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Uno de cada cinco empleos en España, en riesgo: nuestro futuro, según la OCDE
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SE PUBLICA EL 'EMPLOYMENT OUTLOOK 2019'

Uno de cada cinco empleos en España, en riesgo: nuestro futuro, según la OCDE

El nuevo informe de la organización intenta ofrecer una mirada optimista sobre la automatización. Sin embargo, las noticias no son precisamente buenas para España

Foto: El aumento del sector servicios ha disparado el empleo de mala calidad. (Reuters/Jon Nazca)
El aumento del sector servicios ha disparado el empleo de mala calidad. (Reuters/Jon Nazca)

Aunque oigamos hablar sin parar de una hipotética destrucción masiva de empleo a nivel global ocasionada por la automatización del trabajo y el surgimiento de nuevas tecnologías, no deberíamos dejarnos llevar por el pánico si vivimos en un país desarrollado. Con alguna salvedad, claro. Por ejemplo, si somos españoles, puesto que el futuro laboral que se abre ante nosotros es mucho más negro que en otras naciones del entorno. Si en ellos el porcentaje de empleos en alto riesgo de automatización es del 14%, en España, la cifra se eleva hasta el 21,7%. Tan solo nos superan Grecia, Eslovenia y Eslovaquia.

Esto es lo que sugiere el informe 'El futuro del trabajo' ('Employment Outlook') publicado por la OCDE, en el que se analizan los riesgos –y oportunidades– que presenta el futuro inmediato. “Es poco probable que los escenarios apocalípticos se materialicen, pero hay riesgos reales”, sugiere. Como de costumbre, 342 páginas atiborradas de gráficos. “Muchos están preocupados por que el empleo se dirija a un futuro distópico de desempleo tecnológico masivo, trabajo precario, trabajadores con poco o nulo poder de negociación y déficit de habilidades a medida que la población envejece”. Que esto ocurra o no dependerá de las decisiones políticas que se adopten. Y, dado que la mayoría de problemas que el informe cita ni se llegaron a oler en los debates electorales, es probable que nuestro país termine decantándose por el peor escenario.

Los datos son elocuentes en lo que se refiere a nuestro país, y llamativos por su negatividad, dado que el enfoque del trabajo es optimista. Potencialmente, un 45,6% de los empleos globales tal y como los conocemos están en proceso de redefinición; un 14% en alto riesgo de automatización (más d eun 70%) y un 32%, como sugiere de forma un tanto eufemística el trabajo, “en significativo riesgo de cambio” (entre un 50 y un 70). La cifra aumenta en España, donde el total asciende al 51,9%. Debido a la estructura productiva de nuestro país, superamos a la mayoría en el porcentaje de alto riesgo (21,7% frente a 14% de la media) y un poco menos en el riesgo significativo (30,2%). España es también el país donde la cantidad de empleos de sueldo medio más ha decrecido, con una reducción del 7%, frente a la media del 2%.

Entre los grandes riesgos que acechan a España se encuentra el aumento de la inestabilidad laboral durante los últimos años. Concretamente, el nuestro es el país de todos los analizados donde más ha crecido entre 2006 y 2017. Este efecto ha sido mayor entre los trabajadores menos cualificados, es decir, entre aquellos que no han cursado el Bachillerato; y como recordaba recientemente otro informe de la misma organización, en España suponen un 34% frente al 15% de media de la OCDE. Sin embargo, las malas condiciones también afectan a los trabajadores jóvenes con una alta cualificación, que tienen un 44% de posibilidades de recibir un bajo salario hoy, frente a un 24% en 2006.

¿Quién sufrirá más la automatización? El riesgo será menor en las capitales urbanas, pero aumentará en las regiones periféricas, allí donde el sector industrial y manufacturero sea mayor. Sin embargo, el trabajo recuerda que hay zonas donde los sueldos son tan bajos, como ocurre en algunos países en vías de desarrollo, que la automatización no sería económicamente rentable. Un gran número de los puestos desaparecidos han sido los de cualificación y retribución media, como recordaba el reciente análisis de la OCDE sobre la clase media. España es el único país donde prácticamente todo el mundo que ha abandonado la clase media ha caído a la baja.

Es también una de las regiones con mayor subempleo, tan solo superada por Italia. Aunque en principio fuese producto directo de la crisis económica de 2018, esta tendencia en algunos países desarrollados, especialmente del sur de Europa, apunta a un cambio estructural y permanente: se debe, ante todo, al “lento pero continuo crecimiento del sector servicios”, ya que es este donde se concentra el mayor subempleo. Por ejemplo, un 12,2% en hostelería por un 1,8% en manufacturas. No es una elección libre: en la mayoría de casos, es el empresario y no el trabajador quien prefiere los contratos a tiempo parcial, lo que provoca una “parcialidad involuntaria”.

