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Los Polanco pasan a la historia tras asumir Cebrián la presidencia de Prisa
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FERNANDO ABRIL-MARTORELL ASUME EL PUESTO DE CONSEJERO DELEGADO

Los Polanco pasan a la historia tras asumir Cebrián la presidencia de Prisa

Cambio de guardia en Prisa. Juan Luis Cebrián, hasta ahora consejero delegado y factótum del grupo, cumple un sueño al acceder a la presidencia de su

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Los Polanco pasan a la historia tras asumir Cebrián la presidencia de Prisa

Cambio de guardia en Prisa. Juan Luis Cebrián, hasta ahora consejero delegado y factótum del grupo, cumple un sueño al acceder a la presidencia de su compañía. Ignacio Polanco, hijo del fundador y todavía principal accionista, da un paso a un lado y se convierte en uno de los presidentes de honor más jóvenes de la historia. El relevo, que no afecta a la gestión diaria de la compañía, sí tiene implicaciones simbólicas de calado, en tanto certifica el ocaso de una de las familias más poderosas del país y que sólo aspira a ver de lejos como otros gestionan la firma que Jesús Polanco lideró con puño de hierro. Eran otros tiempos.

Según la información remitida a la CNMV, Fernando Abril-Martorell es nombrado consejero delegado del grupo y Manuel Polanco, vicepresidente, en un gesto de consolación. Y es que toda la familia ha ido saliendo de la compañía sin prisa pero sin pausa bajo la atenta mirada del ya presidente ejecutivo. Primero fue Javier Díez Polanco, el delfín, el sobrínisimo, su rival. Salió por la puerta de atrás tras enfrentarse con el primer ejecutivo. No le fue mejor a Jaime Polanco, hijo de un hermano del fundador, que también vio la puerta de salida. Enrique Polanco, director de Seguridad de la casa, no corrió mejor suerte. Fue el último hasta ayer, cuando Ignacio renegó de su propia compañía.

En realidad, él -y con él su hermano Manuel- habían firmado su capitulación el 5 de diciembre de 2008. Ese día la compañía comunicaba a la CNMV que Cebrián asumía la presidencia de la Comisión Ejecutiva. En román paladino, los hermanos le entregan en bandeja todo el poder y comenzaba un proceso de demolición que en abril de 2011 vivía su momento más simbólico: Ignacio, todavía presidente de Prisa, desaparecía de la mancheta de El País para dejar paso a Cebrián, que pasaba a presidir el rotativo que dirigió.

Claro que la compañía que presidirá Cebrián está lejos de parecerse a la que dejó Jesús Polanco. Hace apenas semanas, Telefónica, Santander y La Caixa daban un paso al frente para entrar en el accionariado de la empresa, una suerte de ‘operación rescate’ de las grandes multinacionales españolas para una compañía acuciada por una deuda de 3.500 millones de euros. Los bancos, después de años de refinanciaciones imposibles, cambian cromos: 334 millones de deuda por capital. Y la compañía de César Alierta compraba 100 millones de euros en bonos, ignorando su estrategia global de vender activos para reducir una deuda que se eleva a 57.000 millones de euros.

Profesionales o un grupo de amigos

Cuando se conviertan los bonos de Prisa, allá por el 2014, la familia Polanco apenas retendrá un 16% de la compañía. A su lado en el Consejo estarán hombres de Emilio Botín e Isidro Fainé. Junto al HSBC, la banca rondará el 20% de la sociedad. También compartirá mesa con su teleco de cabecera. Alierta gestionará entre el 6% y el 7%. Difícil pensar que la nueva cúpula no comprometerá la línea editorial de la casa. Lejos quedan los tiempos en los que Polanco atesoraban el 70% de la firma.

La sociedad, que justificó la medida por la necesidad de profesionalizar la casa, tenía la hoja de ruta marcada hace mucho tiempo. El propio Cebrián aseguró en vísperas de la entrada en el capital de Prisa de los hedge funds y firmas de inversión de Liberty que, "si se quiere ser global hay que tener tamaño", y eso es "imposible" con "una familia o un grupo de amigos" como únicos accionistas. Todo un aviso a navegantes para los Polanco. Los empresas integradas en Liberty -con Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin a la cabeza- inyectaron en Prisa 650 millones de euros, capital suficiente para que los Polanco perdieran la mayoría del grupo. Del 70% al 30%. Era la primera estocada, imprescindible para refinanciar la deuda y evitar que los bancos ejecutaran a la compañía.

El principio de todos los problemas debe buscarse entre 2007 y 2008, en la ruinosa opa acometida por Prisa para tomar el 100% de Sogecable, compañía de la que ya tenía el control. Al ya hoy presidente ejecutivo aún hoy no le gusta que le recuerden una operación de la que es máximo responsable y que terminó de asfixiar al grupo, llevando el agujero por encima de los 5.000 millones de euros. Nadie contaba con que Telefónica fuera la opa, pero la teleco decdidió hacer caja. Al punto que ingresó 650 millones por su16,79%, cuando Alierta compraba un 22% de Digital+ dos años después por180 millones menos. 

Cambio de guardia en Prisa. Juan Luis Cebrián, hasta ahora consejero delegado y factótum del grupo, cumple un sueño al acceder a la presidencia de su compañía. Ignacio Polanco, hijo del fundador y todavía principal accionista, da un paso a un lado y se convierte en uno de los presidentes de honor más jóvenes de la historia. El relevo, que no afecta a la gestión diaria de la compañía, sí tiene implicaciones simbólicas de calado, en tanto certifica el ocaso de una de las familias más poderosas del país y que sólo aspira a ver de lejos como otros gestionan la firma que Jesús Polanco lideró con puño de hierro. Eran otros tiempos.

Juan Luis Cebrián