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El crucero del terror: “No estaba seguro de que fuésemos a sobrevivir a la noche”
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CAOS Y DESINFORMACIÓN EN EL BREAKAWAY

El crucero del terror: “No estaba seguro de que fuésemos a sobrevivir a la noche”

El ciclón bomba que ha azotado la costa este americana se interpuso en el camino del Norwegian Breakaway. Esto es lo que pasó en los tres días de terror para los viajeros

Foto: El Norwegian Breakaway, uno de los cruceros más caros del mundo. (CC/Dickelbers)
El Norwegian Breakaway, uno de los cruceros más caros del mundo. (CC/Dickelbers)

Hace un par de semanas, 4.000 pasajeros zarparon a bordo del Norwegian Breakaway en un viaje que les llevaría a las Bahamas y terminaría en Nueva York, a tiempo para dar la bienvenida a 2018. Sin embargo, algo se torció a mitad de la travesía, cuando la gigantesca embarcación llegó a Cayo Stirrup Grande, una de las islas Berry en Las Bahamas. El pequeño islote, propiedad de Norwegian Cruise Lane (NCL), tiene el único cometido de servir de destino paradisíaco a los clientes que se hayan decantado por los servicios de la empresa. Al menos en esta ocasión, los viajeros no disfrutaron de cielos azules y playas kilométricas, sino que experimentaron algo parecido a viajar en un túnel del terror aderezado por el insistente olor de las deposiciones humanas.

Como explica 'Cruise Law News', medio sobre actualidad legal relacionada con cruceros del abogado Jim Walker, aunque las previsiones del tiempo ya anunciaban desde el 31 de diciembre que una gran tormenta se avecinaba, NCL decidió mantenerse en el itinerario y “someter a los pasajeros a varios días de vientos y olas extremas cuando una tormenta huracanada golpeó el crucero el 3 y el 4 de enero”. El temporal de Cayo Stirrup Grande era tan solo un aviso de lo que estaba por venir: mareos, vómitos y litros y litros de agua anegando las estancias de los pasajeros a causa del “ciclón bomba” que ha azotado la costa este americana durante los últimos días.

Las redes sociales se llenaron de testimonios después de volver a tierra, a finales de la pasada semana. Ishan Byrde, autor de un espectacular vídeo tomado desde la embarcación en el que se puede apreciar el violento estado del mar, se mostraba “feliz de haber sobrevivido a la tormenta”, y calificaba de “cuestionable” la decisión de la compañía de cruceros de “arriesgar casi 5.000 vidas navegando a través de la tempestad”. Un “impacto emocional” para muchos pasajeros, denunciaba antes de reconocer, irónicamente, que había sido “un viaje para recordar”.

“Estaba con toda mi familia y pensábamos que nunca volveríamos”, respondía una de las viajeras. “Mi hija llamó a su prometido para despedirse”

“La tripulación estaba achicando agua con la fregona por todo el barco”, explicó más tarde a la prensa. “El agua caía por los muros, los platos se estrellaban contra el suelo y el barco navegó de costado durante horas”. Algo aún peor para los viajeros de mayor edad, que no podían desplazarse de una cubierta a otra porque los ascensores habían dejado de funcionar. “Estaba con toda mi familia y pensaba que nunca volveríamos”, respondía una de las viajeras, Karoline Ross. “Mi hija llamó a su prometido, que no estaba con nosotros, para despedirse”. Sintieron que se encontraban en un Titanic del siglo XXI.

La galería de los horrores

Los medios americanos han recopilado una gran cantidad de testimonios de los viajeros, que tienen la intención de demandar a la compañía. “Había gente llorando, todo el mundo vomitaba”, explicaba Olivia Ross. “Fue una pesadilla”. La mujer había zarpado junto a otros 20 miembros de su familia, entre los que se encuentra Katherine, para pasar las vacaciones en las Bahamas celebrando el 80 aniversario de su abuelo, pero lo que se encontraron no se parecía en nada a lo que esperaban. Otro familiar, Del Ross, desveló que el agua cubría hasta los 5 centímetros y que, como el ascensor de 'El resplandor' –pero con agua en lugar de sangre–, se deslizaba de piso en piso a través del montacargas.

