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Si ella quiere jugar fuerte en la cama, esto es lo que debes saber
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¿te gusta el SEXO DURO?

Si ella quiere jugar fuerte en la cama, esto es lo que debes saber

Disfruta, da rienda suelta a tus deseos y permite que tu pareja conozca ese otro lado más emocionante y ligeramente peligroso de tu personalidad

Foto: Un sexo más físico. (iStock)
Un sexo más físico. (iStock)

Cena en un restaurante romántico, a la luz de las velas. La botella de vino, en sus últimas. Suena, de fondo, el violín. Juntos, regresáis a casa bajo la luna llena. Os dais la mano, os abrazáis, coqueteáis entre susurros y roces. Y, a medida que os acercáis a casa, el flirteo se vuelve más explícito, más erótico y carnal. Ella dice que le gustaría algo diferente para esta noche. A ti eso te genera interés, te excita, estás intrigado. Y entonces lo escuchas, dos palabras: sexo duro. No te cuadra con su perfil recatado, de mujer convencional en la vida y en la cama, y en el desconcierto caes en la cuenta de que no sabes cómo afrontarlo.

A ti te suena a '50 sombras de Grey', quizá al Marqués de Sade, pero no te has planteado hacerlo en la vida. Pues bien, has de saber que hay quien quiere, ya sean hombres o mujeres, dejar de lado arrumacos y tiernas caricias por órdenes, disciplina, tirones de pelo, ataduras y azotes. A veces, ansían dejar de jugar a los tortolitos enamorados. Quieren un sexo más físico, intenso, que sobrepase los límites del decoro y lo convencional. Quieren actores en sus dormitorios, que se metan y desempeñen con erotismo el papel de policía, profesor, militar o secuestrador. Y tú puedes ser uno de ellos.

Pasión desenfrenada

Lo más difícil, sin duda, es superar la vergüenza del primerizo. Nadie quiere un cuerpo cohibido en la cama. Así que relájate, da rienda suelta a tus deseos y permite que tu pareja conozca ese otro lado más emocionante y ligeramente peligroso de tu personalidad. Derriba muros mentales, y conoce facetas de ti mismo (tal vez incluso nuevos fetiches) con las que no estabas familiarizado: un lado salvaje, intenso, dominante, escondido bajo el caparazón. Si este es tu caso, practicarlo supondrá toda una liberación.

Por supuesto, ten siempre a mano el sentido común. Hay momentos en los que el sexo duro no será del todo apropiado y otros en los que estará condenado al fracaso. No a todas las personas les gusta o excita la agresividad. Ante cualquier reacción negativa, aborta misión.

¿De verdad le gusta a las mujeres?

Existe una percepción generalizada de que las mujeres son delicadas como pétalos de rosa. Pero a decir verdad, el género femenino está más interesado en el encuentro sexual de lo que pensamos. En concreto, piensan en ello unas 19 veces al día, según un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Ohio. Y no solo quieren sexo recatado, cortés o de hotel cinco estrellas. Lo más probable es que estés con una mujer que, como mínimo, se le haya pasado por la cabeza, un deseo fugaz, un poco de rudeza erótica, de forcejeo y cochinada.

Necesitáis una palabra de seguridad que represente un 'paren las máquinas' en toda regla. Es decir, una salida mutuamente acordada

Según la web de citas online OkCupid, un 62% de las mujeres disfruta el sexo duro. A todos nos pegaría que una ejecutiva de Wall Street, con tacones altos y curtida a base de desmembrar empresas en ágiles operaciones bursátiles le gustase el sexo duro. Los prejuicios son así. Sin embargo, dejarse llevar por las apariencias es un gran error, y luego llegan las sorpresas. Por eso es fácil coger a los hombres con la guardia baja cuando, después de una cena romántica, su novia (en apariencia tan convencional) les propone saltarse el misionero de toda la vida e ir directamente a la fusta y el látigo. Asimismo, hay que tener en cuenta que, venga del lado que venga, es difícil revelar tus fantasías ocultas cuando no hay confianza, y que es normal estar preocupado por la reacción de la pareja ante la proposición.

No seas tímido

Si ella es quien lo pone encima de la mesa, entonces puedes saltarte este paso. Pero si no lo hace, hay varias maneras en las que puedes abordarlo. No lo sueltes por primera vez durante el sexo. En su lugar, déjalo caer durante una conversación sobre el mismo, o plantéalo durante una escena subida de tono de alguna película que estéis viendo.

Un 62% de las mujeres disfruta el sexo duro, según la web de citas online OkCupid

Siempre desde el respeto, pregúntale qué tal le parece la idea, cómo se sentiría al hacerlo y analiza su reacción. Si las conversaciones no son lo tuyo (aunque siempre es lo más recomendable), puedes lanzarle indirectas, como comprarle unas esposas o un disfraz erótico. Eso, sin duda, levantará sospechas y hará que el diálogo avance.

La seguridad, lo más importante

Dicho esto, si accede, os podéis poner de acuerdo sobre una palabra de seguridad que represente un 'paren las máquinas' en toda regla. Es decir, una salida mutuamente acordada. En el sexo duro es común que las palabras o signos (incluidos los de parar) no signifiquen lo que pone en el diccionario. Es todo parte del juego. Habla de ello de antemano y detente cuando la escuches.

Sin compejos

Desinhíbete. Ponte cómodo. Calma los nervios. Y disfruta.

Imaginación al poder

Sentirse en una posición dominante y ejercerla es la base del sexo duro. Llevarlo al límite puede ser muy excitante. Cualquier persona con esa chispa en su interior puede dejarse llevar y tirar de imaginación para conseguir que la experiencia sea inolvidable. Te damos algunas ideas:

  • Arranca su ropa, levanta su falda, rompe el sujetador, sus bragas… ya vas cogiendo la idea.
  • Tira de sus pelos. En concreto, de las raíces.
  • Prueba con los azotes y bofetadas.
  • Haz ruido, juega con tu voz, grita obscenidades.
  • Puedes ayudarte de esposas, un antifaz, cuerdas, lubricante, etc.

Lo que no debes hacer

Quizá lo más importante sea no romper el hechizo. En el sexo duro no tienen cabida el humor, la gentileza o las disculpas de niño bueno. Eso sí, sin pasarse. Nunca hagas daño físico, recuerda la palabra de seguridad. Y mantén siempre la buena comunicación, que fluya.

Cena en un restaurante romántico, a la luz de las velas. La botella de vino, en sus últimas. Suena, de fondo, el violín. Juntos, regresáis a casa bajo la luna llena. Os dais la mano, os abrazáis, coqueteáis entre susurros y roces. Y, a medida que os acercáis a casa, el flirteo se vuelve más explícito, más erótico y carnal. Ella dice que le gustaría algo diferente para esta noche. A ti eso te genera interés, te excita, estás intrigado. Y entonces lo escuchas, dos palabras: sexo duro. No te cuadra con su perfil recatado, de mujer convencional en la vida y en la cama, y en el desconcierto caes en la cuenta de que no sabes cómo afrontarlo.

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