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¿Puede usted aumentar su inteligencia?
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Sobre el negocio del entrenamiento mental

¿Puede usted aumentar su inteligencia?

Ciertos programas prometen incrementar la memoria, resolver problemas de hiperactividad, mejorar la eficiencia cognitiva... ¿Son auténticos o fraudulentos?

Foto: Cómo mejorar esta capacidad. (iStock)
Cómo mejorar esta capacidad. (iStock)

Sé que usted no va a leer este artículo completo. Ya sabrá por qué. En realidad es un experimento para mostrar que estamos en una era diferente de la difusión cultural y científica. El Confidencial es un diario que cada vez se va alejando más de los objetivos propios del periodismo escrito. El papel imponía unos límites físicos a los contenidos. Un artículo podía tener como máximo 1.200 palabras. Los diarios digitales no están sometidos a esas limitaciones y además permiten distintos niveles de lectura y la utilización de información multimedia. Esto posibilita un nuevo tipo de artículo que me interesa mucho.

Podríamos llamarlos claves para acceder a la información expandida. Su objetivo es proporcionar rutas para que el lector que lo desee pueda navegar en el océano documental. Supone proporcionarle una ventaja competitiva, que es la gran meta. La información de que disponemos está a punto de ahogarnos. Hace unos meses, Eric Schmidt, el director ejecutivo de Google, afirmó que la humanidad había creado hasta el año 2013 una cantidad de información equivalente a cinco exabytes, y añadió que ahora esa cantidad se genera cada dos días. (Un exabyte —10 elevado a 18 bits— contendría 20 veces todos los libros publicados hasta ese año). La mayor parte de esa información será basura o una reduplicación de intrascendencias, pero también la información seria se multiplica, haciendo más complicado saber a qué atenerse.

El lanzamiento de los programas de potenciación cognitiva ha sido prematuro y su interés comercial ha dificultado su utilización en la escuela

Hoy les había prometido hablar de la neurología aplicada al mundo de la educación y de los programas de mejora de la inteligencia. De paso, les contaré los apuros de un investigador que quiere tener las cosas claras. Ha aparecido una floreciente industria del entrenamiento mental (Brain Training Industry) que mueve más de 1.000 millones de dólares en EEUU (Sharpbrains.com). Mediante programas informáticos, promete mejorar la inteligencia, aumentar la memoria, resolver problemas de déficit de atención e hiperactividad, prevenir el alzhéimer, mantener la eficiencia cognitiva en la vejez, etc. Ante la espectacularidad de sus promesas, nos conviene saber si son verdaderas o fraudulentas. Y, en caso de que esos programas sean eficaces, decidir si debemos aplicarlos masivamente en la escuela y en la educación a lo largo de la vida.

¿Ciencia o negocio?

A pesar del éxito comercial, algunas alarmas se han disparado. El pasado año, la empresa Lumo Labs, que comercializa el programa Lumosity, aceptó pagar dos millones de dólares como multa a la Federal Trade Commission, que la acuso de publicidad engañosa, al prometer más de lo que podía dar. (Beth Mole, 'Billion-dollar brain training industry a sham-nothing but placebo, study suggest'). En octubre de 2014, un grupo de 70 científicos de la Universidad de Stanford y del Max Plank Institute de Berlín publicaron una carta afirmando que esos programas no tenían base científica. Parecía que con tan contundente afirmación ya podía darme por satisfecho, pero, poco después, 120 científicos de diferentes universidades y centros de investigación publicaron otra carta refutando la anterior, y afirmando la eficacia del entrenamiento cognitivo. (Pueden ver ambos documentos en esta página). Esta carta la firman expertos muy destacados, como Michel Merzenich, uno de los más notables investigadores en plasticidad cerebral, que es el fundamento de todo aprendizaje.

