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Esta es la fórmula de la felicidad, según un ex ejecutivo de Google
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Esta es la fórmula de la felicidad, según un ex ejecutivo de Google

Tenía dinero, un estupendo trabajo y una buena familia, pero Mo Gawdat no se sentía dichoso. Un fatídico suceso cambió su forma de ver la vida, y le descubrió lo que siempre había buscado

Foto: Mo Gawdat. (News4)
Mo Gawdat. (News4)

La felicidad no consiste en tener una gran cuenta corriente, un estupendo trabajo, ni una gran familia. Lo vemos constantemente. Tipos brillantes, a los que la vida les sonríe, pero los que no sonríen son ellos. Eso es justo lo que le pasaba a Mo Gawdat, que trabajó como alto ejecutivo en Google durante muchos años y que ahora cuenta revela cómo descubrió el tan anhelado secreto de la felicidad.

"Compraba Rolls-Royce con un solo clic. Era exitoso, rico, estaba en lo alto de mi carrera. Estaba a la cabeza de cerca de la mitad de operaciones de Google. Hice una fortuna con unos negocios en Dubai. Tenía una casa enorme y me rodeaba de gente igualmente exitosa y rica como yo. Y, para colmo, me había casado con mi amor del instituto, con quien tenía dos hermosos hijos", relata en 'The Daily Mail'.

Y, a pesar de todo eso, era profundamente infeliz. "Tenía todas las cosas que el mundo moderno nos dice que necesitamos para alcanzar la felicidad, pero yo era profundamente miserable".

La clave de la felicidad consiste pues en controlar la manera en que comparamos los acontecimientos de nuestra vida con nuestras expectativas

Para colmo, y como el destino es caprichoso, Gawdat estaba tratando de encontrar un 'código' que resolviera la fórmula de la felicidad. "Pasé horas tratando de aplicar lógica a la cuestión, con la esperanza de hallar un algoritmo que explicase cómo el cerebro procesaba la alegría y la tristeza. Mi hijo Ali, entonces adolescente, me ayudó con la investigación".

Era el año 2010. Padre e hijo siguieron dando vueltas al algoritmo... hasta que, cuatro años más tarde, el joven murió de forma repentina a los 21 años de edad. Este "hecho catastrófico" fue lo que definitivamente le encaminó a encontrar el significado de la felicidad.

La muerte de su hijo le abrió los ojos

El fallecimiento de su hijo fue totalmente inesperado. Gawdat y su mujer llevaron al joven al hospital para que le quitasen el apéndice, una operación rutinaria que no reviste gravedad. "Pero algo salió mal. Una aguja incidió en una arteria importante, pero los médicos tardaron mucho en darse en cuenta. Luego se produjeron una serie de errores adicionales. Las palabras 'agonía' y 'desesperación' no llegan ni siquiera a describir cómo la madre de Ali y yo nos sentíamos en el momento en que nos dijeron que íbamos a perder a nuestro precioso hijo".

Se quedaron desamparados junto a su cama. "Le besé la frente. Luego llegó el momento de decir adiós. Y cuando salimos del hospital, dejando atrás a nuestro pequeño de 21 años, el dolor entró en nuestros cuerpos y penetró en cada célula de nuestros cuerpos (...) Era como una lanza perforando mi corazón. Lloramos durante horas: nos sentíamos culpables de lo que había sucedido y teníamos miedo a tener que existir en un mundo sin él".


Y luego llegaron los pensamientos tóxicos: "No podía dejar de preguntarme si su muerte era de alguna manera mi culpa. ¿Podría la vida castigarme por algo que había hecho sin querer? ¿Era esto una especie de deuda con el karma por mi éxito? Pasé días insoportables en este estado, aislado del mundo exterior. Estaba aterrorizado de lo que pudiera sucederle a mi esposa, a mi hija... ¿qué más me iba a quitar esta vida cruel? ¿Cómo podría ser feliz de nuevo?

Alguien le sugirió que iniciaran una investigación sobre negligencia médica, pero dijeron que no. "Le pregunté a mi mujer lo que quería hacer. Hizo una pausa, y luego pronunció las palabras que nos salvaron '¿volverá a Ali?". Entoces, Gawdat comenzó a ver la luz: se dio cuenta de que hiciera lo que hiciese, Ali nunca jamás volvería. De nadan servían los sentimientos negativos o las investigaciones. "Fue el punto de inflexión que necesitaba".

