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buceo, kayak, velero…

Turismo en Girona: actividades náuticas en la Costa Brava

Esta región se convierte en la opción perfecta para disfrutar del verano en contacto constante con el agua del mar

El buceo es solo una de las actividades que se pueden disfrutar en Girona. (Shutterstock)

Más de 200 kilómetros de costa, el Mediterráneo como telón de fondo y un paisaje plagado de contrastes convierten el turismo en Girona en el paraíso de las actividades náuticas. ¡A ver quién se niega a subir a bordo de un velero para conocer las más íntimas calas o sus abruptos acantilados! La agencia de viajes PANGEA descubre qué hacer para aprovechar al máximo este rincón de nuestra geografía.

En la provincia de Girona el mar es una constante. La enorme influencia del mar se deja palpar en sus costas y en las diferentes actividades náuticas que se ofrecen para disfrutar del líquido elemento. Deporte, ocio y relax combinados en las aguas saladas de la Costa Brava. Tan 'salvaje' nombre no es fruto del azar, sino que con ese 'indómito' adjetivo se identifica a un territorio lleno de contrastes entre íntimas calas, fuertes vientos y acantilados impresionantes.

En función de la región de la Costa Brava que se visite, las condiciones climatológicas y geográficas varían creando un entorno perfecto para cada tipo de turista. Los amantes de los deportes acuáticos tienen ante sí un amplio abanico de ofertas para cada uno de los gustos. Entre ellos no pueden faltar los relacionados con la navegación, pues en los circuitos por España vinculados con las costas de Girona se pueden realizar trayectos en catamarán, velero e incluso kayak –para disfrutar del mar sin motores–.

Temperaturas cálidas y un clima amable son propios de la etapa estival en Girona. El mercurio en alza se convierte en un prefecto aliado para aprovechar el mar al máximo y hacer de él una forma de ocio. La zona de Cabo de Creus se caracteriza por las ráfagas de tramontana –viento del norte– que permiten utilizar las aguas para practicar windsurf a 'lomos' de una tabla unida a una vela o kitesurf dejándose llevar por la fuerza de Eolo impactando contra una 'cometa'.

Otras opciones disponibles en el Mediterráneo gerundense son el 'parasailing' –'paravelismo' en español, una actividad náutica en la que los protagonistas se alzan gracias a la fuerza de una lancha mientras un paracaídas les mantiene sobreelevados sin tocar el agua–, el 'flyfish' o el 'banana boat'. Estos dos últimos casos se componen de un 'flotador' grande –bien en forma de banana alargada o de 'tridente' hinchable– donde los clientes se suben mientras recorren la superficie marina dejándose llevar por una lancha. Tossa de Mar y Lloret de Mar son algunas de las poblaciones que ofrecen estos divertidos artilugios.

Buceo entre la diversidad marina

A una milla de la costa ampurdana, en las islas Medes, es posible contemplar coral. En el puerto deportivo de la ciudad de Estartic, por ejemplo, existen empresas que transportan a los viajeros hasta la isla para conocer el fondo del mar y su enorme vida submarina. Pero los corales no son el único ser vivo de esta zona, sino que también hay peces de especies exóticas y algas que componen un espacio natural protegido de singular interés para los buceadores.

Esnórquel o buceo con bombona son algunas de las actividades náuticas que se pueden disfrutar en estas aguas, un espacio donde incluso los niños lo pasarán en grande viendo en directo a los 'Nemos' y 'Doris' que aparezcan ante sus ojos. No se extrañe si, de repente, contempla barcos sumergidos bajo el agua que está explorando: son restos de navíos romanos que atestiguan la presencia del gran Imperio frente a las costas del Cabo de Creus. Los vientos del norte y el fuerte oleaje los hicieron naufragar con sus bodegas repletas de ánforas de vino, maíz o aceite.

Disfrutar del mar con los pies en la tierra

Salvador Dalí, uno de los representantes artísticos más conocidos de Girona a nivel internacional, sabía cómo disfrutar del mar con los pies en la tierra: las vistas al Mediterráneo son parte esencial de la casa-museo que el catalán tenía en Cadaqués. Los visitantes también pueden contemplar el magnífico paisaje que ofrece el líquido elemento en simbiosis perfecta con las viviendas de blancas paredes y las embarcaciones típicas de la zona.

Desde seco, sin mojarse, el mar también puede aprovecharse mientras se recorre alguno de los 'caminos de ronda' de la costa. Con este nombre se conoce a los senderos repartidos por la Costa Brava que servían a las autoridades para vigilar los accesos a la Península y evitar el contrabando. A día de hoy esa función ha perdido peso en pro de la turística, pues en la actualidad estas rutas que ejercen de nexo de unión entre los pueblos a orillas del agua son destino imprescindible para los visitantes.

Con la inestimable compañía del mar, los que paseen por estos caminos de ronda sobre los acantilados tendrán unas vistas preciosas de un entorno tan maravilloso como el gerundense. Algunos de los más conocidos y accesibles son los de S'Agaró –en Sant Feliu de Guíxols– y el que discurre entre Calella y Llafranc.

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