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intereses políticos y partidistas en los nombramientos

La última bala de Puigdemont para salvar el 'procés'… y al PDeCAT

La elección de los candidatos fue milimétricamente estudiada para dar un impulso al propio gobierno pero también para resolver conflictos internos de la formación

Composición del nuevo Govern de la Generalitat de Cataluña tras la toma de posesión de los nuevos 'consellers'. (EFE)

La remodelación del Gobierno catalán impulsada por Carles Puigdemont no está pensada exclusivamente para acometer con garantías el último tramo del proceso y forzar el referéndum del 1 de octubre. Los cuatro nombramientos realizados este viernes han de leerse en clave interna para entender que representan algo más que el blindaje del Ejecutivo catalán: son también la constatación de las tensiones internas de los partidos que integran el Govern. La elección de los candidatos fue milimétricamente estudiada para dar un impulso al propio gobierno pero también para resolver conflictos internos del PDeCAT.

Para empezar, todas las fuentes destacan que “los nuevos consejeros son absolutamente transparentes y jamás han estado involucrados, ni por asomo, en ningún escándalo. El ‘president’ no podría permitirse un patinazo en ese sentido, porque sabe que el Estado español utilizará cualquier nimiedad para poner palos en las ruedas. Pero en esta ocasión lo va a tener difícil, porque todos están libres de sospecha”.

A partir de ahí, las lecturas que se hacen de los nombramientos dan una idea del laberinto en que se encuentra el Gobierno catalán y de los intereses de cada uno de los partidos que lo integran. Y, especialmente, de cómo maniobran para sacar el máximo rendimiento a cada uno de sus movimientos y decisiones.

El nombramiento más vistoso es el de Jordi Turull como consejero de Presidencia y portavoz del Ejecutivo. Su nombre ya había sido puesto encima de la mesa por el vicepresidente Oriol Junqueras como una persona que podría asumir las responsabilidades de organizador del referéndum. También se había contemplado la posibilidad de que alguien externo al Gobierno asumiese responsabilidades en la organización del referéndum. Entre los nombres que sonaban figuraban el del exsecretario de Comunicación de CDC y hombre de confianza de Artur Mas, David Madí, y el del exconsejero de Gobernación y exvicesecretario general de ERC, Xavier Vendrell. Ambos rechazaron coger el timón del referéndum. Y, curiosamente, los tres nombres que sonaban (Turull, Vendrell y Madí) fueron fotografiados en un céntrico hotel de Barcelona hace quince días durante una de las periódicas reuniones que realizan, puesto que son amigos desde hace años.

Marta Pascal recobra visibilidad y podría ser la próxima presidenta de Junts pel Sí (JxS), por lo que el ‘president’ contenta así al aparato de su partido

En realidad, también se había barajado la posibilidad de nombrar un comisionado, un nuevo órgano o incluso un consejero como figura jurídica para canalizar esa organización, que sería la más delicada del Govern, puesto que sería la persona que tendría que dar la cara ante el TC por si se incumplen las sentencias y las leyes actualmente vigentes por parte del Gobierno catalán. Sea como fuere, la elección de Turull por ‘recomendación’ de Junqueras no solo sirve a los republicanos para involucrar a un ‘peso pesado’ del PDeCAT en el último tramo del ‘procés, sino que ha servido a Puigdemont para compensar a la coordinadora general de su partido, Marta Pascal, para tener una mayor cuota de poder y visibilidad que reclamaba hace tiempo: Pascal puede ser la próxima presidenta de Junts pel Sí (JxS), por lo que el ‘president’ contenta así al aparato de su partido. Y, al mismo tiempo, según una de las fuentes consultadas, servirá a Puigdemont “para conciliar posicionamientos dentro del Gobierno y poner bálsamo en las relaciones con ERC, ya que es un tío muy conciliador”.

