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Un consejo que el próximo Gobierno no seguirá

Por qué necesitamos un nuevo Ministerio de Educación, más ambicioso, para impulsar el desarrollo del país y crear una sociedad del aprendizaje

Foto: La educación no puede limitarse solo al aula.
La educación no puede limitarse solo al aula.

Recomiendo al próximo Gobierno que cree una vicepresidencia para un Ministerio de Educación, de nuevo y ambicioso diseño, encargado de promover las políticas de modernización y progreso de nuestro país. Debería tener un título más amplio. Algo así como Ministerio de Educación, Innovación y Desarrollo. Explicaré los motivos en que me baso.

1. España, a la vanguardia

Sería una demostración de que España ha comprendido por dónde va el mundo y quiere estar en vanguardia. Hablamos mucho de la importancia del complejo I+D+i (Investigación, desarrollo, innovación), pero no nos damos cuenta de que todos esos elementos dependen de un factor común. La A de aprendizaje. La fórmula correcta es A(I+D+i). Nos introduce en lo que se conoce como 'sociedad del aprendizaje', un concepto lanzado por el presidente Clinton sobre el que disponemos ya de amplia documentación.

Recientemente, Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, ha publicado el libro 'La creación de la sociedad del aprendizaje', cuya tesis central es que no hay posibilidad de progreso -cívico y económico- si no tenemos poderosos sistemas de creación y transmisión de conocimientos. Daniel Innerarity, que conoce muy bien los nuevos rumbos políticos, ha escrito que “en una sociedad del conocimiento la gestión de los procesos de aprendizaje es más importante que la administración de los saberes”. Todos estamos sometidos a la Ley de Revans, que dice: “Para sobrevivir y progresar, una persona, una organización o una sociedad necesitan aprender al menos a la misma velocidad con que cambia el entorno”. De lo contrario, será marginada.

España, que perdió el tren de la ilustración y el de la industrialización, no puede perder el del aprendizaje

Uno de los ejemplos mas conocidos en la historia de la cultura moderna es lo que sucedió en Estados Unidos cuando se supo que los rusos habían lanzado el Sputnik, el primer satélite artificial. Se dieron cuenta de que habían sido adelantados por la tecnología soviética y se lanzaron a una carrera para aumentar su creatividad científica y tecnológica. Finlandia hizo algo parecido cuando se desconectó de la Unión Soviética. En un mundo acelerado, todos vamos a tener que seguir aprendiendo siempre. España, que perdió el tren de la ilustración y el tren de la industrialización, no puede perder el tren del aprendizaje.

2. Una sociedad del aprendizaje

Las estructuras que posibilitan esa sociedad del aprendizaje son muy variadas y trabajan sinérgicamente.

En primer lugar, los centros educativos, claro. Es el reactor nuclear que debe movilizar todo lo demás. Por eso debe ser el Ministerio de Educación el que emprenda esta tarea renovadora, a partir de una idea expansiva de la educación, que necesita la colaboración de otros ministerios. La razón última de una vicepresidencia es que debe coordinar esos proyectos compartidos. La educación no se acaba en las instituciones de enseñanza formal (escuelas, centros de formación profesional, universidades), sino que se prolonga en la formación para el empleo, el aprendizaje a lo largo de toda la vida, las tareas de formación que corresponden a las empresas, la actualización permanente de la administración, la creación de parques tecnológicos y de centros de investigación, la implicación de fundaciones, la participación de las familias y de toda la ciudadanía. La educación es generadora de talento, y el talento es, en este momento, la gran riqueza de las naciones. Todo esto lo expliqué en 'Despertad al diplodocus'. Se trata, en efecto, de despertar la pasión por el conocimiento, el convencimiento de que el progreso es posible, la confianza en la investigación tenaz, la conciencia de que necesitamos configurar y elevar nuestra inteligencia colectiva.

La enseñanza formal no puede vivir aislada. Para que nuestras escuelas sean eficaces, no basta con mejorar lo que sucede dentro de las aulas. Tenemos que ayudar a las familias en riesgo educativo, lo que exige la colaboración de los servicios de asistencia social y el trabajo de los educadores de calle. Tienen que colaborar los servicios pediátricos, porque estamos detectando un número creciente de alumnos con problemas psicológicos importantes no diagnosticados. Necesitamos un pacto por la infancia, como el que reclama Unicef. La formación profesional no es posible sin la colaboración con las empresas, y con los ministerios de industria y relaciones laborales.

La educación es generadora de talento, y el talento es, en este momento, la gran riqueza de las naciones

Las universidades tienen que estrechar su relación con el mundo económico. El Ministerio de Asuntos Exteriores debe promover los productos de la industria cultural española y también de nuestra industria educativa. Además, tenemos la evidencia de que la participación de los municipios como agentes educadores es fundamental, lo que recomienda un cambio en la ley de régimen local. Todo esto supone poner en marcha al país, y los datos nos muestran que para hacerlo de forma consistente y estable debemos comenzar reformulando nuestro sistema educativo. Los estudios de James Heckman, también Premio Nobel de Economía, demuestran que la inversión en educación infantil es la que produce más retorno económico a una sociedad.

3. El papel de la educación en nuestro mundo

Durante siglos, la escuela se limitaba a transmitir a la nueva generación lo que la generación anterior consideraba importante. Ahora las cosas van demasiado deprisa, y necesitamos sistemas educativos que aprendan con rapidez, reflexivos y prospectivos, ya que tienen que intentar anticipar lo que los alumnos necesitan saber. Como decía Saint Exupéry, no podemos darles las soluciones para problemas que desconocemos, sino fomentar en ellos las capacidades que les permitirán resolverlos cuando aparezcan.

4. Impulsor del desarrollo

Este superministerio debería ser el impulsor del desarrollo, pero entendiendo este término como lo hace el Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo, aplicando las ideas de Amartya Sen, otro premio Nobel de Economía. Se trata de un desarrollo socialmente avanzado y sostenible. Por ello, al hablar de innovación, no solo nos referimos a las tecnológicas, sino también a las sociales, como hace la Fundación Ashoka.

El lema de nuestros regeneracionistas de finales del XIX fue “escuela y despensa”. El centro de su propuesta sigue siendo válido, pero ahora sabemos que ambas cosas están estrechamente relacionadas. Tony Blair ganó las elecciones de 1997 con un lema muy sencillo: “Educación, educación, educación”. José Mujica fue aún más enfático en su discurso de investidura: "Permítanme un pequeño subrayado: educación, educación, educación. Y otra vez, educación. Los gobernantes deberíamos ser obligados todas las mañanas a llenar planas, como en la escuela, escribiendo 100 veces: debo ocuparme de la educación".

Sin embargo, para que este lema sea capaz de movilizar a una nación, necesitamos devolver a la educación el aspecto brillante, luminoso, creativo, entusiasta que nunca debió perder. Los biólogos explican la evolución con dos mecanismos ciegos: la mutación genética y la selección natural. Olvidan la fuerza evolutiva más poderosa en el caso de la especie humana: la capacidad de aprender. Es en ella donde tiene que residir nuestra esperanza de progreso.

Recomiendo al próximo Gobierno que cree una vicepresidencia para un Ministerio de Educación, de nuevo y ambicioso diseño, encargado de promover las políticas de modernización y progreso de nuestro país. Debería tener un título más amplio. Algo así como Ministerio de Educación, Innovación y Desarrollo. Explicaré los motivos en que me baso.

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