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  1. Cultura

Libros y rosas

En Sant Jordi lo que importa es el tamaño: de libros y rosas con Patxi López, Garzón y más

Los escritores pelean con los mediáticos en volumen de ventas y largo de las colas de seguidores. Jordi Cruz y Baltasar Garzón firman sin parar mientas que autores como Ian Gibson y Jorge Carrión pasan la jornada mucho más tranquilos

Fiesta de Sant Jordi 2017: rosas y libros en Barcelona. (EFE)

“Mira ese, es Patxi López”, señala una mujer. Bajo la carpa de la librería Alibri, el ex presidente del Congreso espera que se acerque algún comprador de su libro, 'La izquierda necesaria' (Los libros de la catarata), para firmárselo. Pero no, en este rinconcito de Rambla Catalunya reina la tranquilidad. “Pues nada”, musita el político mientras se levanta para estirar las piernas. Es su primer Sant Jordi, el Día del Libro, y parece que el libro no estará en la lista de los más vendidos de la jornada. Unos pasos más allá, guardado del sol que suele apretar cada Sant Jordi, Ian Gibson mira aburrido al horizonte. El historiador es asiduo a la fiesta literaria y sabe que aunque nadie le pida un autógrafo, toca ir de chiringuito en chiringuito. Por si acaso.

Puede que Gibson y López añoren que algún admirador les pida su firma, pero si vieran el trajín que lleva Jordi Cruz, seguramente cambiarían de opinión. Sólo los muy intrépidos pueden osar a acercarse a la Casa del Libro en la que el cocinero estampa su nombre al recetario 'Tapas con rock’n’roll' (Grijalbo).

Las multitudes son un clásico de la jornada, el día perfecto para descubrir uno que padece claustrofobia. “Salgamos de aquí que me va a dar algo”, le dice un señor a su acompañante mientras intenta despegarse de otros paseantes. Pasan raudos y sin mirar por delante de Jordi Carrión, que ofrece -con poco éxito- su firma en 'Barcelona. Libro de los pasajes' (Galaxia Gutemberg).

En la misma calle, los autores de Voliana Edicions respiran aire en lugar de reciclarlo. Hay espacio a su alrededor porque nadie los reclama. Parece otro día, incluso otra ciudad. “Son mundos paralelos”, dice Eva Arnal, autora de L’ombra de les formigues, “cada uno tiene su público y está bien que todos vendamos. La lástima es que no se venda literatura en un día dedicado a los libros”. Esta escritora lanza la gran pregunta de la jornada: “De todos esos libros que se venden hoy, ¿cuántos se leerán?”.

Sucede en alguna cola, como la de Sandra Barneda. Hay quien ha comprado su libro, 'Hablarán de nosotras' (Aguilar), para que la presentadora lo firme, y cuando se levanta y ven que se quedan sin autógrafo, devuelven el ejemplar. “Es que lo que yo quiero es la firma de la Sandra, si no me lo firma ¿para qué quiero yo el libro?”, admite Laura, joven estudiante ahora decepcionada.

“Tenemos mucha suerte de que haya editoriales pequeñas que apuesten por autores desconocidos como yo”, dice Gemma Pellissa Prades con su 'Glopades de riu '(Voliana) en las manos. “La culpa de todo esto no es solo de los lectores, ni de las televisiones, es también de las grandes editoriales, que apuestan por nombres conocidos en lugar de por calidad”.

El eterno debate

Es el eterno debate de las citas literarias. Una contradicción que se refleja también en las listas de más vendidos. En las de este año, seguramente aparecerá 'Patria' (Tusquets) de Fernando Aramburu. Literatura y gran público. “Bueno, es que es un fiesta inclusiva, es también su gracia, vende un cocinero, vende un gran escritor y vendemos nosotras. Yo tengo muy claro que quien compra mi libro no es el mismo tipo de persona que compra el libro de Jordi Cruz”, reconoce Pellissa Prades.


Ni el que compra el de, pongamos por ejemplo, Baltasar Garzón. Con una amplia sonrisa, Ana se planta delante del ex juez y le dice lo mucho que lo admira. Esta estudiante de segundo de Derecho lleva alrededor de una hora de pie en la larga cola que lleva hasta Garzón en plaza Catalunya. “Hubiera esperado mucho más, soy muy fan”, dice la joven.

La autora de una saga juvenil lleva dos horas firmando y parece que no haya fin. La suya es la cola más larga de la jornada

Junto a Garzón, firman libros también sin parar Samanta Villar, Pilar Eyre, Vanesa Lorenzo y… Elisabeth Benavent. La autora de una saga juvenil que publica este año 'La magia de ser nosotras' (Suma) lleva dos horas firmando y parece que no haya fin. La suya es la cola más larga de la jornada. La literatura romántica para adolescentes arrasa y a poco más de 100 metros firma Andrea Izquierdo. Su 'Otoño en Londres' (Nocturna ediciones) es otra de las novelas que acapara multitudes.

Pese a que es un día marcado en rojo en el calendario de casi todos, hay quienes quieren reivindicar además de celebrar. “Sólo les pido a las editoriales que apuesten por los autores del país y por los que intentan hacer buena literatura”, dice Marc Moreno, premiado por su 'Temps de rates' (Magrana), “hay que reivindicar la figura del escritor no mediático, por salir en la tele tres minutos ya sacan libro. Yo sudo cada libro que vendo”. Y cada autógrafo, porque su cola no es muy grande pese a los ríos de gente que inundan Barcelona. El llenazo en el centro de la ciudad y en los centros comerciales es tal que es difícil caminar con una mínima soltura. En Sant Jordi, parece que lo que importa es el tamaño.

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