Un duro ‘pitbull’ en el Gobierno

El nombramiento de Joaquim Forn también tiene su lectura interna y, con la decisión de nombrarle consejero de Interior, el PDeCAT se libera de un problema: Forn, como número dos de Xavier Trias y, por consiguiente, del grupo municipal convergente, era un ‘tapón’ para la renovación de la lista municipal. Una fuente que conoce los entresijos de la decisión señala a El Confidencial que “Forn dificultaba el que hubiese unas primarias en el ámbito municipal. Por otro lado, está marcado por el conflicto del tranvía. Con su traspaso a la Generalitat, el PDeCAT hará primarias en el mes de octubre, tras el referéndum, para elegir a un candidato potente para la alcaldía de Barcelona. Y, paralelamente, Puigdemont necesitaba un hombre duro, un ‘pitbull’, para Interior. Con el nombramiento, ya tiene a ese hombre duro para los Mossos y al mismo tiempo soluciona el problema de la lista municipal del PDeCAT de Barcelona”. Para algunos, “es un muy buen gestor y un político muy respetado por sus rivales, muy serio. Pero le faltaba perfil público para ser él el candidato a alcalde. Por el partido se decía que es el mejor segundo que alguien puede tener, pero le falta ese perfil político para ser el cabeza de lista”.

Otra fuente destaca que “Forn era un comodín que siempre había estado presente en cualquier formación de Gobierno. Estuvo a punto de entrar cuando Unió Democràtica (UDC) rompió con Convergència. Y ahora, a Puigdemont le puede servir de mucho porque sabe de qué va la cosa: fue el responsable de la Guardia Urbana y no le temblarán las piernas si tiene que tomar alguna decisión. Es un viejo guerrero. Cuando estaba en el Ayuntamiento, con el tema de Can Vies [uno de los peores conflictos entre okupas y Administración], era partidario de ir hasta el fondo y de ser contundentes ante los destrozos urbanos que estaban creando, pero Trias se lo impidió”.

Por los servicios prestados

Otra cosa son los nombramientos de Víctor Cullell como secretario del Govern y de Clara Ponsatí como consejera de Enseñanza. Ambos han sido elegidos en premio por los ‘servicios prestados’. El primero, porque siempre había estado comprometido con el ‘procés’, no en vano había formado parte del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), el órgano que Artur Mas creó en 2012 y que, presidido por Carles Viver Pi-Sunyer, fue el que realizó una veintena de informes sobre el camino hacia la independencia. Desde el 2010 al 2013, también fue jefe de gabinete de Relaciones Institucionales de la Oficina del Presidente y luego, director general de Análisis y Prospectiva. Desde marzo del pasado año, ejercía de secretario para el Desarrollo del Autogobierno, una oficina que Puigdemont creó para controlar la hoja de ruta y que entraba en colisión con otra similar creada por Junqueras en Vicepresidencia.

Ponsatí, por su parte, goza de una reconocida trayectoria soberanista. Desde las filas independentistas se destaca su ‘decapitación’ de la cátedra de Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown en 2013. Una persona que la conoció allí explica a este diario que “hasta que ella llegó, se había renovado siempre la cátedra a los ocupantes. Normalmente, estaban un año y automáticamente les renovaban otro año, excepto a ella. El motivo fueron unas declaraciones a Al Jazeera en las que tomaba partido por la independencia de Cataluña. Lo malo es que la Universidad de Georgetown había recomendado su renovación, pero el convenio con el Ministerio de Educación preveía la potestad de veto y el Gobierno español decidió que no seguiría”.

Desde su militancia en la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Ponsatí fue una de las ideólogas de la convocatoria del referéndum del 1 de octubre, a pesar de que este no figurase en el programa electoral de JxS ni de la CUP. Ahora, es uno de los comodines de Puigdemont para terminar de formar a su tropa de choque. Lejos queda ya aquel pensamiento varias veces admitido, incluso por la propia Ponsatí: “A pesar de que duela reconocerlo, el resultado del 27-S no nos dio el mandato mayoritario que necesitamos”. Que vaya tomando nota, porque las hemerotecas son implacables.

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