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estaba en contra de quebrantar la ley

Puigdemont cesa al último moderado, pero aún le pueden 'birlar' los Mossos

Albert Batlle siempre ha defendido que los Mossos deben ser políticamente neutrales e imparciales y que la policía catalana debe cumplir y hacer cumplir la ley

El jefe de los Mossos d'Esquadra, Albert Batlle, en el centro. (EFE)

El cese del director general de los Mossos d’Esquadra, Albert Batlle, es el último remiendo que le faltaba a Carles Puigdemont para dejar un Gobierno compacto y preparado para tomar cualquier iniciativa, incluidas las que se sitúan fuera de la ley, de cara al 1 de octubre próximo, día del referéndum secesionista. Albert Batlle, como responsable político de los Mossos, era una pieza fundamental en el organigrama gubernamental. Su gran fallo fue advertir de que no quebrantaría ninguna ley desde su privilegiado puesto de mando. Y lo ha pagado con su cabeza.

En los últimos meses, Batlle no se cansó de repetir que él es independentista, "pero no estoy dispuesto a saltarme ninguna ley. De mi boca no saldrá jamás una orden que pueda ser considerada ilegal". Lo mismo hacía su hasta hace poco consejero, Jordi Jané, cesado por Puigdemont el pasado viernes y sustituido por Joaquim Forn, proveniente del Ayuntamiento de Barcelona y exresponsable de la Guardia Urbana.

Dimite el director de los Mossos

En la mañana de este lunes, a las 10 horas, el runrún dentro del Cuerpo era que Batlle había sido cesado fulminantemente. Durante la siguiente hora, la versión fue suavizándose y oficialmente acabó en dimisión. Pero, sea como fuere, Puigdemont se acaba de sacar un peso de encima al echar de su Gobierno a Batlle, un hombre sensato que llegó a su cargo desde las filas socialistas, tras haber tenido responsabilidades similares durante los gobiernos Tripartitos. Fuentes cercanas a la Administración catalana, sin embargo, señalan que “es normal que cuando hay cambio de consejero, todos los altos directivos pongan su cargo a disposición del recién llegado, que puede confirmarlos en sus puestos o cambiarlos. Eso es lo que ha pasado en esta ocasión. Es normal que cada consejero quiera tener su propio equipo y, especialmente, en cargos de determinada naturaleza, que por su importancia, han de ser ocupados por una persona que sea de la máxima confianza del consejero”.

La incógnita está ahora en conocer si con un talibán al frente del Cuerpo de los Mossos cambiará algo. "En absoluto -explica a El Confidencial un cargo de esta institución-. Las cosas siguen como estaban. Es más: los Mossos seguimos siendo una pieza fundamental de cara a la organización del referéndum. Y el Gobierno central no tiene ni que aplicar el 155 ni intervenir la Generalitat. Basta un simple decreto para que todo el Cuerpo, esté quien esté al frente, pase a depender del Gobierno central".

El cambio de Jané por Forn, pues, proyecta una imagen rupturista del 'Govern', pero no soluciona el principal problema que se le plantea a Puigdemont. Cierto que puede poner en lugar de Batlle a un duro dispuesto a quebrantar cuantas leyes haga falta por la causa, pero la cruda realidad es mucho más prosaica: en cualquier momento, el Cuerpo puede pasar a ser controlado por el Gobierno central porque así lo prevén las normas. Y será difícil pasar por alto esa eventualidad.

Marcado por la CUP

Admiten, sin embargo, las mismas fuentes, que el 'president' ha cogido oxígeno con el cambio de Batlle. De hecho, su nombre estaba ya encabezando la lista de los altos cargos a despedir. La eliminación de Batlle fue solicitada por la CUP y se le planteó a Puigdemont a finales del año pasado. En febrero pasado, tras otras polémicas declaraciones de Batlle (que dijo que obedecería cualquier orden judicial que le llegara), los 'cuperos' volvieron a insistir en su cese, pero al final pactaron con Puigdemont en dejarlo para finales de primavera o principios de verano, para no dar la sensación de que el 'president' actuaba a toque de silbato de la CUP.

Con el cambio de los consejeros Neus Munté, Jordi Jané y Meritxell Ruiz el pasado viernes, Puigdemont jugó una carta "a la desesperada", como recalca a El Confidencial una persona que aún tiene voz y voto en el Gobierno. Con el cese de Batlle, remata la faena. Los cerebros grises del 'Govern' han previsto el peor escenario posible para el referéndum y tratan de mover las piezas con el fin de hacerle frente a ese escenario, porque saben que el Estado no les dará facilidades ni permitirá cualquier desliz.

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