El infierno de los autónomos

Las grandes víctimas de estas tendencias serán los jóvenes y aquellos que carecen de formación superior. También las mujeres, pero el informe recuerda que aunque ellas sigan siendo “el grupo con más alto riesgo de empleo precario, de bajos salarios y de desocupación”, cada vez más jóvenes sin estudios y hombres se ven afectados. El riesgo a una vida 'nini', en la que ni se estudie ni se trabaje, es global, pero mucho más acentuada en España, donde el porcentaje es de 19,9%, cuatro puntos por encima de la media de la OCDE.

La OCDE anima a nuestro país a combatir los falsos autónomos y extender la protección social a los trabajadores de la economía de plataforma

El informe matiza que la gran amenaza a medio plazo no es la cantidad de empleos que desaparecerán (pues es, según sus cálculos, inferior al proyectado por los peores agoreros), sino la mala calidad de los que aparecerán en su lugar. “El poder adquisitivo se ha estancado desde hace tiempo y la estabilidad laboral está en declive”, recuerda el trabajo. “Además, han surgido distintas formas de empleo atípico en un gran número de países. Mientras la diversidad en los contratos puede proporcionar una flexibilidad bienvenida para las empresas y algunos trabajadores, hay un importante reto político a la hora de proporcionar empleos de calidad a trabajadores atípicos”.

Algo aún más acentuado en España. El informe incide en que muchos de los considerados como trabajadores atípicos quedan fuera del marco regulatorio de protección de los trabajadores vigente. La OCDE anima explícitamente a nuestro país a combatir el falso trabajo por cuenta propia (es decir, los falsos autónomos) o la extensión de la protección a nuevas clases de trabajadores de la economía de plataforma. En España, los trabajadores por cuenta propia pagan menos contribuciones sociales y tienen un menor acceso de la protección social. A a nivel global, esta clase de trabajadores tienen una probabilidad entre 40 y 50% más baja de recibir apoyo a sus ingresos durante el desempleo. Como recuerda el informe, “si esta brecha no se cierra, el aumento del trabajo atípico tendrá consecuencias negativas sobre la equidad y la inclusividad del mercado”. Sin embargo, también matiza que la aprobación del Real Decreto-ley 28/2018, que incrementaba la cotización a la seguridad social, mejorará la situación.

Otro punto negro: la formación

Como siempre, la OCDE tiene sus propias recetas para poner freno a la situación antes de que sea demasiado tarde. Su mayor apuesta pasa por reforzar la educación inicial y el aprendizaje de los adultos, en su opinión, “esenciales para asegurar una transición serena entre los trabajos que desaparecen y los que se crean”. Son los trabajadores menos cualificados y con mayor inestabilidad los que menos formación reciben, aunque sean los más vulnerables: en España, un 56% de los trabajadores con contrato indefinido y a tiempo competo siguen aprendiendo, pero el porcentaje desciende hasta el 45% en el caso de los empleados temporales y el 32% entre los autónomos. Otro círculo vicioso que dificulta el retorno al trabajo de muchos ellos.

Foto: Los empleados de banca comercial estarán entre los más perjudicados. (Reuters)

El informe recuerda la importancia creciente de la negociación colectiva. Esta no solo tendrá como objetivo alcanzar soluciones consensuadas a los nuevos retos que se plantean, sino también regular el uso de las nuevas tecnologías y, sobre todo, velar por que los derechos de las nuevas figuras laborales que surjan estén garantizados. El problema identificado por la OCDE es la escasa organización actual de los trabajadores; en concreto, de los de la economía de plataforma o los autoempleados, que tienen un 50% menos de posibilidades de estar organizados, ya que la mayoría de sindicatos se centran únicamente en los empleos tradicionales. “En muchas ocasiones, el poder de los empleadores no está compensado por una suficiente capacidad de negociación de los trabajadores, y suele conducir a peores sueldos y condiciones laborales”.

Aunque oigamos hablar sin parar de una hipotética destrucción masiva de empleo a nivel global ocasionada por la automatización del trabajo y el surgimiento de nuevas tecnologías, no deberíamos dejarnos llevar por el pánico si vivimos en un país desarrollado. Con alguna salvedad, claro. Por ejemplo, si somos españoles, puesto que el futuro laboral que se abre ante nosotros es mucho más negro que en otras naciones del entorno. Si en ellos el porcentaje de empleos en alto riesgo de automatización es del 14%, en España, la cifra se eleva hasta el 21,7%. Tan solo nos superan Grecia, Eslovenia y Eslovaquia.

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