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Por qué cada vez más jóvenes sufren infartos (y qué pueden hacer para evitarlo)
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QUÉ SE OCULTA TRAS LOS PREOCUPANTES DATOS

Por qué cada vez más jóvenes sufren infartos (y qué pueden hacer para evitarlo)

Una de las revistas más prestigiosas de neurología ha puesto de manifiesto que el porcentaje de muertes entre los menores de 45 años parece haber aumentado

Foto: Los datos muestran que los factores de riesgo como el tabaquismo o la diabetes están cada vez más presentes. (iStock)
Los datos muestran que los factores de riesgo como el tabaquismo o la diabetes están cada vez más presentes. (iStock)

Durante los últimos tiempos, diversos estudios han puesto de manifiesto una realidad preocupante: cada vez son más los jóvenes que sufren enfermedades que tradicionalmente estaban relacionadas con el envejecimiento. La última vez ha sido esta misma primavera, cuando un estudio publicado en 'JAMA Neurology' ha desvelado que, a pesar de la sustancial reducción en la tasa de mortalidad general causada por los infartos cerebrales durante las últimas dos décadas, la proporción de víctimas jóvenes ha aumentado.

Los datos hablan por sí mismos… Aparentemente. Después de revisar los recogidos entre 1995 y 2012 de más de 400.000 hospitalizaciones, los investigadores descubrieron que el número relacionado con un ictus isquémico agudo casi se ha doblado entre los hombres de 18 a 44 años desde mediados de los años 90. Esta clase de infarto se produce cuando el flujo de sangre que llega al cerebro es interrumpido por un obstáculo como un coágulo. Como recordaba una investigación publicada en 'Medicina intensiva', esta situación requiere un rápido ingreso “para tratamiento, monitorización, prevención de complicaciones y rehabitilización”.

Si cada vez los jóvenes sufren ictus con mayor frecuencia es porque los factores de riesgo están más presentes

La razón puede parecer obvia: los factores de riesgo entre este sector de la población –los porcentajes también han aumentado entre grupos sociales como la población afroamericana– han aumentado sensiblemente. Por ejemplo, la hipertensión ha crecido desde un 4% de incidencia en dicho sector de la población hasta el 11%; los trastornos de los lípidos (como la enfermedad de Gaucher o de Tay-Sachs) han aumentado del 12 al 21; también la diabetes (del 4 al 7); el tabaquismo (del 5 al 16) y la obesidad (del 4 al 9).

No solo eso, sino que la prevalencia del sector de la población que presenta entre tres y cinco de estos factores de riesgo –y que, por lo tanto, tienen muchas más posibilidades de sufrir uno de estos accidentes– ha aumentado sensiblemente, incluso entre los más jóvenes (desde un 9 a un 16% en la franja de 18 a 34 entre los hombres y de un 6 a un 13% entre las mujeres). En otras palabras, si cada vez los jóvenes sufren ictus con mayor frecuencia, es porque (lógicamente) los factores de riesgo están más presentes. Pero ¿por qué? ¿Se debe, como se puede sospechar, a los hábitos de vida?

Una explicación psicológica

La respuesta a esta pregunta la intentan aportar los neurólogos James F. Burke y Lesli E. Skolrus en un editorial publicado en la misma revista, mientras piden un poco de calma ante los llamativos datos. Para ellos, lo primero que debemos recordar es que las evidencias son “un poco confusas”. Aunque admiten que las estadísticas muestran una situación que debería conducir a una rápida intervención médica, no tienen tan claro que “se requiera actuar urgentemente”.

Una tesis publicada este año por Antonio Martínez Salio recuerda que “la incidencia del ictus aumenta progresivamente con cada década de vida”

¿Por qué? En primer lugar, porque el aumento de infartos está, en parte, explicado por el aumento de la población en esa franja de edad. Por otro lado, también es posible que lo que haya cambiado no sea tanto la salud de los jóvenes como las formas de cuantificación de la enfermedad, que obedecen actualmente a otros criterios, y que también pueden encontrarse detrás de otras “epidemias” como las del autismo. De ahí que, como explicaba el neurólogo a 'The New York Post', “aunque no descartaría que un incremento en los factores de riesgo convencionales haya producido un aumento en los infartos de los jóvenes, si las cifras están aumentando de verdad, mi respuesta es que puede deberse a otros factores distintos de los tradicionales”.

