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Los seis principales problemas que tienen que afrontar las personas inteligentes
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¿Don o maldición?

Los seis principales problemas que tienen que afrontar las personas inteligentes

Frente a lo que la mayoría de las personas cree, tener un cerebro privilegiado puede implicar grandes desventajas sociales

Foto: Dificultades que se dan en la edad adulta y en la adolescencia. (iStock)
Dificultades que se dan en la edad adulta y en la adolescencia. (iStock)

Se dice que tener una buena cabeza ayuda a que te vaya mejor en la vida, a lograr más éxitos académicos y laborales y a tener interesantes puntos de vista sobre cualquier tema. Lejos del tópico, el día a día de las personas que alcanzan altas puntuaciones en los test para medir el cociente intelectual suele ser, incluso, más complicado que el del resto.

Son famosos los casos de los niños superdotados en los que se detecta una importante frustración causada, sobre todo, por un sistema que no les permite desarrollar (o incluso llega a censurar) el potencial intelectual que a veces exhiben. De adultos, las cosas no resultan más sencillas ni tampoco diferentes en su esencia.

Quienes descubren pronto su inteligencia no se suelen esforzar duramente y no desarrollan una ética del trabajo

En varios hilos de la red de preguntas Quora, los internautas han comenzado a cuestionarse si más que un don, la inteligencia no es a veces una auténtica condena. Recogemos algunas de las respuestas más sugerentes para conformar estos 6 aspectos negativos que los propietarios de una mente privilegiada pueden llegar a cargar como toda una lacra.

1. No saben valorar bien el sacrificio

Es un fenómeno que le ocurre a muchos jóvenes. Tras una vida académica brillante, se llega a un mundo laboral en el que toca trabajar las ocho horas de rigor sí o sí, por muy superdotado que uno sea. El shock es duro si tenemos en cuenta que muchos de estos sujetos han conseguido salir adelante en la vida gastando menos energías que el resto.

Automáticamente se espera lo mejor de ti, no importa el qué. No tienes a nadie con quien hablar de tus debilidades

“La inteligencia se convierte en un problema cuando aquellos que la descubren pronto se dan cuenta de que no tienen que trabajar duramente para mantener y desarrollar una ética del trabajo” cuenta el usuario Kent Fung.

2. Se espera que lo hagan todo bien

Quien no demuestra una capacidad especial para nada en concreto no puede decepcionar tampoco a los demás. Por el contrario, quien haya demostrado un talento especial en determinadas circunstancias generará unas expectativas que requerirán ser colmadas a partir de ese instante.

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Foto: iStock.

Esto provoca que las personas más inteligentes tengan la sensación de que aguantan más peso sobre sus cabezas. La internauta Roshna Nazir expresa: “Automáticamente se espera lo mejor de ti, no importa el qué. No tienes a nadie con quien hablar de tus debilidades e inseguridades”.

3. Las conversaciones pueden ser incómodas

Cuando alguien especialmente agudo escucha datos equivocados o imprecisos no puede a veces refrenar el impulso de corregir a los demás. Ser inteligente no tiene por qué traducirse en tener una especial sensibilidad y eso lleva a que otras personas se sientan particularmente ofendidas si continuamente se les está haciendo ver sus errores.

Los sujetos que racionalizan demasiado tienden también a ser personas con poca iniciativa

"Cuando corriges a la gente a cada momento llega un punto en el que dejan de quedar contigo o incluso de hablarte", confiesa el usuario Raxit Karramreddy.

4. Tienden a racionalizar

Razonar: exponer razones para explicar o demostrar algo. Racionalizar: reducir a normas o conceptos racionales. Cuando uno tiene una fuerte destreza lógica es normal que todo pase por el tamiz de su capacidad de raciocinio, simplificando las cosas con esta estrategia y obviando otros aspectos más intuitivos o sentimentales, tan esenciales o más que los primeros.

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Foto: iStock.

Estar demasiado encerrado en la propia mente puede generar un auténtico laberinto cerebral sin salida posible. Por ese motivo los sujetos que racionalizan demasiado tienden también a ser personas con poca iniciativa: “Una excesiva interpretación de las posibles ramificaciones de tus decisiones, sobre todo la tendencia a sobreanalizar las consecuencias de ellas, puede conducir a que una resolución nunca llegue a ser tomada”, cuenta el usuario Tirthankar Chakraborty.

5. Saben que no saben

Sobra decir que es uno de los tópicos más señalados por los usuarios de esta red. Cuando tienes una amplia perspectiva de la complejidad de las cosas, te das cuenta de que el conocimiento es a veces inabarcable, lo que lleva a que las personas inteligentes se sientan pequeñas, inseguras y nunca completamente adaptadas a su medio

Según el estudio ya clásico de Justin Kruger y David Dunning, cuanto menos se sabe sobre un determinado campo, más se tienden a sobrestimar las habilidades cognitivas. La misma norma es válida si se le da la vuelta.

6. Piensan las cosas en vez de sentirlas

Quien está acostumbrado a reflexionar demasiado sobre su propia experiencia afectiva puede no llegar a vivirla con plenitud. Las personas especialmente inteligentes suelen poseer un amplio léxico que les sirve para describir y expresar a los demás los matices y tonos de gris de un estado de ánimo complejo, ya sea propio o ajeno.

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Tener esa capacidad no supone ningún alivio. Tal y como cuenta el usuario Marcus Geduld: “Se trata de un problema muy común de la gente inteligente, especialmente de aquellos que tienen muchas habilidades verbales. Utilizan las palabras como pantalla de humo que funciona de manera más eficiente cuando los términos utilizados son muy auténticos. Las personas con menos capacidades en ese sentido, tienden a desahogarse a través de lo físico. Gritan, golpean, patalean, corren, lloran, bailan, saltan de alegría… Yo me limito a explicar. Y cuando he terminado de contarlo todo, eso se queda dentro de mí, solo que ahora es como si le hubiera puesto una etiqueta”.

Se dice que tener una buena cabeza ayuda a que te vaya mejor en la vida, a lograr más éxitos académicos y laborales y a tener interesantes puntos de vista sobre cualquier tema. Lejos del tópico, el día a día de las personas que alcanzan altas puntuaciones en los test para medir el cociente intelectual suele ser, incluso, más complicado que el del resto.

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