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¿Una buena noticia? Los pros y contras del Pacto educativo
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¿Una buena noticia? Los pros y contras del Pacto educativo

¿Por qué no aprueban esta propuesta que beneficia a todos, que es una demostración de que ha comenzado un tiempo nuevo, incluso para los partidos veteranos?

Foto: El autor en el evento celebrado en la Universidad de Nebrija. (Universidad de Nebrija)
El autor en el evento celebrado en la Universidad de Nebrija. (Universidad de Nebrija)

Cuando desde estas páginas pedí que hubiera un Pacto educativo antes de las elecciones, mucha gente pensó que confundía la realidad con el deseo. Pero ayer me pareció que podía estar más cerca de lo que yo mismo pensaba. Participé en un coloquio dirigido por Manuel Campo Vidal, que intervino como fundador de Sociedad Civil por el Debate, celebrado en la Universidad Nebrija.

El tema era el Pacto educativo y participaron, en representación de sus partidos, Juan Soler (portavoz de educación del PP en el Senado), Vicente Álvarez Areces (Portavoz de Educación del PSOE en el Senado), Cecilia Salazar (Portavoz de Educación de Podemos en la Asamblea de Madrid) y Marta Rivera de la Cruz (diputada de Ciudadanos).

Ya sé que no es el Pacto definitivo, pero definitivamente es un pacto

Todos los cargos, por supuesto, en la pasada legislatura. Defendieron sus puntos de vista con elocuencia y sin hostilidad. Les pregunté si creían que sus partidos aceptarían la “Hoja de ruta para el cambio educativo” que ya he propuesto aquí, y que tiene las siguientes etapas: (1) considerar la LOMCE como una ley de transición (2) mantenerla, con los ajustes que se acuerden, hasta la elaboración de una nueva ley consensuada (3) establecer un Pacto educativo, que actualice el pacto educativo constitucional (4) elaborar una nueva ley, a partir de ese pacto, que dure al menos una generación, y que sustituya a la LOMCE. Todo este proceso podría hacerse en el plazo de dos años. Nuestros alumnos no pueden esperar más.

Un tiempo nuevo en el que todos ganamos

Esta propuesta me parece buena para todos, si se firma antes de las elecciones, cuando aún no se sabe quién va a gobernar. En primer lugar, es buena para nuestros alumnos. Permite estabilizar un panorama enervante. En segundo lugar, es buena para el PP.

Es el partido que tiene que hacer un sacrificio mayor (convertir una ley suya en una ley de transición), pero al mismo tiempo le permite huir de los cuernos de un dilema. Si gana las elecciones, desgastarse para mantener una ley que tiene al resto de los partidos en contra. Si no las gana, ver como la ley se deroga de manera humillante. En cambio, si demuestra que está dispuesto a flexibilizar su postura –no como reconocimiento de un error, sino como aportación a una nueva realidad política- juega un papel muy digno, y verdaderamente renovador. Pero también es una buena solución para el resto de los partidos, que ven aceptadas muchas de sus reclamaciones. Creo que es una solución 'win-win', en la que todos ganamos.

Me preocupa que gente bienintencionada se equivoque tanto

Los representantes políticos que participaban en el debate dijeron que creían que era posible que sus partidos aceptaran esa hoja de ruta. No podían ir mas allá, porque no les correspondía a ellos decidir. Pero esa actitud me hizo salir esperanzado del acto. Ya sé que no es el Pacto definitivo, pero, definitivamente, es un pacto. Por eso, desde estas páginas virtuales, en donde nació la idea, me dirijo a los máximos responsables de los partidos políticos. ¿Por qué no aprueban esta propuesta que beneficia a todos, que es una demostración de generosidad política y de que ha comenzado un tiempo nuevo, incluso para los partidos veteranos? Y a mis lectores, ¿cómo podríamos presionar a los partidos para que lo hicieran?

Más noticias sobre el Pacto

En esta página, Carmen Rodríguez, Enrique Díez, Rodrigo García y Francisco Imbernón, miembros del Foro de Sevilla, me ponen a caldo por mi intento de favorecer el Pacto educativo: “Marina afirma (en los comentarios de su blog a la propuesta del Foro de Sevilla), que no es importante la financiación, ni la formación del profesorado y sus condiciones laborales, y que entrar en 'eso' sería ideología y empañaría el carácter científico”.

Me preocupa que gente bienintencionada se equivoque tanto. He reivindicado el 5% del PIB para educación, y he participado en la elaboración del 'Libro blanco de la profesión docente', dedicado en gran parte a la formación de los docentes. Añaden: “Consideramos arrogante afirmar que, sobre la base de una serie de informes escritos, aportados por determinadas organizaciones, va a definir el territorio en el que va a moverse ese Pacto que los políticos terminarían por concretar.

Creo que es una solución 'win-win', en la que todos ganamos

Por cierto, faltarían muchos más, avalados, en este caso, por movimientos sociales como la ‘Carta por la Educación Pública (Mareas por la Educación Pública)’, ‘Modelo de Educación Infantil para niños y niñas de 0 a 6 años’, ‘Carta por la Educación que queremos’, etc., todos ellos surgidos desde la sociedad civil, e incluso, algunos otros, que han generado un fuerte debate entre los movimientos sociales y/con propuestas elaboradas también desde la docencia universitaria como el caso del ‘Documento de bases para una nueva ley de educación. Acuerdo social y político educativo’".

Pierdan cuidado. Los hemos estudiado todos. Nos parecen muy interesantes porque recogen la opinión de muchas personas y organizaciones. ¿Deberíamos entonces repetir la encuesta o podemos fiarnos de lo que estas serias propuestas dicen?

Cuando desde estas páginas pedí que hubiera un Pacto educativo antes de las elecciones, mucha gente pensó que confundía la realidad con el deseo. Pero ayer me pareció que podía estar más cerca de lo que yo mismo pensaba. Participé en un coloquio dirigido por Manuel Campo Vidal, que intervino como fundador de Sociedad Civil por el Debate, celebrado en la Universidad Nebrija.

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