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"La gastroenteritis de mi hijo es real, pero el hotel no me hace ni caso"
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¿Todos los turistas son unos estafadores?

"La gastroenteritis de mi hijo es real, pero el hotel no me hace ni caso"

Una familia española con un niño enfermo en un hotel de Mallorca sufre las consecuencias de los miles de timos de ingleses con falsas intoxicaciones alimentarias

Foto: Una playa atestada de gente. (EFE)
Una playa atestada de gente. (EFE)

Cientos, miles de británicos se intoxican de mentira en las playas españolas. Ponen reclamaciones y tratan, presuntamente, de estafar a sus seguros y perjudicar en última instancia a los hoteleros, que se quedan sin cobrar la estancia. Este timo emergió con fuerza a partir de abril de este año y ha alcanzado su cenit en estos días, cuando algunas sentencias están condenando a los turistas tramposos a multas muy cuantiosas e incluso amenazándoles con penas de prisión. ¿Pero qué pasa si es verdad? ¿Qué sucede si realmente uno se intoxica alimentariamente en un establecimiento hostelero? Pues según el malagueño Rafael Jesús González, no pasa nada, excepto que se te fastidian las vacaciones.

El lunes 3 de julio, Sergio, de 11 años, fue al baño hasta en 17 ocasiones. Tenía diarrea y 39º de temperatura. “La barriga muy suelta”, resume su madre, que le dio Apiretal, un antitérmico muy habitual en pediatría, y baños fríos. Se asustó y lo llevaron al médico: tenía gastroenteritis. La pesadilla no había hecho más que comenzar para el crío y su familia.

Cuando fueron a reclamar al hotel, les dijeron que el niño se habría puesto malo "por un empacho de helados"

“Nosotros vinimos con todo incluido, así que todas las comidas las habíamos hecho en el hotel”, explica su padre, que achaca la indisposición de su hijo a una cena el domingo con cordero: “Fue el único que lo comió y está claro que no estaba en buen estado”. Rafael fue a decírselo al responsable del hotel, que le replicó que el niño debía haberse “cogido un empacho de helados”, según relata el indignado padre.

El director del Blau Punta Reina, en Porto Cristo, Mallorca, asegura que “no está claro que el niño se intoxicara en el hotel”, aunque tampoco niega que esto sea posible después de haber consultado a un médico. Lo que sí recuerda es “la cantidad de análisis de muestras de los alimentos y todos los controles muy exhaustivos que tenemos que pasar”. También pone mucho el acento en la normativa de la comunidad autónoma de Baleares y en que él también preguntó a un médico: “Me dijo que igual podía ser de la comida del hotel o de otra cosa”.

Deposiciones verdes

El caso es que Sergio amaneció el martes con vómitos, pero ya sin fiebre. Y aumentó la diarrea. Para entonces ya necesitaba suero para hidratarse. Hacía “deposiciones de color verde” y sus padres, muy asustados, lo llevaron al hospital de Manacor donde lo diagnosticaron: “Colitis de origen infeccioso”. Para entonces ya solo comía zanahorias, patatas y bebía manzanilla. Todo en el hotel, claro, pero en otro de los restaurantes del establecimiento distinto al que le sirvió el cordero.

Mientras, su padre intenta poner una reclamación. Pero apenas le atienden y no se la sellan. El director argumenta que “no es obligatorio” en esa comunidad autónoma.

Las relaciones entre la familia y el hotel se han deteriorado y “nos vuelven la cara como si quisiéramos hacer la estafa de los ingleses"

Rafael y su familia (con ellos viaja otro niño de cinco años) están atrapados en la isla: no salen vuelos hasta el sábado a Málaga. Le sugiere a los responsables del hotel que le paguen un billete a Madrid, pero estos se niegan. Para entonces, las relaciones entre la familia y el hotel se han deteriorado notablemente y “ni nos saludan cuando nos cruzamos por los pasillos, vuelven la cara, nos tratan como si fuéramos delincuentes, como si quisiéramos hacer lo de la estafa de los ingleses”, se lamenta el padre, que asegura que no reclama gran cosa, solo que “al menos me pregunten por el estado del chiquillo”.

Para entonces, ya era miércoles, “el chiquillo, pobrecito, sigue igual”, según relata al otro lado de la línea telefónica su madre. Llegados a ese punto, toda la familia solo pretende salir de la habitación en la que llevan casi todas sus vacaciones encerrados y regresar a Málaga. “La verdad es que me han costado una pasta estas vacaciones y han sido un desastre por culpa del hotel”, insiste Rafael.

Delincuentes

Desde el hotel, conceden que “es lógico que estén frustrados porque se les han fastidiado las vacaciones, pero no es responsabilidad nuestra”, insisten. “Nos han tratado como delincuentes que quisiéramos sacarles el dinero”, se queja el padre del niño.

Lo cierto es que la estafa a los hoteles españoles por parte de miles de turistas británicos ha sensibilizado mucho al sector, que rápidamente se pone a la defensiva. En este caso y según los partes médicos, parece que la reclamación sí era pertinente. Seguramente a más de uno le vendrá a la cabeza aquello de “pagan justos por pecadores”.

Cientos, miles de británicos se intoxican de mentira en las playas españolas. Ponen reclamaciones y tratan, presuntamente, de estafar a sus seguros y perjudicar en última instancia a los hoteleros, que se quedan sin cobrar la estancia. Este timo emergió con fuerza a partir de abril de este año y ha alcanzado su cenit en estos días, cuando algunas sentencias están condenando a los turistas tramposos a multas muy cuantiosas e incluso amenazándoles con penas de prisión. ¿Pero qué pasa si es verdad? ¿Qué sucede si realmente uno se intoxica alimentariamente en un establecimiento hostelero? Pues según el malagueño Rafael Jesús González, no pasa nada, excepto que se te fastidian las vacaciones.

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