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Unidad Editorial tiene 'pillados' más de 50 millones en alquileres hasta el año 2023
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el grupo negocia para rebajar la factura

Unidad Editorial tiene 'pillados' más de 50 millones en alquileres hasta el año 2023

Unidad Editorial tiene comprometido el pago de hasta 53,36 millones de euros en concepto de alquileres en la próxima década. Una factura que busca rebajar.

Foto: Antonio Fernández-Galiano, presidente ejecutivo de Unidad Editorial. (foto: E. Villarino)
Antonio Fernández-Galiano, presidente ejecutivo de Unidad Editorial. (foto: E. Villarino)

Unidad Editorial no sólo tiene por delante un reto de envergadura en lo editorial tras la destitución de Pedro J. Ramírez. También lucha desde hace años para equilibrar sus cuentas. Y, en este sentido, afronta importantes gastos fijos. Según admite la compañía en los últimos balances remitidos al Registro Mercantil, el grupo tiene comprometido el pago de hasta 53,36 millones de euros en concepto de alquileres en la próxima década, una factura notable a cierre de 2013 que, según explican fuentes de la compañía, se está buscando cómo reducir aprovechando la actual situación del mercado inmobiliario.

En concreto, la sociedad afronta en el presente ejercicio un desembolso total de 6,23 millones; en los próximos cinco ejercicios debe abonar un montante de 24,47, y asume otros 22,66 millones a largo plazo. “Los pagos mínimos por arrendamiento reconocidos como gastos de 2013 han ascendido a 6.883.720 euros (6.802.024 euros en 2012)”, subraya la empresa en la memoria a sus cuentas anuales.

A día de hoy, “el contrato de arrendamiento más relevante corresponde al inmueble situado en Madrid, en la Avenida de San Luis, en donde se encuentran ubicadas las oficinas centrales y la sede social de la sociedad –explica el documento–. El contrato de arrendamiento original fue suscrito en abril de 2007 con vencimiento el 31 de diciembre de 2017”. No obstante, la firma ha acometido desde entonces diferentes renovaciones del compromiso original, acuerdos que llevan las obligaciones económicas de la empresa hasta más allá del año 2020.

“El 30 de julio de 2012 se firmó una nueva novación del contrato original y de la novación del 30 de diciembre de 2009 que implica, entre otros, una ampliación de la duración del contrato hasta el 31 de diciembre de 2023, pudiendo prorrogarse por un plazo de cinco años más, por voluntad unilateral de la sociedad. (…) En caso de cancelación anticipada por parte de la sociedad, existe una penalización equivalente a la renta que corresponda al periodo que reste hasta el vencimiento”, explica el grupo de medios en sus balances.

La compañía matiza que actualmente se encuentra en proceso de renegociación de ese alquiler tras el cambio de propietario del edificio. También se asevera que la ampliación del contrato fue promovida desde la propia Unidad Editorial, en una negociación previa que ya permitió acceder a un precio de crisis. “No existen en Madrid muchos inmuebles con los metros que necesitamos y es la garantía de que vamos a estar el tiempo suficiente para amortizar las obras que se han llevado a cabo. Dicho esto, siempre vamos a estar atentos por si es posible lograr una reducción del alquiler que pagamos”, se expone sin ambages.

El lastre de Pradillo

Al margen de sufragar el coste de la actual sede de la compañía, Unidad Editorial aún mantiene cuitas relacionadas con su anterior enclave, en la calle Pradillo. La firma que preside Antonio Fernández-Galiano tiene desde 2009 alquilado el edificio, que llegó a ser de su propiedad. Y busca cómo deshacer el entuerto. “El contrato de arrendamiento tiene una duración de diez años y la renta anual se actualiza de acuerdo con el IPC –explica la empresa en su memoria–. Una vez transcurridos los seis primeros años del plazo, la arrendadora puede resolverlo de forma unilateral. A finales del ejercicio 2013, la sociedad ha manifestado al propietario del inmueble su intención de cesar con el arrendamiento durante 2014, por lo que actualmente se están negociando la condiciones de salida”.

En este caso, desde Unidad Editorial se deja claro que, al no estar siendo utilizado ni haber posibilidad de subarrendarlo, lo normal es encontrar una solución al problema a la mayor brevedad posible, un escenario que permitiría incluir un importante descuento al recibo anual por este concepto. Fuentes del sector explican que establecer penalizaciones por el importe total del contrato es práctica habitual del sector, aunque finalmente nunca se abonan, ya sea por el pacto previo entre las partes o porque la jurisprudencia tiende a denegarlas.

Unidad Editorial perdió en el ejercicio pasado 67,54 millones de euros, con importantes retrocesos en algunas de sus divisiones clave. Como avanzó recientemente El Confidencial, el diario El Mundo perdió 18,06 millones en el último completo con Ramírez en la dirección del mismo. Llovía sobre mojado. No en vano, el agujero generado en 2013 es similar al de 2012, cuando el saldo negativo alcanzó los 18,6 millones de euros. En esta línea, el diario económico Expansión perdió 8,38 millones; Marca se dejó otros 6,19, y la división de revistas del grupo presentó un saldo negativo de 2,04 millones.

En todo caso, se trata de mejores guarismos que en 2012, año en que el que todas las cabeceras sufrieron el impacto de los ajustes de valor efectuados por el grupo tras los pertinentes test de deterioro. El rotativo salmón retrocedió entonces en 26,48 millones y el deportivo registró pérdidas por importe de 60,11 millones. Los datos avanzados por RCS, el gigante italiano dueño de la compañía, ya apuntaban esa mejoría en marzo, al consignar unas pérdidas operativas (ebit) de 33,4 millones, frente a la debacle de 470,1 millones del año anterior, en pleno write-off. El esfuerzo de contención llevado a cabo ha continuado en 2014, con nuevos ajustes en el ámbito laboral. Todo un desafío con múltiples incógnitas, incluida la necesaria consolidación del sector.

Unidad Editorial no sólo tiene por delante un reto de envergadura en lo editorial tras la destitución de Pedro J. Ramírez. También lucha desde hace años para equilibrar sus cuentas. Y, en este sentido, afronta importantes gastos fijos. Según admite la compañía en los últimos balances remitidos al Registro Mercantil, el grupo tiene comprometido el pago de hasta 53,36 millones de euros en concepto de alquileres en la próxima década, una factura notable a cierre de 2013 que, según explican fuentes de la compañía, se está buscando cómo reducir aprovechando la actual situación del mercado inmobiliario.

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