vocento-Unedisa al fijar duras líneas rojas de deuda y capital
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en pleno proceso de sucesión en el santander

Echenique 'mató' la fusión Vocento-Unedisa al fijar duras líneas rojas de deuda y capital

El segundo intento serio de integración entre Unidad Editorial y Vocento también acabó en fracaso. Sobre todo, por las líneas rojas que fijó la editora de 'ABC'.

Foto: El presidente de Vocento, Rodrigo Echenique (EFE)
El presidente de Vocento, Rodrigo Echenique (EFE)

El segundo intento serio de integración entre Unidad Editorial y Vocento acabó en el mismo sitio que el primero. Esto es, en el olvido. Y según aseguran fuentes conocedoras de las conversaciones, mantenidas entre las partes con una discreción inusitada, una de las claves que explica la ruptura fue la inflexible posición de Rodrigo Echenique, presidente de la editora de ABC, respecto a las líneas rojas de deuda y de capital con las que la sociedad cabecera de El Mundo podía acceder a la fusión. En concreto, un agujero no superior al de su ‘partenaire’ y no más de un 30% del holding.

Precisamente este diario publicó allá por finales de septiembre, con las conversaciones en plena ebullición, un documento interno del servicio de análisis del Santander que incidía en esta tesis. "El endeudamiento es el mayor obstáculo –se exponía en el análisis en cuestión–. Asumiendo que el acuerdo debe hacerse en acciones, el apalancamiento agregado en 2013 en términos deuda neta/ebitda no es sostenible. Por eso, cualquier pacto implica que RCS reduzca la deuda consignada por Unidad Editorial, lo que afectaría a la estructura accionarial". Además de primer ejecutivo de Vocento, Echenique es consejero del Santander.

Los números cantan. A 31 de diciembre de 2013, la propietaria de El Mundo mantenía una deuda neta superior a los 250 millones de euros, por los apenas 150 de Vocento. No es difícil echar cuentas y alumbrar unas obligaciones superiores a 400 millones de euros, cuando el beneficio neto ajustado antes de impuestos, depreciaciones y amortizaciones (ebitda) del conglomerado apenas alcanzaría los 43,9 millones, según números del pasado año. ¿Conclusión? Una ratio deuda/ebitda de 9,1 que casi triplica cualquier múltiplo asumible para una operación inviable sin quitas.

El planteamiento de Echenique vino a chocar frontalmente con las pretensiones de RCS Mediagroup, los dueños italianos de Unidad Editorial, cuya idea pasaba por un porcentaje de la fusión en torno al 40%, siempre dentro de la certeza de que el mayor paquete minoritario del holding sería para Italia. Cuanto mayor fuera, eso sí, más fácil forjar un bloque de control estable con RCS y el bloque de accionistas de Vocento partidarios de la fusión, véase el frente encabezado por familias como los Bergareche o los Castellanos. Paradójicamente, ese grupo es el que apostó decididamente por la designación de Echenique como capo de la compañía.

El ‘factor Santander’

Precisamente por esos antecedentes y en clave interna, el presidente ha salido especialmente reforzado del asalto negociador con Unidad Editorial. Visto inicialmente por consejeros de la casa como un caballo de Troya de una parte de los accionistas, las lanzas ahora se han tornado cañas para él a la vista de su férrea defensa de los intereses de la compañía. Las líneas rojas en cuestión, umbrales que podría haber asumido cualquier miembro del consejo, le conceden árnica y una paz social de la que no siempre ha podido presumir la firma vasca.

En este sentido, no falta quien concede importancia al inesperado fallecimiento del presidente del Santander, Emilio Botín, para explicar en parte el fiasco de la fusión. Primero, por la posibilidad de que el banco –también presente en el capital del Grupo Prisa– se replantee su política con los medios con la llegada de la nueva presidenta, a priori y por ahora sin el aura de su padre para apadrinar estos procesos. De hecho, no todos en la entidad financiera están de acuerdo con el nivel de exposición que implican. Y segundo, por la dedicación que la nueva etapa en la entidad financiera ha requerido y requerirá de Echenique, hombre fuerte de Botín y mano derecha de su hija. La lidia inicial con los stakeholders tras el nombramiento de Ana Patricia se produjo con el proceso Unidad Editorial-Vocento en pleno apogeo. También con las economías de los grupos bajo mínimos.

De hecho, ayer ambas firmas presentaban resultados. Y aunque ya no arrecia, aún llueve. En el caso de Unidad Editorial, en plena guerra civil tras la salida del exdirector de El Mundo, Pedro J. Ramírez, se trata de guarismos muy similares a los de 2013. Hasta septiembre de este año, la firma registró pérdidas operativas de 36 millones, frente a los 39,9 del pasado ejercicio. Vocento, que perdió 9,1 millones en los nueve primeros meses del año –por el agujero de 15,31 de 2013–, puede al menos presumir de presentar beneficio operativo, aunque el ABC no deja de ser un quebradero de cabeza. Se deja 5,51 millones, algo mejor en todo caso que en el último ejercicio, cuando el saldo negativo alcanzó los 8,58.

El liderado por Echenique ha sido el segundo esfuerzo para explorar una integración de ambos grupos, en plena debacle económica de los medios de comunicación. El primero encalló sin apenas arrancar, tras desvelarse una reunión mantenida entre el entonces presidente de Vocento, Enrique Ybarra, y Borja Prado, responsable en España de Mediobanca, a la sazón accionista de RCS Mediagroup. La gran pregunta que sigue al fracaso de estas prospecciones es si las corporaciones implicadas, ya sea en solitario o en compañía, tienen hoja de ruta para monetizar el trasvase digital y levantar sus balances. “La fusión está muerta, ¿y ahora qué?”, reflexionaba en alto un ejecutivo de Vocento en conversación con este diario. No tiene muy lejos a quién debe contestar esa pregunta.

El segundo intento serio de integración entre Unidad Editorial y Vocento acabó en el mismo sitio que el primero. Esto es, en el olvido. Y según aseguran fuentes conocedoras de las conversaciones, mantenidas entre las partes con una discreción inusitada, una de las claves que explica la ruptura fue la inflexible posición de Rodrigo Echenique, presidente de la editora de ABC, respecto a las líneas rojas de deuda y de capital con las que la sociedad cabecera de El Mundo podía acceder a la fusión. En concreto, un agujero no superior al de su ‘partenaire’ y no más de un 30% del holding.

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