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Rajoy endurecerá el tono en TVE para fijar el voto de derechas a la fuga por el aborto
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aprovechando el cambio de presidente

Rajoy endurecerá el tono en TVE para fijar el voto de derechas a la fuga por el aborto

El Gobierno diseña su hoja de ruta mediática con la vista puesta en las inminentes citas electorales. Y RTVE juega un papel clave en ese boceto

Foto: Mariano Rajoy, entrevistado en La 1 de RTVE (EFE)
Mariano Rajoy, entrevistado en La 1 de RTVE (EFE)

El Gobierno diseña su hoja de ruta mediática con la vista puesta en las inminentes citas electorales. Y RTVE juega un papel clave en ese boceto. Al punto que, según aseguran fuentes próximas a Presidencia, el Ejecutivo quiere aprovechar la salida del dimitido presidente, Leopoldo González-Echenique, para endurecer decididamente el tono en la línea informativa de la televisión pública. Todo con el objetivo de fijar –o recuperar, llegado el caso– el voto más vencido a la derecha, decepcionado por la retirada del anteproyecto de ley del aborto promovido por Alberto Ruiz-Gallardón.

Un juego de equilibrios para que salgan las cuentas en las urnas. “Hay preocupación en el Gobierno por el cierre de Canal 9 y la irrelevancia en la que emite Telemadrid –explican estas fuentes–. Es un hecho diferencial respecto a otras elecciones autonómicas y generales. En este momento, todo es cálculo electoral. Esas cuentas han sido claves en la retirada de la ley del aborto, pese a que era un compromiso programático. Ahora los gurús saben que tienen que compensar y acercarse a esa ‘derecha de la derecha’. Son unos dos millones de votos que están en el alero y que la televisión pública puede ayudar a conservar”.

Como publicó este diario y según los números del gurú del PP Pedro Arriola, la irrupción de Podemos y la fragmentación del voto permitirían a los populares alcanzar la mayoría absoluta con un porcentaje de voto del 35%. En tanto el asesor estima que la formación puede dar por consolidada una intención de voto del 30%, su objetivo hasta el otoño próximo consiste en convencer a los votantes que se abstuvieron en las europeas, que podrían darle los cinco puntos que les faltan. Según estiman en Génova, se trata de votantes fieles, pero desencantados. Muchos de ellos no se habrán precisamente animado con el affaire Gallardón.

En este contexto se inscribe la salida de Echenique, al que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, dejó caer tras señalarle en su momento para el cargo. No fue ajena a esa desafección la presión ejercida por el partido, que desde el primer día recelo del presidente y de su sensibilidad hacia los intereses populares. Tampoco ayudó que, en una de sus primeras comparecencias parlamentarias, el abogado del Estado respondiera con un desaire a las críticas de parcialidad informativa: “Mis jefes no están en Génova”. Fuentes internas del PP dejaban claro entonces, no sin cierta ironía, que Echenique tenía razón. Y es que sus verdaderos jefes estaban en Moncloa.

Una ruptura de largo aliento

Esa división entre Gobierno y partido en RTVE se personificó desde el primer día en el duelo entre Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal. Y es que el nombramiento de Echenique se hizo a espaldas del partido, que ya tenía preparado todo un equipo en la sombra para desembarcar en la televisión pública. Una comitiva con un profundo conocimiento de la Corporación y de quién convenía para cada cargo. La sensación en Génova es que el presidente, a la sazón un advenedizo en el sector, y su mano derecha en informativos, Julio Somoano, desconocían la casa y se pusieron –siendo generosos– en manos de cuadros poco cómplices con el partido.

La ruptura de Sáenz de Santamaría con Echenique, cuando el empuje interno se hizo insostenible y con los procesos electorales a la vista, abre la cuestión de hasta qué punto el partido ganará peso en el nombramiento del nuevo presidente de RTVE y, sobre todo, de si las huestes de Cospedal tendrán más peso en la línea informativa de la televisión y radio públicas. Precisamente, el Congreso abría ayer el plazo para la presentación de candidaturas para presidir la Corporación, sin que esté claro si se renovarían de paso los cargos de los cuatro consejeros con cargos vencidos desde diciembre de 2012. El cónclave de la sociedad lo componen ocho miembros.

En este escenario, una persona de perfil bajo –incluso técnico– para la presidir la cadena lo que queda de legislatura tendría una doble virtud. Por un lado, y con los oportunos cambios en las segundas líneas, ejercería más control sobre la información, una obsesión en Génova. Por otro, permitiría ir acometiendo los ajustes económicos imprescindibles para justificar el cambio de capo y, sobre todo, para equilibrar las cuentas de la sociedad. Sea como fuere, el principal escollo del agraciado será una plantilla en armas, que está sobre aviso respecto a todos estos movimientos. Con los sindicatos y el Consejo de Informativos en primera línea. Lo primero para el que llegue será pacificar la empresa. Y sólo eso ya parece una tarea hercúlea.

El Gobierno diseña su hoja de ruta mediática con la vista puesta en las inminentes citas electorales. Y RTVE juega un papel clave en ese boceto. Al punto que, según aseguran fuentes próximas a Presidencia, el Ejecutivo quiere aprovechar la salida del dimitido presidente, Leopoldo González-Echenique, para endurecer decididamente el tono en la línea informativa de la televisión pública. Todo con el objetivo de fijar –o recuperar, llegado el caso– el voto más vencido a la derecha, decepcionado por la retirada del anteproyecto de ley del aborto promovido por Alberto Ruiz-Gallardón.

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