Pero no acabo de quedarme satisfecho, porque también es el fundador de la sociedad Posit Science, que comercializa algunos de los programas de 'entrenamiento mental' de más éxito, por ejemplo, el BrainHQ, y que entre 2002 y 2011 recibió más de 36 millones de dólares para estos programas. No es el único caso. El programa Fast ForWord, comercializado por Scientific Learning Corporation, que pretende mejorar las habilidades cognitivas de los niños, también se basa en su obra. Algo parecido ocurre con otro de los científicos que más han trabajado en el entrenamiento de la atención, Torkel Klingberg. Es el creador del programa CogMed, que ha sido comprado por el grupo Pearson, la empresa del sector educativo más potente del mundo. La compañía Nintendo, basándose en las investigaciones del Dr. Kawashima, lanzó un juego ('Brain Training' o 'Brain Age') que ha tenido enorme éxito. Sin embargo, la evidencia científica respecto a la idea de que dichos juego puedan mejorar el funcionamiento mental todavía es limitada (Nouchi R1, Taki Y, Takeuchi H, Hashizume H, Akitsuki Y, Shigemune Y, Sekiguchi A, Kotozaki Y, Tsukiura T, Yomogida Y, Kawashima R., 'Brain training game improves executive functions and processing speed in the elderly: a randomized controlled trial').

Es el sujeto entero y no sus funciones aisladas lo que debe ser entrenado y fortalecido

Daphne Bavelier, de la Universidad de Rochester, defensora de los videojuegos como potenciadores de funciones cognitivas, es cofundadora de Akili Interactive, una compañía que va a invertir 42,4 millones de dólares en el Proyecto Evo, de videojuegos de terapia cognitiva. El futuro comercial de la neurociencia es tan halagüeño que se ha formado la Neurotechnology Industry Organization (NIO) para desarrollarlo. No se me ocurre pensar que esto sea malo. Los avances en la ciencia han sido acelerados por las investigaciones llevadas a cabo por la industria. Lo que sucede es que en el caso de los programas de potenciación cognitiva o entrenamiento cerebral, su lanzamiento me parece prematuro, y su inmediato interés comercial ha dificultado su utilización a través de los canales educativos formales, es decir, de la escuela.

Nadie duda de que el entrenamiento mejora las funciones cognitivas y permite desarrollar talentos extraordinarios. Ya les he hablado de las investigaciones de Anders Ericsson ('¿Podemos todos ser Mozart?'). Pero los programas a los que me estoy refiriendo aseguran que desarrollan la inteligencia general o la 'inteligencia fluida' (la que permite resolver problemas nuevos), lo que exige un 'transfer', una ampliación de habilidades concretas a competencias generales, que es lo que está en tela de juicio. Les pondré un ejemplo: ¿es verdad que el entrenamiento en el juego del ajedrez mejora algo que no sea la capacidad de jugar al ajedrez? Los estudios científicos que tratan del 'entrenamiento cerebral' se centran en unas funciones que guardan estrecha relación con la inteligencia general: la capacidad de atención, la memoria de trabajo y la velocidad de transmisión del impulso nervioso. Es aquí donde surgen las discrepancias. Investigaciones como las de María Rosario Rueda, de la Universidad de Granada, muestran que la atención puede mejorarse mediante el entrenamiento (Rueda, M.R., Conejero, A., Guerra, S., 'Educar la atención desde la neurociencia'). Otras muestran que el entrenamiento mejora la conectividad neuronal, lo que supone una mejora de la eficiencia cognitiva. Sin embargo, revisiones recientes parecen indicar que esos entrenamientos no mejoran la inteligencia general (Melby-Lervåg M, Redick TS, Hulme C., ' Working Memory Training Does Not Improve Performance on Measures of Intelligence or Other Measures of "Far Transfer": Evidence From a Meta-Analytic Review').