Otro usuario de Twitter afirmaba que no volvería a viajar en el Norwegian Breakaway, que es uno de los cruceros más caros jamás construidos con un coste de 840 millones de dólares. “Ha sido el crucero más terrorífico”, lamentaba en la red social. “Todo lo que sabíamos era que las lanchas no habían podido llegar a la isla privada de NCL. Simplemente zarpamos, sin información ni ninguna actualización, con más de tres días de olas gigantescas y la familia entera enferma, encerrada en un barco a la deriva. Qué desgracia...” Como explica, el único mensaje del capitán era “estamos optimizando la velocidad para reducir el impacto”. Mientras tanto, “el olor del vómito persistía en las zonas de restauración”...

“La verdad es que no estaba seguro de que fuésemos a sobrevivir a la noche”, ha explicado otro pasajero, Conor Vogt. “El barco se inclinaba que era una locura”. Su esposa Elizabeth declaró que cuando el barco se inclinó, salió disparada por la habitación y se estrelló en el baño. Sin embargo, aplaudía el comportamiento de la tripulación, que a pesar de estar aterrorizada, “siguió poniendo cara de felicidad”. Todos los focos se encuentran en la actuación del capitán, que fue quien tomó la decisión de seguir adelante a pesar de las previsiones meteorológicas.

“Nos daban tan poca información que empezamos a pensar en lo peor”, ha declarado la modelo Christina Mendez, que viajaba con su hijo autista

Otra viajera llamada Emma Franzese también se ha declarado “completamente traumatizada” a 'CBS', y afirma que nunca podrá volver a montarse en una embarcación así después de lo ocurrido. Llegó un momento en el que los viajeros tuvieron que buscar refugio en el salón principal al ver que las olas estaban cubriendo las ventanas de sus camarotes. Los cuadros que colgaban de los pasillos tuvieron que ser pegados con cinta a la pared para que no se cayesen. A bordo también se encontraba la modelo Christina Mendez, que lamentaba que “nos daban tan poca información que empezamos a pensar en lo peor”. Una tripulante llamada Brenda Wriedt dijo que “el capitán nos debería haber contado un poco más. Tan solo decía 'estamos en aguas turbulentas'. No jodas que estamos en aguas turbulentas”.

Y ahora, ¿qué?

El primer comunicado de Norwegian Cruise Lane anunciaba el retraso en llegar a Nueva York, lo que afectaría a los viajeros que iban a embarcarse el 5 de enero. Sin embargo, no hacía ninguna mención a los pasajeros que se encontraban en alta mar. Sí lo hacía en el segundo texto, en el que desvelaba que en la madrugada del día 4 el Norwegian Breakaway había encontrado “condiciones temporales peores de las que se había previsto debido a la tormenta de invierno Grayson, mientras viajaba de vuelta a Nueva York desde las Bahamas”. La compañía pedía perdón a los viajeros por las condiciones ambientales y el estrés que pudiesen haber causado.

Foto: Motín en el salón de actos del crucero

Los viajeros no solo quieren una compensación económica, sino también las respuestas que no obtuvieron durante la travesía, especialmente por parte del capitán. Es Mendez quien está liderando el movimiento, ya que viajaba con su hijo autista de 20 años, que “aún sufre ansiedad a causa del viaje”. Para 'Cruise Law News', el comportamiento de la línea de cruceros se parece a lo ocurrido con Royal Caribbean y su barco Anthem of the Seas, que también se adentró en una tormenta previamente pronosticada. Como recuerdan los expertos, “en circunstancias de mal tiempo, los cruceros tienen un deber mucho mayor de auxiliar a sus pasajeros. Algunos lo consideran el 'mayor de los deberes'”.

Hace un par de semanas, 4.000 pasajeros zarparon a bordo del Norwegian Breakaway en un viaje que les llevaría a las Bahamas y terminaría en Nueva York, a tiempo para dar la bienvenida a 2018. Sin embargo, algo se torció a mitad de la travesía, cuando la gigantesca embarcación llegó a Cayo Stirrup Grande, una de las islas Berry en Las Bahamas. El pequeño islote, propiedad de Norwegian Cruise Lane (NCL), tiene el único cometido de servir de destino paradisíaco a los clientes que se hayan decantado por los servicios de la empresa. Al menos en esta ocasión, los viajeros no disfrutaron de cielos azules y playas kilométricas, sino que experimentaron algo parecido a viajar en un túnel del terror aderezado por el insistente olor de las deposiciones humanas.

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