En España, una investigación publicada en el año 2013 en la revista 'Clínica e investigación en arterioesclerosis' muestra la incidencia de las enfermedades cerebrovasculares en nuestros grupos poblacionales. Los resultados mostraban un descenso constante del número de muertes causadas por esta misma razón, como ocurre en Estados Unidos, y unos bajos resultados entre los más jóvenes. Un estudio realizado en 1993 en Cantabria mostraba que la incidencia de los accidentes cerebrovasculares era de 13,9 por cada 100.000 en el grupo de edad de 11 a 50 años.

Una tesis doctoral publicada este año por Antonio Martínez Salio recuerda que “la incidencia del ictus aumenta progresivamente con cada década de la vida”. Según una revisión de 15 estudios poblacionales en los años 90, la incidencia pasa desde 10 a 30 casos de cada 100.000 en menores de 45 años a de 1.200 a 2.000 en las de entre 75 y 84. Para ambos sexos, la tasa de incidencia oscila entre 120 y 350 casos anuales por cada 100.000 habitantes, menor entre las mujeres (169) que entre los hombres (364).

El doctor Jaime Gallego, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología y jefe del Servicio Hospitalario de Navarra, explicaba no obstante que “vemos un repunte mayor en edades más tempranas, incluso en adultos jóvenes”. Los menores de 50 años, según los datos de los que dispone, ya suponen el 10% de los casos.

Breve guía de prevención

Aunque los datos no sean tan alarmantes como pueden parecer a simple vista, no viene mal recordar cómo podemos evitar sufrir uno de estos accidentes cardiovasculares, tanto durante nuestra juventud como cuando formamos parte de la población de riesgo, ya que la probabilidad se dobla, con cada década. Sobre todo teniendo en cuenta que, según el estudio 'Iberictus: incidencia de ictus en España' de la Sociedad Española de Neurología, es la primera causa de dependencia entre adultos.

La pérdida de fuerza repentina en un lado del cuerpo, especialmente en la cara, en un brazo o una pierna es un claro síntoma

Estos son pequeños cambios en nuestra vida diaria que pueden reducir sensiblemente la posibilidad de sufrir un infarto de este tipo:

  • Dieta rica saludable, baja en sal y grasas.
  • Realización de ejercicio moderado.
  • No fumar y, en caso de beber, hacerlo de manera moderada.
  • Control de la tensión y el pulso, especialmente en la población de mayor edad. Consultar rápidamente con el médico si sufrimos palpitaciones fuertes y rápidas y no hemos realizado ningún esfuerzo extra.

¿Qué debemos hacer si sufrimos uno de estos ataques o le ocurre a alguien a nuestro alrededor? Las posibilidades de recuperarnos con éxito de un ictus aumentan cuanto antes seamos atendidos, por lo que ante las primeras sospechas debemos ponernos en contacto con un número de emergencia sanitaria. Los síntomas más claros son los siguientes:

  • Pérdida de fuerza repentina en un lado del cuerpo, especialmente en la cara, en un brazo o una pierna.
  • Sensación de hormigueo en una mitad del cuerpo.
  • Pérdida repentina de visión parcial o total.
  • Dificultades de expresión y alteración repentina del habla.
  • Dolor de cabeza de una intensidad poco habitual y sin causa aparente.
  • Vértigo y desequilibrios.

Durante los últimos tiempos, diversos estudios han puesto de manifiesto una realidad preocupante: cada vez son más los jóvenes que sufren enfermedades que tradicionalmente estaban relacionadas con el envejecimiento. La última vez ha sido esta misma primavera, cuando un estudio publicado en 'JAMA Neurology' ha desvelado que, a pesar de la sustancial reducción en la tasa de mortalidad general causada por los infartos cerebrales durante las últimas dos décadas, la proporción de víctimas jóvenes ha aumentado.

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