El fortalecimiento de las funciones ejecutivas permite mejorar la gestión de la propia inteligencia

Ese vaivén en estudios serios debe obedecer a alguna razón. Y eso es lo que estudiamos en la Cátedra sobre Inteligencia ejecutiva y educación que dirijo en la Universidad Nebrija. Creo que los programas de entrenamiento cerebral son fragmentarios, se refieren a funciones aisladas previamente, se realizan en situaciones poco reales, y son repetitivos. Casi todo esos programas se refieren a funciones ejecutivas, es decir, que ayudan a la 'autorregulación del sujeto', y por eso tienen un margen de eficacia, pero no se refieren a todo el sistema de autorregulación, y por eso fracasan en parte. Es como si un tenista perfeccionara cada uno de sus golpes, pero luego no tuviera resistencia física o ganas de ganar.

Una preparación completa

Es el sujeto entero y no sus funciones aisladas lo que debe ser entrenado y fortalecido. Los programas de entrenamiento no suelen tener en cuenta el factor motivador, las actitudes del propio sujeto sobre su capacidad, o la importancia de la metacognición en la eficacia del aprendizaje. Adele Diamond recuerda que hay que educar 'the whole child', al niño completo. (Diamond, A., 'Conclusion about intervention, programs ad approaching'). Algo parecido recomiendan Moreau y Conway, de la Universidad de Princeton ('The case for ecological approach to cognitive training'). Otros investigadores reconocen su pesimismo acerca del 'brain training', y su optimismo sobre la aplicación de lo que sabemos acerca de la memoria ( McCabe, J.A., Redick, T.S, Engle, R.W., 'Brain-training pessimism, but Applied-Memory Optimism'). Lo demuestra el éxito de programas escolares como Tool of the Mind. El Ministerio de Educación canadiense ha puesto en marcha una iniciativa para introducir la educación de las funciones ejecutivas en los planes de enseñanza. Me parece el buen camino. Heckman, premio Nobel de Economía, ha estudiado las 'non cognitive skills' (fundamentalmente, las funciones ejecutivas) como la razón del éxito escolar. Al revisar los historiales de las escuelas Perry, descubrió que sus programas no mejoraban el 'cociente intelectual' de los alumnos, pero sí su rendimiento, es decir, la aplicación de su inteligencia en la vida real. Eso es lo importante. (Tough,P., 'Cómo triunfan los niños').

Esta visión integrada de las funciones ejecutivas y de su entrenamiento es lo que centra la investigación de nuestra cátedra. (Marina, J.A., Pellicer, C., 'La inteligencia que aprende'). El fortalecimiento de las funciones ejecutivas permite mejorar la gestión de la propia inteligencia. La atención, la memoria de trabajo, la inhibición, la afectividad, la resolución de problemas, etc. resultan transformados cuando se progresa en su gestión, es decir, en su forma de utilizarlas. Más que con un entrenamiento puntual, debe hacerse integrándolo dentro de los currículos normales, con programas más ricos y variados, y todo a lo largo del proceso educativo. No se trata de multiplicar los currículos, sino de enseñarlos de otra manera.

Le dije al principio que usted no leería este artículo por completo. Y no lo habrá hecho aunque haya llegado hasta aquí, porque para hacerlo necesitaría leer todas las referencias que he citado, más las referencias posteriores a que remiten. Son ramificaciones exponenciales casi imposibles de manejar, que hacen imprescindible la existencia de instituciones de referencia que sí las hayan explorado, y que puedan comunicar su experiencia al ciudadano no especializado. Esto es lo que diarios como El Confidencial hacen posible. Y lo que mi equipo y yo desearíamos hacer desde nuestra cátedra, en los temas que son de su competencia.

Sé que usted no va a leer este artículo completo. Ya sabrá por qué. En realidad es un experimento para mostrar que estamos en una era diferente de la difusión cultural y científica. El Confidencial es un diario que cada vez se va alejando más de los objetivos propios del periodismo escrito. El papel imponía unos límites físicos a los contenidos. Un artículo podía tener como máximo 1.200 palabras. Los diarios digitales no están sometidos a esas limitaciones y además permiten distintos niveles de lectura y la utilización de información multimedia. Esto posibilita un nuevo tipo de artículo que me interesa mucho.

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