"Mi hijo me hablaba"

Gawdar quiere dejar claro que no está contento tras perder a su hijo, y que su vida "no es nada comparado como cuando Ali estaba vivo", pero se siente "feliz". Sentía como si su hijo le decía: "Papá, ya he muerto. No hay nada que puedas hacer para cambiar eso, así que haz lo mejor". En el periodo de duelo, no oía en su cabeza otra voz que la de Ali. Cuando un pensamiento negativo aparecía, se preguntaba qué diría su pequeño en esa situación. Esto fue su proceso de curación.

A veces la rabia se apoderaba de él y pensaba "¡ese médico ha asesinado a mi hijo", pero de pronto 'escuchaba' la voz de su hijo que le respondía "¿seguro? ¿tú crees que el médico se despertó ese día con ganas de matar a alguien?". Y así sucesivamente. Su pensamiento más común era el de "no puedo soportar este dolor, me torturará durante años", entonces su hijo 'le decía' "¿seguro? vivirás, parará el tiempo. Los días serán largos, y los años cortos; enfócate en el ahora; hazlo lo mejor que puedas; haz que me sienta orgulloso".

La muerte de mi hijo me ha enseñado que todos estamos a cargo de nuestras vidas, de nuestro destino y de nuestra felicidad

Justo 17 días después del fallecimiento del adolescente, Gwadat comenzó a escribir. "Me sentí obligado a seguir el consejo de Ali, así que hice algo positivo. Los folios que escribí se convirtieron con el tiempo en un libro, en el cual intenté difundir el verdadero significado de la felicidad, que no se encuentra en coches lujosos ni en buenos trabajos". De pronto, el algoritmo de la felicidad que estaba tratando de averiguar con su hijo, se volvió a poner en su camino, esta vez sin él.

"Trataba la felicidad como algo que necesariamente iba unido al éxito; un rompecabezas que mi cerebro trataba de resolver. Pasé diez años investigando las matemáticas que se encontraban detrás de esta. Y finalmente desarrollé una ecuación: un modelo bien diseñado de la felicidad y de cómo sostenerla".

La fórmula de la felicidad: F ≥ e - E

Entonces, halló la fórmula mágica: F ≥ e - E. En otras palabras: la felicidad es mayor o igual que los eventos que ocurren en tu vida, menos las expectativas que tienes de la propia vida.

"Descubrí que la felicidad se trata de una configuración predeterminada. Los niños nacen felices. Pero a medida que avanzamos en la vida, crecemos fuera de ese estado. La clave de la felicidad consiste pues en controlar la manera en que comparamos los acontecimientos de nuestra vida con nuestras expectativas. Está en contentarnos con lo que tenemos en el momento presente, en lugar de esforzarnos por conseguir más".

placeholder Mo Gawdat. (YouTube)
Mo Gawdat. (YouTube)

Hasta la muerte de Ali, Gawdat no aplicó esta sabiduría en su propia vida. "Pero su partida me echó una mano. Eso no quiere decir que el dolor de perder a mi hijo no esté presente todavía, ni mucho menos. Nunca desaparecerá. Cada vez que me acuerdo de él, lloro. Pero he aprendido que hay una diferencia entre dolor y sufrimiento. El dolor es un mecanismo que el cuerpo usa para mantenernos vivos. El sufrimiento, sin embargo, no es útil. Es un ciclo en el que un pensamiento causa más angustia a través de sentimientos de culpa. El dolor debe ser suficiente motivación para mejorar tu vida".

Así, cuando siente dolor, en lugar de ponerse triste y lamentarse, piensa: "¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Cómo puedo hacer que el mundo sea un poco mejor aun cuando Ali no está en él? Su muerte me ha enseñado que todos estamos a cargo de nuestras vidas, nuestro destino y, en última instancia, nuestra felicidad".

La felicidad no consiste en tener una gran cuenta corriente, un estupendo trabajo, ni una gran familia. Lo vemos constantemente. Tipos brillantes, a los que la vida les sonríe, pero los que no sonríen son ellos. Eso es justo lo que le pasaba a Mo Gawdat, que trabajó como alto ejecutivo en Google durante muchos años y que ahora cuenta revela cómo descubrió el tan anhelado secreto de la felicidad.

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