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Las prostitutas explican qué diferencia a los clientes varones de los femeninos
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Las prostitutas explican qué diferencia a los clientes varones de los femeninos

Pese a ser un tipo de consumidores nada común, las trabajadoras sexuales prefieren a las mujeres: no suponen una amenaza, cumplen los acuerdos y tienen más conversación

Foto: Las clientas femeninas son una rareza bien cotizada. (iStock)
Las clientas femeninas son una rareza bien cotizada. (iStock)

Por mucho que busquemos las respuestas en películas, libros o documentales, nunca podremos saber exactamente qué pasa por la mente de una prostituta. Nos podremos imaginar como es su jornada laboral, colmada de sexo sin amor y clientes desconocidos, pero para descifrar sus pensamientos no hay nada como acudir al testimonio directo.

Lo hagan por elección propia, por necesidad o bajo el yugo de un proxeneta, tienen necesidad de comentar sus preocupaciones y teorías propias sobre su trabajo. Por ello, varias mujeres han compartido sus experiencias y dialogado sobre ellas (casi a modo de desahogo) en un hilo de la comunidad online Reddit, que por su propio peso ha terminado centrándose en un tema hasta ahora ignorado: las diferencias entre clientes masculinos y femeninos van más allá del propio acto sexual.

Ellas me ven como a un ser humano, podemos hablar, reírnos y pasar el rato. En cambio, para ellos soy una máquina de hacer mamadas

Es importante resaltar que todas hablan desde el anonimato, lo que les permite concretar con todo lujo de detalles sus encuentros tanto con hombres como con mujeres. Es el caso de una prostituta australiana que durante años, por miedo a dejar de ser heterosexual, se negó a acostarse con personas de su mismo sexo. Ahora reconoce, sin embargo, que “adora lo amables y consideradas que son las mujeres en la cama”. Destaca su higiene, su compromiso (no suelen cancelar reservas) y, por encima de todo, hace hincapié en algo que muchas prostitutas echan de menos durante sus encuentros sexuales: "Al haberme encontrado algunos clientes con los que hablar es imposible, agradezco cambiar de vez en cuando y hacerlo con mujeres. Hace mi trabajo más fácil y agradable”.

Como tener sexo con un amigo

Existe un denominador común en todos los testimonios. Al parecer, las mujeres que pagan por sexo son una rareza bien cotizada. “Son mis clientes favoritas, aunque sean menos comunes. En muchas ocasiones tan solo quieren sexo oral o un masaje, y con ellas se puede hablar, pasar el rato y reírse. Casi siempre llegan con una botella de vino, y en ocasiones comida. Es como tener sexo con un amigo. Me gusta porque me ven como a un ser humano. En cambio, mis clientes masculinos me ven como una máquina de hacer mamadas”, asegura una escort de clase alta.

El 80% de las veces que una mujer llama a nuestra puerta, quiere hacer un trío y probarle a su hombre que no es aburrida

“Por supuesto, hay excepciones en ambos casos. Por ejemplo, tuve una mujer que quiso abusar de mí y terminé rechazándola porque claramente tenía serios problemas sin resolver: celos hacia el resto de mujeres, misoginia… También he tenido hombres dulces y cariñosos que quieren complacerme tanto como yo a ellos”, matiza.

No solo las prostitutas se han subido al carro del debate, sino que personas con lazos familiares o emocionales con el sector también han querido compartir sus experiencias: “Mi madre era una stripper, y en su viejo club los martes era noche de putas. Según lo que me contó, las lesbianas eran las más generosas a la hora de dar propina. Las más educadas en el trato. Las más divertidas para hablar. Y solían tener detalles y actitudes más corteses”.

'Las chicas enrolladas'

Pero, ¿cómo son las mujeres que pagan por sexo? “Fui prostituta durante dos años y solo tuve tres clientes femeninas. Dos de ellas tenían pareja y me contrataron para hacer un trío. Era algo muy extraño, como si fuese parte de un asesoramiento sexual para parejas. En cambio, la otra era una habitual y se notaba que quería tener una relación, pero que simplemente no tenía tiempo". Al respecto, otra usuaria, también del gremio, añade: “La mayoría de las veces, si una mujer acude a tu puerta, lo hace junto con un hombre que quiere hacer un trío. El 80% de las veces la mujer quería probarle al hombre que no era aburrida, que era guay y atrevida”.

Asimismo, existe un consenso claro entre las usuarias: todas aseguran haber visto en este tipo de clientas esa presión por ser la chica guay. Al respecto, citan la novela de Gillian Flynn, Perdida, que describe la situación al dedillo: “Ser la chica enrollada significa que soy una mujer atractiva, brillante, divertida que adora el fútbol, el póker, los chistes verdes y eructar, que juega a videojuegos, bebe cerveza barata, adora los tríos y el sexo anal y se llena la boca con perritos y hamburguesas como si estuviera presentando la mayor orgía culinaria del mundo a la vez que es capaz de mantener de algún modo una talla 34, por que las chicas enrolladas, por encima de todo, están buenas. Son atractivas y comprensivas. Las chicas enrolladas nunca se enfadan; solo sonríen de manera disgustada pero cariñosa y dejan que sus hombres hagan lo que ellos quieran”.

Mayor tranquilidad

Pero no solo se encuentran más cómodas por ser más habladoras, sino que aseguran sentirse menos amenazadas: “La única diferencia que se me ocurre es que siempre me siento más segura con mujeres. Respetan mis límites y nunca he sentido miedo a ser robada o violada. Ellas me ven como un ser humano. La verdad es que a veces los hombres te usan como un objeto. Con ellos siempre tengo la guardia levantada. Por otro lado, conseguir que una clienta tenga un orgasmo lleva mucho más tiempo y trabajo que con un hombre", asegura una de ellas, ya retirada, que ha trabajado como prostituta durante cinco años.

“Hablo con prostitutas todos los días. Soy parte de un grupo de apoyo. Conozco tanto las buenas como las malas historias. Tuve una amiga a la que dispararon en la cabeza por rechazar a un cliente. Algunas han sufrido mucho. Por supuesto, escuchar todo esto y presenciarlo de primer mano ha cambiado mi visión de los hombres. Ojalá no hubiese pasado, pero así fue. La verdad es que nunca me he sentido amenazada o insegura con una cliente. Tampoco es que crea que pudiesen conmigo, es solo que nunca temo que lo hagan", confiesa.

Ante la cantidad de comentarios que la acusaban de generalizar, la usuaria matiza: “Me gustaría dejar claro que es imposible hacer suposiciones sobre el tipo de hombre que paga por sexo. Son personas como tú y como yo, que buscan algo que no encuentran en su relación, son profesionales ocupados, solitarios o gente que busca diversión. Que un hombre quiera tener relaciones sexuales no quiere decir que sea más propenso a la violencia".

Por mucho que busquemos las respuestas en películas, libros o documentales, nunca podremos saber exactamente qué pasa por la mente de una prostituta. Nos podremos imaginar como es su jornada laboral, colmada de sexo sin amor y clientes desconocidos, pero para descifrar sus pensamientos no hay nada como acudir al testimonio directo.

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