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5 razones por las que la gente trabajadora no tiene éxito en la vida
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No todo es esfuerzo y sacrificio

5 razones por las que la gente trabajadora no tiene éxito en la vida

Si en la escuela eras el empollón de la clase, pero las cosas no te han ido después como esperabas, quizás estas cometiendo uno de estos errores típicos de las personas laboriosas

Foto: La vida laboral puede desesperar a cualquiera. (iStock)
La vida laboral puede desesperar a cualquiera. (iStock)

Existe un aspecto que ha frustrado especialmente a los millenials. Desde niños aquello que se les ha repetido hasta la saciedad, tanto en casa como en la escuela, se ha revelado también como un completo embuste: “trabaja duro y llegarás lejos”.

Para quien haya convertido esa frase en un lema personal, el mercado laboral se habrá mostrado, probablemente, como una gran desilusión. Contemplar cómo compañeros que no han hecho los méritos suficientes progresan mientras ellos se quedan estancados, o cómo a pesar de su posición, un superior no tiene las competencias necesarias para desempeñar su puesto, son hechos que pueden acabar desengañando a cualquiera.

Desempeñar una labor que solo requiere trabajo, genera una adictiva sensación de seguridad y confianza que puede ser muy perjudicial

El error principal que cometen generalmente estos individuos se encuentra en que confían todo su potencial en su capacidad de esfuerzo y en su ética del trabajo y descuidan otros aspectos vitales como los contactos o las así llamadas ‘soft skills’ (inteligencia emocional, habilidades comunicativas, etc.). Si sientes que tu vida laboral es injusta e insatisfactoria comparada con la de aquellas personas que te rodean, aquí tienes cinco posibles razones que intentan explicar qué puedes estar haciendo mal.

1. No incorporar nuevos contactos

Las personas muy trabajadoras acostumbran a tener como característica el ser especialmente fieles, ya sea a su puesto, a su empresa, a sus compañeros de trabajo, a sus amigos… Mantener un círculo de contactos cercano y predecible tiene aspectos muy positivos, ya que ofrece una estructura social sólida. Permanecer exclusivamente en él conduce a caer siempre en las mismas ideas, pudiendo perder nuevas perspectivas e imposibilitando que las cosas avancen.

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Foto: iStock.

Tener contactos y amistades en otros departamentos, o incluso en otra compañía, no significa ser desleal a nada ni a nadie. Al principio puede resultar difícil salir de la zona de confort, pero a la larga el panorama de las relaciones se vuelve más complejo y las oportunidades para progresar se suelen ver incrementadas.

2. Tener aversión al cambio

La rutina engancha. El hecho de tener que desempeñar una labor para la que uno se siente capaz y saber que solo es necesario trabajar para conseguirlo, genera una adictiva sensación de seguridad y confianza.

A pesar de toda la experiencia acumulada, las personas muy diligentes no suelen ser emprendedores impulsivos que se lanzan fácilmente a la aventura. Su opción vital tiende a seguir un camino seguro, marcado a veces por la tradición familiar o por una carrera claramente delimitada, como opositar para conseguir el ansiado puesto de trabajador público.

Si ante oportunidades que pueden dar un giro radical a tu vida te sientes a veces incapaz de tomar resoluciones contundentes, te aconsejamos que tengas en cuenta la sencilla fórmula 10-10-10 de la que hemos hablado en un artículo anterior.

Foto: No desesperes. (iStock)

3. Confundir credenciales con éxito

Muchas personas especialmente trabajadoras han invertido buena parte de su tiempo y de su dinero en obtener titulaciones particularmente valoradas dentro de su sector de interés.

Un carnet de conducir habilita a la persona a poder llevar un coche, pero esa lógica no funciona igual por lo que respecta a los títulos y diplomas. Hace años, algunas universidades garantizaban un puesto de trabajo seguro si se cursaba un determinado máster, hoy en día lo máximo a lo que se puede aspirar es a unos meses de prácticas.

El valor de un resultado no está solo en la excelencia. Otros aspectos como el tiempo empleado pueden ser igualmente importantes

En el mundo real, los resultados no solo se obtienen por el esfuerzo sino por una combinación de ese duro trabajo, una manera de pensar bien orientada y un factor que, por desgracia, está fuera de nuestro alcance: la suerte.

4. No creer demasiado en uno mismo

Curiosamente, las personas particularmente laboriosas suelen ser las que menos confianza tienen en sus habilidades, convirtiéndose con frecuencia en sus peores críticos. Tales individuos resultan ser muy exigentes y tienden a darle muchas vueltas al resultado que desean obtener.

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Foto: iStock.

Desde la superficie, esto podría parecer algo muy bueno, pero el perfeccionismo puede transformarse en una traba más que en una cualidad. El valor de un resultado no consiste solo en la excelencia, sino que puede incluir otros aspectos como cuántos recursos se han empleado o con qué velocidad se ha llevado a cabo un determinado trabajo.

5. No fijarse metas a largo plazo

Muchas veces aquellos que son muy trabajadores acaban derrochando su esfuerzo en tareas rutinarias, esperando que el reloj de la oficina marque la hora esperada para poder efectuar el consiguiente retorno a casa.

Una vida sin una ambición clara es una existencia que no tiene una ilusión que actúe como motor vital. Si por cuestiones económicas no puedes renunciar a una ocupación que garantice tu bienestar material, es importante enriquecer entonces el aspecto del que hablamos desde el poco o mucho tiempo que nos deja el horario laboral. No son pocos los que a la larga han encontrado en sus aficiones un modo de vida factible y mucho más enriquecedor.

Existe un aspecto que ha frustrado especialmente a los millenials. Desde niños aquello que se les ha repetido hasta la saciedad, tanto en casa como en la escuela, se ha revelado también como un completo embuste: “trabaja duro y llegarás lejos”.

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